27.10.08

balance del fin de semana de rodríguez

Estaba yo escribiendo, para publicar, en vez de esto, el balance de mi fin de semana de Rodríguez, hablando de todas las series que he visto y de todo lo que he jugado al Need for Speed y de la peli que fui a ver al cine (Tropic Thunder: ve a verla, toda la maldita película riéndome, que estuve), pero aceptémoslo, eso no le interesa a nadie, cortemos la paja y vayamos al grano.

Para ser un Rodríguez como mandan los cánones uno tiene que aprovechar la ausencia de su manceba para salir por ahí con otras mujeres y precisamente eso he hecho yo este fin de semana. Salir no ya con una, sino con dos mujeres, ala. Yo no sé si los Rodríguez de los tiempos de las baladas y las leyendas ligaban en esas salidas. Yo, claro, no lo hice. No es que lo pretendiese, naturalmente, pero estando con ellas me vi a mí mismo y me dije que caramba, qué tipo más digno de confianza que soy; yo creo que la Muchacha debe estar orgullosísima de mí, porque dificilmente podría pasársele por la cabeza que su novio (tacho la palabra, que le da repelús, y uso otra más propia) mancebo va a intentar echar una canita al aire, si cuando sale por ahí con otras lo hace con una pareja de lesbianas.

La pareja, encantadora, claro. Excepto quizá por algún detalle como intentar matarme llevándome a un bar donde en el sótano, compinchadas con un camarero sonriente, lograron que fuese golpeado en la cabeza con un vaso de coctel, por lo demás muy majas. Si les perdonamos además eso de sentenciar a (y comenzar a planificar la) muerte a (de) la Muchacha. Desistieron sólo cuando las aseguré que si lo hacen me la llevaré a algún torreón perdido con quince toneladas de maquinaria eléctrica y un par de tornillos y la convertiré en mi pequeña Frankensteinita. Asentimos los tres ante la afirmación de que estaría muy graciosa con las tuercas, un costurón cerrado con grapas en la frente y los brazos así estirados como los tienen Frankie y las momias en el imaginario colectivo, pero a ellas les dio el suficiente repelús como para desistir de su fantasía homicida. O eso dijeron: por si las moscas debo advertirla sobre los peligros de que la lleven a bares de camareros sonrientes donde de pronto alguien se pone a hacer cócteles primero y luego puntería con las sienes del público. No está el mundo como para andar fiándose de nadie.

Luego trataron de secuestrarme y me llevaron a rastras a su casa, pero yo conseguí escapar dándoles esquinazo a través de los salones, corredores y balaustradas de su domicilio, con el infalible truco de emborracharme. Ahora que lo pienso ¿el truco bueno no es emborrachar a los captores y luego, sobrio, huir? Hum. No sé, funcionar funcionó, que es lo que importa, y además, la toledanía le impide a uno ir por ahí emborrachando gente y perdiendo así un valiosísimo tiempo que podría estar invirtiendo en eso, en emboracharse él.

Y al fin, libre cual un grajo, me fui, y me di un paseo nocturno por Madrid y me quedé un ratito en Puerta de Toledo mirando el milagro del nacimiento de los taxis (pasan cientos de miles por esa calle, rumbo al centro. En serio, es un espectáculo digno de National Geographic), y cuando me harté de ver lucecitas verdes revoloteando por la Calle Toledo abordé uno, le obligué a virar en redondo y me condujo a casa.

El taxista era simpático, pero eso ya, como el resto del fin de semana, no merece más comentario. Bueno, quizá aquello de los temblores del viernes o el jactarme de que el viernes hice Mi Primera Tortilla de Patata sí que lo merezcan, sobre todo lo primero. Pero dije que al grano, y uno debe ser consecuente con lo que dice. Y eso va con segundas, pero me temo que es demasiado críptico como para que nadie lo entienda o recuerde a qué me refiero. Igual no debería haberlo puesto, hum. Pero bueno, con suerte igual hasta me da un cierto halo de misterio. Soñar es gratis. Excepto si uno paga el alquiler o la hipoteca del sitio donde está la cama en la que sueña, o se va a un hotel o similar. Ahora que lo pienso ¿es soñar gratis alguna vez?

Bueno, qué más da. Olvida el último párrafo. O el penúltimo. O los dos, porque si olvidas el penúltimo este se aplicaría al anterior y luego olvidado a este al anterior, y al final me quedo sin post, y sería una lástima, para una vez que me da por ir al grano y no ponerme a filosofar sobre mis miedos de que quizá esté jugando demasiado al Need for Speed, que cuando me preguntan que qué coche tengo mi respuesta instintica es “un Pontiac GTO” y cuando mi coche frena poco pienso en tunearle los discos y las pastillas de los frenos, en fin.

6 comentarios:

  1. Los Rodríguez solo salían en aquellas películas tan graciosas, todos llenos de caspa. Los Rodríguez son de cuando las mujeres no trabajaban y no se iban a divertirse a Barcelona dejánte aprendiendo a hacer un tortilla de patata.

    Los Rodríguez son una leyenda urbana arqueológica. Lo de miles de tazcis libres por la noche es otra leyenda urbana.

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  2. eh, que la tortilla fue acompañada señor
    y la tortilla fue a barcelona en un tupper

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  3. Entonces, el título del posto debería haber sido "Amor y plástico"

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  4. aaaaay
    con lo ricas que le salen a la muchacha las tortillas de patata...has tenido buena maestra...

    quiero probarlas (las dos...)
    ¿a qué ha sonado guarrete?

    jijijiji

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  5. yo quiero probar también, quién sabe si echando otro ingrediente... así cada viernes echas uno distinto... uy qué suerte tiene esa muchachaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa (uy cuántas aes)
    besilloooooos

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  6. Cuanta razón tenéis los tres.

    Aunque María más, sí que sonaba guarrete, sí. Pero pudiendo elegir ¿para qué hacer que suene de otra manera?, nji nji.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.