Resulta que la muchacha tiene un trabajo que consiste, por lo que he comprendido, en ir a la sierra a ver si nieva o en indagar sobre el lado siniestro del mundo de la chirigota a altas horas de la madrugada, desde el cuál, como tiene el oído fino y es mujer perspicaz, se entera de cosas que de vez en cuando, por darme envidia, me cuenta.
–Se ha quemado el Olimpo –me dijo el otro día.
Y me contó que el olimpo era el lugar favorito de un profesor suyo de filosofía, cuyo nombre, que es Joserra, me empeño en olvidar (ahora es que acabo de preguntárselo, por centésimo septuagésimo novena vez), adepto a las camisetas imperio y propenso a sospechosas manchas. Yo inmediatamente le imaginé como un romántico enamorado de la mitología y la cultura griegas, probablemente un feliz y de sexualidad alegremente reprimida que sabría recitar de memoria eso de “dime Zenón, qué piensas tú: ¿El Ser es, y el No Ser no es, o el No Ser no es y el Ser…?”, y en fin, demás vainas a las que los griegos, que como todos sabemos tenían yogures pero no televisión, eran propensos cuando se hartaban de tomar el sol en sus paradisíacas playas.
Le imaginé resentido por algún desengaño, roto por algún drama, desatendido en lo más negro de una tragedia renegando de sus dioses paganos, yendo a buscarles y prendiéndoles fuego al garito, un Nietzsche retroactivo.
Pero no. Resulta que el Olimpo es un burdel de la N-VI, que se quemó el día de mi cumpleaños a las 8 de la mañana. En mitad de una helada de espanto, la gente que allí había, unas cuarenta personas, salió pitando de allí a pasar frío en la escarcha, hasta que llegó la Guardia Civil, y se los llevó a todos al cuartelillo porque se estaban quedando pajaritos.
A mí la idea de que un lunes a primera hora haya decenas de personas en un burdel me llena de optimismo, creo que porque les veo gente que tiene muy claro cómo empezar con buen pie la semana. Pero no me duran mucho los sentimientos nobles, porque luego viene la imagen de las cuarenta personas desnudas, envueltas en mantas de la Guardia Civil, atestando el cuartelillo e hinchándose a café caliente mientras piensan cómo diablos le van a explicar luego a la parienta, e casa, por que llegan sin ropa, con una manta encima y las cejas chamuscadas, y me río, me río, qué le voy a hacer.
Y luego abrazo a la muchacha, le doy las gracias por contarme historias tan divertidas y esgrimo mi sonrisa de idiota, porque en el fondo siempre he sido un tipo educado.
y además, joserra, se permitió suspender lógica con un 0 (con un 0!!!!!!) a la muchacha...
ResponderEliminarqué fría se ha servido esta venganza...
Tiene hielo y tiene fuego: definitivamente una venganza perfecta.
ResponderEliminarSi es que a veces el mundo hace clic...
Un cero en lógica, sí, pobrecita ella. Aunque bueno, supongo que eso podría explicar alguna de sus querencias, digamos yo, digamos lo que escucha, ejem ejem (ji, ji, ji).
Has vuelto a hacerlo. Es súblime la escena, y son fantásticos tus pensamientos.
ResponderEliminarDe nuevo, gracias