10.9.08

a la mierda el socialismo

Vuelvo a ser un ávido consumidor de minúsculos vasitos de plástico, rellenos de agua fresquita por esa máquina de ahí que burbujea cada vez que le aprieto la clavija y ella eyacula su fresquita esencia para mí.

Cada día, debía beberme un pantano de ella, antes de las vacaciones. Y hoy pantano nuevo para celebrar la vuelta, un pantano grande y lustroso, relleno de aguacero de anoche, malgastado en los brindis vacíos que uno entona al Dios del Trabajo, esa bestia infernal que crearon los socialistas, que, recordemos, son esas gentes que postulan que el trabajo es algo bueno, que el trabajo realiza y que la esencia del ser humano es trabajar.

Yo sinceramente no entiendo cómo nadie lapidó directamente a Marx. Un abogado-filósofo que se pone a arengar a la masa trabajadora, y que si la emancipación y que si la realización del invididuo. Claro hombre. Trabajando con un boli y un jersey de lana raída en una cafetería atestada de humo, cualquiera. Un pico y una vela le había dado yo, y a cabar a una mina, a tres mil metros bajo el nivel del suelo, con un canario muerto y escapes de grisú y tinieblas y derrumbes, a ver si te realizabas así, cretino.

Mis padres siempre han sido, y son, socialistas de pro, o eso dicen, si es que eso es posible en estos tiempos funestos en los que la única diferencia entre los socialistas y los cavernícolas es el color de la corbata. Por tanto, mis padres siempre le han tenido un glorioso cariño al trabajo, y han sido y son tremendamente trabajadores, y mira, hasta ahí se nos cuela el virus socialista, que lee uno eso, “son trabajadores” y se toma como un halago, como un piropo. No hombre no. Qué trabajo ni qué niño muerto. Que lo bueno no es trabajar, lo bueno es gandulear. Lo bueno era yo, ayer, yéndome al cine a esta hora, en lugar de estar aquí, vaciando pantanos a golpe de vasito blanco de plástico. Lo bueno era yo anteayer, despertándome al mediodía de un día laborable. Y todavía me llegan hoy los compañeros de secta, también ellos mordidos por el virus socialista, y me dicen que después de tanta ausencia ya estaría aburrido. Yo les he contestado que qué va, que ójala, que apenas había empezado a aburrirme cuando me ha tocado volver. Y claro, me han mirado raro, porque aburrirse se supone que es malo, y trabajar bueno. Que levantarse a las mil está feo, y que madrugar es de espíritus nobles. Que no, que no. Que el aburrimiento está tremendamente infravalorado. Que madrugar es una mierda. Que yo prefería haberme quedado durmiendo. Que mira que me jode estar pensando todo esto en mi primer día de vuelta al tajo tras las vacaciones, sabiendo que esto, simplemente, va a ser así día tras día, semana tras semana, hasta que vuelva a vivir uno de esos breves episodios de cordura colectiva en el que tenga vacaciones y yo pueda, por fin, dedicarme a hacer lo que me gusta, o sea nada.

7 comentarios:

  1. Y en un tono un poco serio... hablando de Marx... la verdad es que me ha sorprendido la realidad de lo que él dijo y no lo que otros dijeron que dijo. Desde un punto de vista antropológico, el marxismo está muy bien visto en muchos ámbitos, consensuado como teoría válida y luego modificada con el tiempo adaptándose a la realidad. Lo que salió de su teoría es punto y aparte.

    Y ahora en un tono menos serio... parece que esto es eso que dicen del síndrome postvacacional, ¿no? :P En fin, o recolectamos plantas para sobrevivir, o hay esclavitud que hace el trabajo por nosotros, o instauramos un feudalismo... o tenemos esto, trabajar para poder vivir...

    Como dice Saramago sobre un centro comercial, "podría venderte lo que necesitas, pero prefiero que necesites lo que te vendo". Y así trabajamos y trabajamos...

    ResponderEliminar
  2. Es tan didáctico que copio entero, sacado del blog La Lechuza, estos tres párrafos.

    «Lafargue, aparte de por ser yerno de Marx, casado con su hija Laura, es conocido por divulgar el pensamiento marxista, en especial en España, y por su libro El derecho a la pereza, cuyas tesis fueron pronto consideradas por los marxistas clásicos y por los leninistas como pintorescas y utópicas. Sin embargo, sigue siendo interesante, a condición de que se relacione la pereza no con la siesta sino con el otium latino. El culto al trabajo, dice Lafargue, constituye una extraña locura, una religión de la abstinencia que genera cuerpos debilitados, espíritus encogidos, en suma, seres mutilados.

