3.5.09

experimento sobre la inexistencia de dios: no concluyente

De buen disgusto te has librado, Vanbrugh.

Por un lado resulta que ayer se casaron dos personas que conozco. Es decir, que conozco de vista, y de haber hablado con ellos unas cuantas veces. Y a la boda iban ellos, más gente que no conozco, más gente que sí conozco, y también gente que, además de conocer, son amigos míos. Resulta, además, que muchos de los que iban a aquella boda son más del Madrid que Gento, y resulta, por terminar de enunciar las condiciones de contorno, que los que se casaban y sus familias, porque estas cosas van por genes y amenazas de zapatilla, por lo visto, son no ya religiosos, sino miembro de uno de esos pintorescos clubes sociales donde la gente, y aunque lo parezca no es coña, piensa que existe un dios al que le toca soberanamente los cojones que utilices condones (pero no, en cambio y según una lógia incomprensible, que tengas sexo ciertos días para intentar disminuir las posibilidades de que el sexo derive en descendencia), o por ejemplo, creen a pies juntillas que todas las sandeces alegóricas que dice la Biblia son literales. La gente a la que no te puedes acercar y decir "hola, ¿qué te pareció Camino, del Fesser?", vamos, si puedes, porque la verdad es que conmigo, ateo gritón y enviado de Satán, se cuidan mucho de hablar poco.

Por el otro lado, la boda era ayer por la tarde, y el Madrid-Barça también, lo cual hacía que los asistentes a la boda que profesan simpatía al blanco estuviesen tirándose de los pelos y pensando en radios y cascos y huidas al baño para gritar en la soledad de la cerámica blanca "¡gol!", "¡mierda!" o lo que se terciase.

Considerando ambos lados, yo comprendí que si los piadosos ultracatólicos se quedaban sin ver el partido por asistir a una boda y que si encima el Madrid ganaba el partido, de forma que resultase premiado, encima, el ateo plasta del grupo, yo, viéndolo y disfrutándolo en su lugar, entonces se podría concluir sin posibilidad de error que Dios no existe.

Pero pasó lo que pasó, lo que ya todo el mundo sabe: vino el Barça, y a cada gol que les metíamos ellos nos metían tres, y Dios, ese ser de reputada habilidad esquiva, se escondió de nuevo entre las sombras. Porque ganó el Barça, sí, en contra del resultado previsto como concluyente en mi experimento, pero yo, mirando embobado como Piqué se revolvía y marcaba el quinto o sexto o septuagésimo primer gol como si no fuese central, como si fuese Henry, pensé que si al final resultara que existe ese dios improbable, de él al menos se podría decir que sentido del humor tiene, y un evidente sentido justiciero en lo futbolístico, y aprecio por el arte, y que de todo el grupo de sujetos del experimento y de experimentador terminó premiándome a mí, que me gusta el fútbol, y que ayer, por el precio de una liga, pude por fin ver un partidazo en el Bernabeu.

Y me pareció barato.

Visca el Barça, y hala, a comerse al Chelsea el miércoles.

5 comentarios:

  1. Plas, plas, plas... Todo un caballero, David, no esperaba menos ;-)

    Un abrazo,

    Guille

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  2. Dios es un caballero -y, por ello, muy probablemente del Madrid- por lo que, aunque es casi seguro que siga con atención e interés los partidos de fútbol, se abstiene escrupulosamente de interferir en su resultado.

    A mi el fútbol siempre me ha importado tres, pero vivo rodeado de madridistas furibundos. Poco a poco se me va despertando un tenue interés por el asunto, y cuando veo al Barça -o a cualquier otro equipo, que conste, no tengo preferencias- jugar como últimamente juega casi siempre el Barça, la verdad es que llego a disfrutar. Pero tengo que callarme cuidadosamente para conservar la paz familiar. Así que ya quisiera yo que todos los madridistas fueran como Dios y como tú.

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  3. ...yo también me quito el sombrero...
    ...¡¡Lo que vieron nuestros ojos ayer!!...
    ...Abrazos...

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  4. Da gusto ver jugar al barça y también que haya futboleros de equipo que disfrutan con ello, aunque no sea su equipo.

    Ese Dios, que vino, si vino, a este mundo a liberarnos a todos, de ser de un equipo tendría que ser de mi Atlético.

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  5. ¡Oigan oigan, que no me aplaudan a mí ni me llamen caballero, que mi único mérito es que me guste el fútbol y que me haya abducido esa cosa del romanticismo contra lo ramplón, que uno también tiene ojos!

    Y Nán, hmmm, del Atleti, hmmm. Voy a ver si consigo montar una hipótesis según la cual Dios hubiese sido Jesús Gil, ja ja.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.