ni una mísera lasaña

“El autor ha estado sopesando la posibilidad de irse a la cocina a comer quesitos a palo seco. El autor piensa que ésto es mejor que estar en la calle delinquiendo.”

(Perro, mi más rendido fan, en illoillomostro)

Copio y pego de El País:

 

Valer menos que un plato de lasaña

Un joven secuestrado por cuyo rescate pedían un plato de lasaña no logra que paguen su rescate

 

(Madrid, agencias) La tranquilidad de un domicilio del madrileño barrio de Lucero se vio alterada, anoche, por la llegada de un mensaje de texto al teléfono de uno de sus inquilinos, J.S.B.: en él le informaban de que su compañero se hallaba retenido en contra de su voluntad por dos mujeres, P.L.C y A.M.D. Ambas mujeres reclamaban, a cambio de su liberación, una fuente de lasaña hecha por J.S.B., quien por lo visto y según parecía haber estado declarando la víctima del secuestro, un tal D.R.R., cocinaba de maravilla.

Al parecer y según el comunicado oficial de las dos secuestradoras, J.S.B. declinó el pago del rescate y comunicó a las secuestradoras que podían quedarse con el rehen (según se pudo leer en el móvil de P.L.C., “pa vosotras pa siempre”), incluso después de que estas le comunicasen que lo tenían retenido en el concierto de un cantautor, situación esta a la que por lo visto D.R.R. (aficionado a la música satánica en general y al death metal melódico progresivo de Gotemburgo en particular) tiene alergias varias y fobias diversas. Como explicó D.R.R. en su propio comunicado oficial, “no hay nada que reprocharle a Juanito, yo hubiese hecho lo mismo. O hubiese hecho lo mismo si supiese hacer lasaña, que va a ser que no. Pero a lo que iba, el alquiler del mes ya estaba pagado, y era un mes de vivir solo. Y además era un poco tarde para ponerse a cocinar. Yo hubiese hecho lo mismo, y no tengo nada que reprocharle al inmenso capullo de Juanito, miserable, mal amigo, traidor, ahí se le sequen y se le caigan los ojos y los güevos, mi querido compañero de piso, cría cuervos, ya te pillaré durmiendo, ya”.

El secuestro fue descubierto por casualidad por la policía local cuando la víctima y una de sus captoras, que lo sujetaba mediante un cariñoso abrazo, chocaron con una pareja de efectivos de los cuerpos de seguridad del municipio mientras se manoteaban los bolsillos, despistados al ir buscando un mechero mientras se dirigían, ya terminado el concierto, hacia el coche de la secuestradora, presumiblemente para ser trasladado a la sierra, ejecutado y enterrado en una acequia.

Al parecer las secuestradoras se quedaron anoche sin lasaña pero saldrán impunes de tan rocambolesco secuestro: la víctima proclamó que el concierto hasta había sido divertido (aunque en posteriores declaraciones se desdijo apelando a su reputación y su imagen pública), y que la secuestradora ausente era amiga suya y que la que lo trasladaba era su novia, para luego desdecirse alegando que las amigas “de la Muchacha” (sic) se traían un cachondeíto considerable con esa palabra y que prefería considerarse mancebo, consorte, concubino o bufón oficial de palacete, por ese orden. Cuando los psicólogos del SAMUR trasladados al lugar trataron de interesarse por su severo cuadro de Síndrome de Estocolmo el tipo este se deshizo de los psicólogos alegando que su carrera no tiene ningún rigor científico, que de Estocolmo son grupos buenísimos como Opeth y Katatonia, y que un tal Ghost Rider hizo todo el camino de Estocolmo a Uppsala, unos setenta kilómetros, en menos de 15 minutos montando una Suzuki Hayabusa.

Los agentes del orden, después de aquello, no tuvieron más opción que reducir a D.R.R. mediante el uso masivo de gas lacrimógeno, y se fueron de allí dejándole allí con la secuestradora, presa de un ataque de tos y de un debate sobre si alguien que toca con la ayuda de una flautista y una pianista puede, en rigor, considerarse un cantautor.