    Un domingo de noviembre de 1911, a los 69 años, después de ir al cine y saborear unos pastelillos, decidió, junto a Laura, que había llegado su hora y que ya no verían amanecer.

    Sano de cuerpo y espíritu, me doy la muerte antes de que la implacable vejez, que me ha quitado uno detrás de otro los placeres y goces de la existencia, y me ha despojado de mis fuerzas físicas e intelectuales, paralice mi energía y acabe con mi voluntad convirtiéndome en una carga para mí mismo y para los demás. Desde hace años me he prometido no sobrepasar los setenta años; he fijado la época del año para mi marcha de esta vida, preparado el modo de ejecutar mi decisión: una inyección hipodérmica de ácido cianhídrico. Muero con la suprema alegría de tener la certeza de que muy pronto triunfará la causa a la que me he entregado desde hace cuarenta y cinco años.»


    Por que Marx son muchos, y a ti te encontré en un sótano.

    ResponderEliminar
  3. Sí, el trabajo dignifica y los curas no practican sexo, esos son los dos pilares de verdad sobre los que gira mi vida.
    Aaaayyy, qué ganas tengo de abrazarles.

    ResponderEliminar
  4. ¿Ganas de abrazarles? ¿¡A los curas!? ¡Qué rara eres, Carmen! :P

    Lola, en fin, bienvenida, y te contesto aquí también a lo otro, sí, uso photoshop, mucho, y gracias.

    En lo que a esta respuesta respecta, ejem, me pone de malas pulgas el uso gratuito de palabras de ciencia rigurosa en el contexto antropológico. Dices que está consensuado como una teoría válida. Las teorías, Lola, no se consensuan: se demuestran. Y eso en antropología es imposible, que yo sepa, aunque igual estoy en un error, y puedes darme una demostración válida del marxismo. Aunque entonces no sé qué falta haría ningún consenso.

    Te veo incurrir en una contradicción, de todas formas: dices que "está muy bien visto en muchos ámbitos" y luego que está consensuado como teoría válida. Si lo primero fuese cierto no está consensuado, y si lo fuese lo segundo, estaría bien visto en todos los ámbitos. Y luego dices que lo que salió de la teoría esa es punto y aparte, pero justo antes dices que se ha sido modificada con el tiempo para adaptarse a la realidad. ¿Y la modificación no es precisamente lo que sale de la teoría?

    Y yo no tengo síndrome vacacional, a mí eso del síndrome ese me suena a invento para llamar de forma tan complicada algo tan sencillo como las pocas ganas de ir a trabajar mezcladas con el recuerdo de lo bien que se estaba sin hacer nada.

    En cualquier caso, no debería ponerme tiquismiquis, si el tono del post era el que era, pero es que me mentas la palabra teoría y yo salto, nada que hacerle, en fin, disculpa.

    Nán, Lafargue me cae bien. Solo que no veo por qué tratar tan mal a la siesta.

    Totalmente de acuerdo con él respecto a lo del culto al trabajo, esa cosa horrenda.

    ResponderEliminar
  5. qué envidia.
    Qué verborrea hasta en sus propios comments.




    Pardiez.

    ResponderEliminar
  6. qué bonito eso de 'a tí te encontré en un sótano' parece una metáfora...

    pues a mí me gusta que el trabajo que haga (todo esto en supuesto (iba a poner en teoría, pero casi que no)) me guste, es más, lo necesito

    y me siento mal si hago cosas que no me llenan puesto que ya que has tragado estar mucho tiempo haciendo eso mientras podrías estar regando flores, por lo menos, que te sientas a gustito...

    ResponderEliminar
  7. Ya pero es que Aroa, a mí que me paguen por hacer lo que me gusta (o sea dormir, hacer fotos, ver cine, escuchar música y escribir) es virtualmente imposible. Así que lo hago en mi tiempo. El otro, las ocho horas diarias, son el precio para poder pasar las otras 16 haciendo lo que puedo de todo eso. Vamos, que yo las cosas satisfactorias las hago en los ratos libres... y luego no sé si no serían distintas esas cosas, menos geniales, si las hiciese cobrando, si no las hiciese porque quiero sino porque tuviese que hacerlas, hm.

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.