29.1.08

existir

El tema de la existencia en sí y mis noches en vela pensando al respecto viene de antiguo; no sé si alguna vez he contado algo de aquel examen de filosofía en el que saqué una pedazo de nota porque a mitad del examen me puse a divagar sobre Descartes y a argumentar que su legendario razonamiento (que luego, he leído, el quiso matizar como intuición, no como razonamiento, lo que dice mucho a su favor, para mí) de “pienso, luego existo” era basura lógica, porque parte de un yo pensante, asumiendo su existencia, para concluir que existe, y que tanto valdría decir “corto el cesped luego existo” o “me hurgo la nariz luego existo”.

Luego, el tema de la existencia se ve apoyado por los canales extraños de rigor: En 2004 Disillusion sacó su primer disco, Back to Times of Splendor, una maravilla de death metal melódico progresivo capaz de sonrojar a los mismísimos Opeth, y yo me enamoré de ellos. Luego, buscando noticias sobre su siguiente disco, descubrí que Dark Suns andaba grabando un nuevo disco que producía Andy Schmidt, el cantante, guitarrista, compositor y demás de Disillusion. El disco se llamó Existence, salió en 2005 y es buenísimo, mucho más light que el disco de debut, mucho más en plan rock progresivo, y genial de principio a fin.

Y claro, yo me acuerdo de descartes y tengo que ponerme a los Dark Suns (que por cierto y como nota más personal que otra cosa, sacan disco nuevo en un mes) porque andamos la Muchacha y yo contándonos, últimamente, las dudas que nos asaltan cuando no estamos delante del otro sobre su existencia, sobre si todo esto ocurre o es mera fantasía. Que no lo es, fantasía, pero diablos, a veces lo parece, uno está acostumbrado a dudar de si mismo y de la frontera entre sueño y realidad, y por lo visto, maravillosa maldición compartida, ella también.

Así pasa que yo, cuando hablo con ella después de un par de días sin verla, me sorprendo muchísimo. Porque pienso en ella horrores, y eso la vuelve algo interno, propio. Y la leo, la leo muchísimo, pero uno, sobre todo en los primeros tiempos, lee con voces inventadas, que viene a ser con voces propias. Pero claro, la voz es una reivindicación de la identidad tan fuerte y tan literal que estar ahí agarrando un aparatito y escuchándola reírse, hablar, entonar, cabalgar los ritmos de sus frases a su manera, significa estar de pronto sintiendo la evidencia de que ella es real, de que existe. Las sorpresas geniales de la vida.

Y así pasa que ella, me cuenta, piensa a veces, cuando está llegando a casa a hacerme una visita, que igual todo esto es una ilusión, un delirio, y que cuando llame a mi puerta yo, sorprendidísimo, la reconoceré, porque conocernos nos conocíamos, aunque no según toda la lista de significados de la RAE, y no sabré qué hace allí y ella pensará, no sé, en fallos en Matrix o algo por el estilo. Pero luego aparca el coche, mira mis mensajes en su móvil, recuerda esas cosas que no nos podríamos imaginar por nuestra cuenta y sube a casa tan convencida de que existimos, ella, yo, y toda nuestra circunstancia.

Y si no, pues tampoco estaría mal, poder conocernos otra vez. Poder perder una noche mirando las estrellas caer al mar desde la cubierta del SS Bremen. Por qué no.

Y yo me digo si tal vez Descartes no debiese haber enfocado el problema de la existencia desde la segunda persona del singular. Y silbo y pienso qué le haré hoy para cenar (a la Muchacha, no a Descartes).

2 comentarios:

  1. A mi también me ha pasado eso a veces, pero yo nunca me he acordado de Descartes sino de Cortázar. Bueno, mejor dicho, de la madre de Cortázar... porque hay que ver como ha conseguido el hombre meterme el miedo en el cuerpo con esto de jugar a "no se sabe qué es lo real hasta que yo lo digo"
    Pero al final, siempre le acabo perdonando porque soy una blanda...

    Por cierto Muchacha, muchas gracias por ese pdf tan prosaico como necesario XD

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  2. Qué bonito es un pastel convertido en tremenda reflexión sobre la existencia. Y qué lindo sobretodo eso de las voces, y qué razón tienes David, porque mira que hay gente que me dice Pi, que ya suena tierno de por sí, pero sólo hay uno, uno, una voz, un tono, una i larga y tierna y linda, sólo una, que me eriza la piel a pesar de la distancia.

    Es curioso, como a tí, una i.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.