1.11.08

cata (informal) de vinos



Los ingredientes son unas frascas anónimas e idénticas, un par de pegatinas por frasca y tantas botellas de vino tinto (había escrito "tonto", lo que visto de cierta manera, pega perfectamente) como frascas menos una. La otra es para rellenarla con un cartón de Don Simón. Una pareja de asistentes rellena las frascas, pega en cada una una pegatina con un número y, en papelito que se esconden, escriben qué vino corresponde a qué número. Entonces otra segunda pareja de asistentes reemplaza las pegatinas con los numeritos con otras con letras, y apuntan a qué letra corresponde cada número. Y cuando, así, ya nadie sabe qué frasca contiene qué vino, comienza la cata (informal). Es (informal) así entre paréntesis porque no tiene la tiquismitencia de las catas: mientras se van probando vinos se hincha uno de quesos y canapes y patatas, fuma y sobre todo habla, y de cada vino se va apuntando su color, su aroma, su sabor y su textura, se le puntúa del 0 al 10 y finalmente se lanza la hipótesis de qué vino es. Y nadie escupe al suelo, claro, y todo el mundo se bebe el vino enterito, y cuando a una pareja de tórtolos les da por manifestar su cariño en seguida llega alguna pareja de envidiosas a decir "¡eh eh mira mira, nosotras también, nosotras también!", para sonrojo y/o ojos en blanco de terceras personas que con sus sarcasmos intentaban disimular sin gran éxito la gracia del asunto, que la tenía.

Como la idea es divertirse, las descripciones tenían su cosa. Yo recuerdo un par (una mía y otra de la Legendaria), una que hablaba de de un vino como "rojizo como el capuchón de mi bolígrafo -rojo- en la penumbra de un desván en la Toscana durante una puesta de sol" y la otra que decía "más rojo que el de antes". Dejo al público que piense cuál era la mía y cuál la de la Legendaria (y me reservo el placer de regodearme con las equivocaciones). También recuerdo suspensos que en segunda ronda se convertían en notables altos, y que como había vaticinado Zoe el Don Simón se llevó la nota más alta con diferencia.

La idea la trajeron la ya mencionada Zoe y la nunca suficiéntemente mentada Legendaria. La anfitriona fue la Muchacha. Marina, sus ojos en blanco y yo el resto de participantes (si no contamos a la tía esa acoplada que apareció después, a quien no nombro por anónima y porque no, a cuénto de qué voy a tener que dar explicaciones yo, leñe, vale ya, ¿no?, que este es mi blog y nunca llueve a gusto de todos y a quien a buen árbol se arrima etcétera etcétera). Se supone que el ganador, que es quién más identidades de vino acierte, se lleva un premio que suele tener mucho de simbólico, un librillo, algo así. Esta primera vez, por improvisado, no había un regalo elegido de antemano, pero en fin, como la ganadora fue la Muchacha su premio ha sido una noche conmigo que, hey, no es por echarme flores, pero no estuvo mal.

2 comentarios:

  1. He de decir que yo no acerté ni uno, al igual que Etdn. La ganadora fue la Muchacha, seguida de Zoe, y la Legendaria hizo un dignísimo tercer puesto.

    Sí, bueno, es lo que tenemos los poetas que pasamos noches completas con la Muchacha que no sabemos de las cosas buenas de la vida, véase el Don Simón. En fin...

    David.

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  2. Propongo repetir la catadura, para ir perfeccionando y afinando el paladar, más que nada.

    Y ganaría el Don Simón, pero donde esté un Cumbre de Gredos...(en brik, claro), que se quite todo lo demás.

    Mis ojos en blanco eran de envidia, claro. No está bien regodearse así, nooo, hombreee, noooo. Claro, a falta de otra cosa que llevarme a los labios así acabé, borrachuza perdía...

    En serio, gracias, estuvo muy bien

    (y la crónica, of course)

    pd.- uy, qué palabra de verificación más poética: "supiluna", que suena a sopa lunar o a insulto muy malo.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.