21.12.07

la filosofía del fregadero

Estaba yo fregando anoche a la 1 de la mañana, y mientras me dedicaba a filosofar sobre la vida, la muerte, este blog y la Muchacha. Los dos primeros temas, que son el mismo, no son nada reseñables, porque me paso la vida pensándolos y teniendo una infinidad de pensamientos estúpidos al respecto, y el último tampoco tiene nada de raro porque, claro, pienso mucho en la Muchacha, en todo momento, y me lo paso muy bien haciéndolo. Lo que me pareció raro fue darme cuenta de que cuando más tiempo dedico a filosofar sobre el blog es cuando estoy fregando.

Así que allí estaba yo, vencido por la grasa en la batalla de la espumadera, y diciendo, para mis adentros y los azulejos, porque me gusta hablar solo, que me gusta mi blog, este blog, porque es mi vida, y dándome cuenta de lo que eso significa, porque sospecho que uno está especialmente fértil en lo filosófico cuando friega: que me gusta mi vida.

Pues qué bien. Tampoco es que sea un descubrimiento paradigmático ni nada por el estilo, pero no suelo pensarlo así, explícitamente, ni decirlo en voz alta, y me gustó pensarlo. Sonreí, eché mano de nuestro estropajo de mayor calibre, capaz de quitarle la pintura a un petrolero, le volqué el jabón encima, dejé el frasquito en la encimera con ese golpe contundente que hace que el aire que tiene dentro salga y forme pompitas con el jabón que queda en la boquilla, y me entretuve un rato mirando el revolotear de las esferas iridiscentes, que son el más espectacular acontecimiento del fregado, sin duda, y que siempre le hacen a uno pensar en Lovecraft. Y, así, viendo colorines y con pensamientos tangenciales sobre deidades primigenias, me solacé un ratito en mi alegre optimismo.

El problema es que cuando uno tiene un pensamiento triunfal inmediatamente debe tener otro catastrofista si no quiere que su ego lo aplaste bajo su peso descomunal. Y como era tarde y yo no duermo, las asociaciones de ideas pueden ser un poco peregrinas, así que mientras emprendía mi segunda batalla contra la espumadera pringosa, pensé algo que yo creo que es sumamente tierno y sumamente estúpido: debo evitar a toda costa que la Muchacha tenga tiempo libre, o igual le da por leerse mi blog entero. Porque una vez lo haga se sabrá mi vida entera y no quedará nada por descubrir.

Era una idea curiosa, por un lado tristísima heredera de mi más rancios tiempos de autoestima inexistente, y por otro, qué coño, una divertida forma de ponerse a pensar en las estupendas formas que a uno se le pueden pasar por la cabeza para distraer a la Muchacha.

Pero era una idea bastante inconsistente incluso para los estándares de mis ideas. Nunca tardo demasiado en contarle mi vida a nadie. Tampoco es que haya hecho gran cosa en la vida. El pasado, aparte del libro de Pauls, es sólo el camino hasta el presente, y si hubiese que escribir mi vida en la contraportada de un libro quedaría algo sosísimo. Bah, el pasado. A mí siempre me ha gustado más el futuro y, sobre todo últimamente, el presente. Y el presente siempre está un pasito por delante de lo que escribo aquí.

Dejé de frotar como medida preventiva para ahorrarme unas agujetas, resignado a haber extendido la grasa sin hacerle mucha mella (es que cómo estaba la espumadera, en serio), y me puse a aclarar cacharros mientras tuve el que siempre, en estos casos, resulta ser mi penúltimo pensamiento: David, piensas demasiadas tonterías.

Y acto seguido, como siempre, vino el último, que es el que siempre cierra la función: Pero me gusta pensar tonterías.

Suceden en el presente, son el blog de mi cerebro, actualizado segundo a segundo. Son mi vida en directo y las respuestas de mis yoes. Y son mi patrimonio, y suceden todo el tiempo.

Lo que garantiza al mundo en general y a la Muchacha en particular mis estupideces de por vida.

Y sonreí, y fregué el suelo y me fui a dormir, a ver si soñaba con ella.

5 comentarios:

  1. La ternura te sienta Tan Bien.

    Felicidades.

    Por cualquier cosa.

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  2. Ay, Deivid, Deivid, es verdad, te sienta muy linda la ternura. Me encanta ese tono triunfal de tu optimismo, de tu conversación contigo mismo mirando azulejos.
    Contagioso, envidiable, maravilloso.
    Un abrazo grande.

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  3. Qué bien, como llega la Navidad por fin tengo algo cuerdo que responder a tanto "felicidades": ¡Igualmente, Lara!, ja ja.

    Y muchas gracias, Pi. Me parecer rarísimo que envidies a alguien que friega y que opines, también, que las pompitas de jabón son maravillosas, la verdad, pero muchas gracias de todas formas, guapa, y otro abrazo grande para ti. O, bueno, la mitad del mismo, que queda más propio que andar abrazando el aire.

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  4. Curioso. Yo tampoco soy muy de dormir. Pero el único motor que me consigue llevar hasta la cama siempre es "a ver si sueño con él".
    Bonito blog. De verdad.

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  5. ¡Hey, Sti! No te había visto responder (Google se está comiendo algunos avisos como parte de sus banquetes navideños, parece), y casualmente vengo yo de responder por primera vez en tu blog. Qué horror. Ahora va a parecer que lo he hecho por cortesía o por modales, uf.

    Muchas gracias por el piropo al blog, me sonrojo y todo. Y un saludo, y bienvenida, y tu blog más.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.