30.10.08

consumir preferentemente antes de: ver envase

Leo en el blog de Maikelnai (que a pesar de ese nick, ejem, es un blog imprescindible) sobre la poca durabilidad de los datos en torno a los que hoy construimos nuestra cultura. Pienso en lo que leí hace tiempo sobre el efecto de una bomba nuclear detonando sobre la atmósfera, con sus rayos gamma alcanzando los átomos de las capas superiores de la misma, arrancándoles los electrones y aniquilando con el pulso magnético resultante toda la cacharrería tecnológica que hay debajo. Pienso en cuánto confiamos en estos cacharritos, los ordenadores, y en los unos y ceros que contienen, y como, tontería clásica de nuestra especie, pensamos que eso va a durar siempre, ahí. La inmensa producción de una humanidad entera (en fin; siempre quedará África, pero supongo que ellos tienen preocupaciones de verdad). Pienso en que si toda la información de la humanidad, ahora más que nunca y, quizá, ahora más fragil que nunca se fuese al garete, ¿qué echaría yo de menos?

Obviamente, música, películas. Y esta forma de asomarme lejos, de hurgar en esta memoria que, a base de chascarrillos y con la excusa del porno, hemos contruido entre todos. Y pienso ¿y de lo mío, qué querría conservar?

Se me ocurren un par de cuentos, y la discografía de Porcupine Tree.

Y pienso que con eso, la Muchacha y un yate cargado hasta los topes de gasoil, por si las moscas, ya tengo respuesta a la pregunta más trascendental de la filosofía, esa de ¿qué te llevarías a una isla desierta?

2 comentarios:

  1. Una guitarra, todo lo que haya escrito Bolaño (hasta los mensajes de texto) y mi muchacha, que también tengo una.

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  2. Me alegro, me alegro de que también tengas una.

    Como sea como la mía respecto a lo de las guitarras se alegrará bastante de la opción guitarril, ja ja.

    Y a mí definitivamente se me fue la pinza: ¿para qué iba yo a querer dos cuentos míos en una isla desierta? Suena un tanto narcisista, ¿verdad? Era para, algún día, leérselos a un hipotético churumbel, debo aclarar, pero puestos a ello la verdad es que me llevaría otros libros. Mitad de cuentos, mitad de bricolage, cultivo y matemáticas, ji ji. Y herramientas. Y un gps. Y una brújula. Y el manual del yate, importantísimo, ja ja, así como cartas de navegación que indicasen los Carrefour más cercanos, hum.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.