19.9.08

la guerra genérica

Ya me conoces. Ya sabes que a veces –ejem– me gusta polemizar, y que a veces suelto opiniones chocantes que ni siquiera son realmente mías simplemente por montar la tangana, por hacer que se monte un debate psicodélico y por pasar el rato con algo de lógica llevada al límite y con alguna falacia lógica escurrida aquí y allá. Pero hay algo mejor aún que eso, que se puede hacer con bastante menos frecuencia, que es conseguir que se monte un debate de esos de indignación y desvarío entre personas que en principio ni siquiera estaban discutiendo, y entonces uno puede dar un pasito atrás, apagar su micrófono y disfrutar de algún linchamiento.

Acaba de suceder, y hay que darle las gracias a Rafa Nadal y a Sam Querrey, que mientras escribo están jugando el primer partido de la eliminatoria de Copa Davis entre España y Yanquilandia. En fin, ya me conoces, decía, y por eso ya sabes que a mí me pirra el tenis, con su solitaria caballerosidad de dos únicos jugadores separados por una red y un montón de campo, con ese refinamiento de no poder dar a la pelota sin el apéndice de la raqueta, con sus reglas exhaustivas y rigurosas que lo cubren absolutamente todo, con su forma de contar y sus carreras y esa profunda y bella geometría que despliegan los buenos jugadores.

Y estaba yo desayunando y viendo en una tele sin volumen a El Comentarista, Alex Corretja, pensando que qué pena que la Davis empiece así de pronto, un viernes a las 12 (cosa que, englobada en el estrafalario marco de toda la normativa del tenis, es por otra parte adorablemente bizarra), y que estaría bien verla, cuando he pensado que la Muchacha está en casa y que debajo de su televisión reposa un reproductor DVD que además de ser reproductor de DVD tiene un bonito disco duro que sirve para grabar cosas de la tele, así que mientras pagábamos el café y el bocadillo de francesa con chistorra (qué almuerzo sugerente) la he mandado un mensajito diciendo que a ver si me lo podía grabar.

El problema, triple, es que

  1. en el Palacete sólo hay una conexión para la antena junto a la tele, y que si la ocupa la televisión el DVD no coge señal, y no puede grabarse.
  2. si se enchufa la antena al dvd es complicado saber cuál de los modos AV de la tele hace que se vea el DVD, porque...
  3. el DVD es un aparato de un funcionamiento gótico y tenebrista, y para ver la tele hay que andar hurgando por menus y menus descartando estar viendo canales muertos o un DVD ausente o reproducciones de viejos capítulos de series que hay ahí grabados nadie recuerda de cuando.

Así que nos hemos cruzado unos cuantos correos la mar de confusos por lo errático de mis recuerdos sobre el aparatito y lo confuso de mi prosa entusiasta y voluble. Y como pasaba por aquí mi tocayo de oficina (hoy no le pongo siglas, se siente) se lo he comentado con una versión sesgada y malintencionada como ella sola.

–Ay, las mujeres y los cacharros –le he refunfuñado–. Anda mi novia en casa peleándose con el vídeo para grabarme el partido de Nadal, y no sabe cómo hacer que funcione.

–Es que ya lo digo yo siempre, las mujeres y la tecnología... –ha comenzado a divagar él desde toda la experiencia de su extrema juventud, su desguarnecida inocencia y la panoplia de topicazos de rigor. Yo he sonreído con esa sonrisa que Terry Pratchett siempre llama grin, y me he girado hacia mi compañera de delante (que por cierto y ahora que lo mento, comparte nombre con uno de los personajes más gloriosos del señor Pratchett, Yaya Ceravieja). Pero estaba distraída en sus tareas, mirando algo atentamente en su pantalla.

–¿Esme, has oído lo que ha dicho David? –he preguntado con toda la inocencia que he podido ponerle a mi voz.

–¡Cabrón! –ha gritado mi tocayo junto a mí.

–No, ¿qué dice? –me ha preguntado ella, sonriente.

–Que las mujeres sois unas torpes y no tenéis ni idea de manejar ningún aparato eléctrico.

La sonrisa de Esme se ha desplomado según apuntaba sus ojos hacia mi tocayo.

–Bueno, no todos –se ha defendido este–, o sea, la plancha y la lavadora sí...

Y ha estallado la guerra genérica, que sigo escuchando de fondo, mientras escribo estas líneas y miro, de reojo, la web de El País, donde dicen que vamos un set abajo, pero que Nadal ha conseguido zafarse de un break con otro y va empatando a 2 juegos en el segundo, cosa que veré luego porque, naturalmente, la Muchacha ha puesto el partido a grabar sin problemas.

Ya me conoces. Ya sabes que a veces –ejem– soy un pelín maligno.

2 comentarios:

  1. ¡¡¿¿Tienes una compañera que se llama ESMERELDA??!!

    Por cierto: hace muchos años que algún hinjeniero diseñó divisores de potencia para RF, así que no te será difícil encontrar, digamos "ladrones" para conectores de antena. Eso sí, obviamente, perderás 3dB de potencia en cada uno de los nuevos conectores, no sé si podrás soportarlo :-P

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  2. Bueno, la llamanos Esme, como la llamaba Tata, así que yo lo daría por bueno. Claro que yo no soy el hinjeniero tiquismiquis cortarrollos sabiondo, ji ji.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.