Podría costar trabajo pensar qué escribir un lunes como este, con la Legendaria visitando la ciudad, las tormentas nocturnas que provocan riadas, ETA a lo suyo y el mundo dando sus pequeños pasitos erráticos en la cuesta abajo resbaladiza de ciertas ocasiones. Podría, pero no. Hoy, día nublado y tenebroso, el cuerpo me pide viejos amores, desengaños y reencuentros.
Creo que ya he mencionado –y si no da igual– que ando leyendo a Nick Hornby contar su adicción al fútbol. Le leo con la mezcla de pena y fascinación que un aficionado mucho menos consistente que él puede profesarle a ese deporte, y me quedo pensando que qué fuerte y qué peligroso es queder con tanta intensidad algo tan aleatorio, tan, en realidad, ajeno, y luego como a todos nos gusta ponernos hipocondríacos me pongo a pensar si yo tengo alguna pasión así, como esa. Me sale la música. Y bien podría ser.
No es que hiciese falta excusa alguna para pensar en la música, paso bastante tiempo al día dedicándome precisamente a eso, pero últimamente me han dado nuevas razones, y todo por culpa de Xavie, que se empeña en salir en el dramatis personae de este blog ya sea por una razón o por otra, y que el viernes, en cierto punto de la noche, recordó mi friquismo musical y me preguntó si tenía yo ya el último disco de Metallica.
–No, ni ganas –respondí, faltándome sólo escupir al suelo–. Metallica murieron para mí con el Disco Negro (o con el Live Shit: Binge & Purgue, o con el Garage Inc., pero no después).
–Ah, bueno, es que yo lo he estado buscando por Internet y chico, no hay forma de bajarlo, aparece borrado en todas partes.
–Oh, ¿de veras? Hum –respondí yo, crispándome. Porque yo renegué de Metallica hace muchos, muchos años, pero no sólo por la calidad musical. También tuvo algo que ver el caso Napster. También tuvo algo que ver que yo fuese uno de los 100.000 fans que la banda denunció a los tribunales. Y desde entonces les he aborrecido bastante, pero siempre ha supuesto una pequeña satisfacción bajarme sus discos, aunque sólo fuese para borrarlos después. Sólo por el placer de haber hecho, fácilmente, eso que por lo visto tanto les jodía. Así que luego cuando llegué a casa y me acordé de aquello me puse a buscar, y efectivamente, el disco ha sido subido y borrado a muchos sitios. Pero tratar de evitar que esté en Internet es como luchar contra las zarzas en mi pueblo: tardas más en cortarlas que ellas en expandirse. Así que en un minutito de uso de www.shareminer.com di con un par de enlaces que funcionaban. Procedí a escribirle un educado correo a Xavie diciéndole que ña, ña, ña, y a cumplir la rutina de bajarme el disco. Esa cosa de título raro que se llama Death Magnetic.
Y ya que lo tenía bajado, me puse a escucharlo de fondo mientras satisfacía el ansia matinal de tostadas con mantequilla y mermelada con el que la Muchacha se despertó el sábado. Escuché así por encima las 4 últimas canciones. Las dos primeras me parecieron flagrantes refritos de temas viejos (en especial la segunda, con un riff al principio que era el de 2x4 con un par de notas del mismísimo The Four Horsemen. Las letras de la primera o la segunda canción parecían montarse en la misma melodía que las del Creeping Death). Y cuando empezó la 4ª canción me dije que no contentos con plagiarse a sí mismos con una actualización del Fade to Black, sino también habían decidido aliñarlo plagiando también a Iron Maiden. Es fácil pensar así: le tengo muchísimo rencor a ese grupo que fue tan inmenso y que se volvió tan zafio y que sacó discos que tan poco me han gustado. Pero luego los escucho y dejando de lado la batería del patán de Lars Ulrich, soy capaz de reconocer, escuchando un solo de guitarra, si lo está tocando Hetfield o si corre a cargo de Hammet. Y escuchando y despreciando, me di cuenta de que si ese disco no fuese de mis ahora odiados Metallica, sería un disco que me gustaría. Así que la conclusión es que tras dieciséis años, Metallica ha sido capaz de componer canciones que me gustan. Suenan a refrito de lo viejo, sin duda, ¿pero cuántas veces, oyendo el nuevo material que escribían, he pensado que ojalá se dedicasen precisamente a esto? Y en consecuencia, me he rendido, he admitido que Metallica fue uno de mis primeros amores en lo musical (ellos y Blind Guardian, mis dos primeras pasiones, la primera ahogada por un pasado glorioso y un día a día patético, y Blind Guardian ahogados por si mismos y por esa manía de sacar discos cada cinco años), y he sentido eso que se supone que se siente en la presencia de alguien que, algún día, amamos, cuando después de muchas veces de coincidencias en algún bar y de pensar qué risa más lamentable o vaya peinado o de la que me libré un día aparece y uno piensa que vaya, que qué figura, que esa sonrisa sigue teniendo toda su pólvora, que algo de lo que me enamoró sigue ahí, latiendo, evidente una vez más después de años de ausencia. ¡Dieciséis años, nada menos!
Así que esta semana me voy a dedicar a escuchar el disco con recelo y con atención, pero también con algo de maravilla y mucha nostalgia sorprendida. No he escuchado aún más de esas cuatro primeras canciones: voy despacio, apuntalando cada paso, estudiando a fondo cada canción. Por ahora me gustan, y hay que reconocerlo, por ahora, valen la pena. Así que aquí queda mi sentencia y mi veredicto por ahora: igual, por fin, han vuelto a acertar, han conseguido que pueda escucharles y recordar sin sentir arcadas que precisamente ellos revolucionaron el thrash metal, y que el disco es un disco que recomiendo encarecidamente bajarse de internet.
Pero eso sí y por supuesto: de comprarlo ni hablamos, que a costa de haber vendido basura y de haber exprimido su pasado al máximo, ya se han hecho lo suficientemente ricos.
ooooooooh, yo esperaba una historia de niñas y gafotas y me encuentro mas metaloides peligrosos volando por todas partes, como en mi coche, o mi casa, o mi vida ya poco cantautoril... buaaah (llanto)
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ResponderEliminarNo se puede estudiar un fenómeno sin contaminarlo. Y es verdad. Ahora mismo estoy contaminando mi en cuestra de que atrae más el sexo que el amor.
ResponderEliminar¿Por qué no se podrán poner comentarios como si fueran grafitis o glosas, donde mejor te pille? Yo habría puesto esto entre los dos, sin subir a 3 la cuenta del amor.
Aroa: ¡Escucha a Porcupine Tree, que no son metaloides volanteees!
ResponderEliminarY me pensaré lo de hablar de niñas gafotas, aunque luego ya me veo a la Muchacha mirándome con la cara que tiene en cierta foto de la infancia, esa de
ò_ó
Nán: tu deseo fue una orden fácil de cumplir. Aunque mejor no voy a pensar las implicaciones freudianas que podria tener eso de querer meterse entre los dos. ¿Es porque aprieta el frío, verdad?
Entre los dos posts, compañero. ¿Qué se había pensado usted?
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