15.10.07

música para la historia

Hay que ver lo poco que duran las rutinas: Dos semanas intentando poner cada lunes un cuentecillo y a la tercera voy y me lo salto, hay que ver. Tengo disculpa, tengo disculpa: Hoy no he ido al trabajo y es en aquel ordenador donde tengo el cuento que iba a ir hoy, que es el que tiene que ir a continuación de los otros dos aunque sea porque a la gente a la que siempre le gustaron los dos primeros siempre le encantó el tercero (aunque yo cada vez que lo releo le veo menos gracia. Claro que eso me pasa con todos). Y por cierta coherencia argumental porque repiten dos personajes aunque estén totalmente sacados de su contexto.

En cualquier caso toca tirar de otra de las manías recurrentes de este blog, junto a la de la inconstancia: La música. Oh, sí, la música, lo siento. Es que este fin de semana nos fuimos aquí mi agente y yo al pueblo en el coche, los dos solos, y ella se llevó un cd de los Red Hot Chilli Peppers, un recopilatorio que, como buen recopilatorio, no tiene ninguna de mis canciones favoritas de los R. H. C. P. (siempre me pasa. Excepto con Kula Shaker. Claro que tenían dos discos cuando sacaron el recopilatorio, y les estaba difícil fallar... y aún así se dejaron la mejor, en fin).

El caso es que iba mi agente abstraída pensando en sus cosas y yo iba escuchando la música y pensando que, realmente, los Red Hot Chilli Peppers (pensaba abreviarlo pero me parece un nombre demasiado gracioso para evitarme la molestia de teclear quince letras de más) son un grupo inmenso, y que no sería de extrañar que igual que ahora de épocas pasadas hay gente que se ha ganado la gloria (como por decir unos cuantos nombres al azar Ella Fizgerald, los Beatles, The Doors, Led Zeppelin o Janis Joplin, y sé que me dejo a miles pero es por decir cinco -tenían que ser cinco. Si es que...- de los que todo el mundo conoce, y esa es la idea) a los californianos estos (porque son de allí, ¿verdad?) se les recuerde en tiempos venideros como algo bueno de esta actualidad nuestra en la que por pura saturación va a ser dificil destacar y en la que, y he aquí la maldición de nuestra música, precisamente por eso habrá cantidad de grupos que caigan en el olvido aunque sean buenísimos.

Total, que me dio por pensar en las cinco bandas que, en mi opinión, más fácil lo tienen para pasar a la posteridad del reconocimiento de generaciones por venir. Y me ha salido esta lista:

  • Red Hot Chilli Peppers: Porque hacen una música estupenda, porque son originales, porque Flea merece la gloria eterna y porque con el trajín que han tenido de guitarristas a mí siempre me han parecido un grupo que aún manteniendo una serie de patrones (una batería simplísimaa para mi gusto, por lo general y para empezar) siempre terminan sonando diferentes y hacen pensar si muchos grupos no serían mucho mejores si hiciesen precisamente eso, largar a sus guitarristas cada cierto tiempo.


  • Muse: Porque son uno de los grupos con más talento que hay ahí fuera, no suenan parecidos a nadie más y porque son la transición entre la música del romanticismo y el rock. No se me ocurre un sólo músico al que poder criticar ni un sólo disco que no me guste, y eso me pasa con contados grupos.


  • Tool: Tres cuartos de lo mismo en lo referente al talento, tampoco se parecieron a nadie y marcan un estilo preciosista, como quien es consciente de que tiene una banda de virtuosos y decide exprimirla al máximo. No me cuesta nada imaginarme a gente escuchando el Lateralus dentro de cincuenta años y poniéndole la etiqueta de obra maestra.


  • Green Day: Si siguen por el camino del American Idiot, fijo. Qué capacidad compositiva, y qué pedazo de madurez que le puede dar a uno después de andar trasteando con el punk más comercialillo. A mí me tienen rendido con las canciones largas.


  • The Killers: Una apuesta bastante más personal y bastante más arriesgada, pero son más o menos recientes y si siguen así yo creo que pueden llegar a ser inmensos. Es por grupos así por los que uno se descubre de pronto haciéndole caso al pop, con lo mucho que en su día (los tiempos de los pelos largos y los Iron Maiden a muerte, ah) lo aborrecí.



Así que quede aquí mi mensaje a las generaciones del futuro: Si por un casual alguno conseguís leer esto, o que os lo lean (pero por lo que más queráis, leed, ¡leed!), que escuche esos grupos, que nos perdone por lo de los bosques, los mares, el petróleo, la mierda y la atmósfera, y por lo que más queráis, si mandáis a alguien al pasado ¡no lo hagáis para que le de detergente a ningún ama de casa, joder!

Por lo demás el fin de semana me ha dejado con esa sensación confusa que, tantas veces, significa ser yo: Soy un tipo la mar de desagradable por lo general, que es capaz de agradecer las preocupaciones con ladridos (pero es que leñe con la sobreprotección, hay que joderse), pero que piensa que los demás tendrían que ser él (o sea yo) de vez en cuando. Y nos libraríamos de borrachos cansinos (que nadie me niegue que la frase de "me he cortado el pelo porque me ha salido de los cojones, ¿estamos?" es un buen disuasor) y de mucha gente plasta, pero que de cuando en cuando es capaz de dar alguna clase de etiqueta social, y ahí queda mi alternativa al clásico "¿qué tal?" / "bien". Por dar otra respuesta, toda una noche hablando. Si es que cuando me pongo...

Pero eso sí, lo que ha quedado clarísimo este fin de semana, sospecho, es que mi habilidad para perderme no es algo mitológico ni de lejos. Aunque luego, vistas las carreteras a la luz, resulte que uno no se había perdido aún cuando ya pensaba que sí se había perdido. Aunque uno se perdiese, realmente, cuando pensaba que ya sabía dónde estaba.

Y qué filosófico es perderse, oye. Me daba a mí por pensar en lo frágiles que somos, en lo seguros que estamos en nuestro mundo a medida y zas, una glorieta por donde no es, un giro en el cruce equivocado y el mundo es un vacío hostil y negrísimo y la vida se reduce a subsistir en el campo por los siglos de los siglos (o lo que tarden en encontrarle a uno y a su acompañante los servicios de rescate), enseñar a una gata a cazar, cavar un pozo con las uñas y volver a aprender, desde el principio, qué clase de cositas de esas que crecen en los árboles son venenosas y cuáles se pueden comer.

En fin. Perderme es parte de mi naturaleza. Qué le voy a hacer. O lo compensan mis otras virtudes, o lo esconden mis otros defectos.

Y conste que he escrito más para darle más tiempo a quien haya decidido escuchar las cancioncitas, dios me libre de hacerle perder el tiempo a nadie sin razón ni motivo alguno.

En cualquier caso esa es mi apuesta de cinco bandas para la posteridad. Si se te ocurren otras ya sabes, responde y proponlas. Y dentro de cincuenta años quien más acierte se lleva un chiquipunto.

2 comentarios:

  1. Pues acerca de Green Day, reconozco que desde Warning no he escuchado más que aquella canción de Boulevard of broken dreams. No es que me interese demasiado, pero tampoco puedo decir que me interese muchísimo (al menos en la actualidad) volver a escuchar Dookie, por ejemplo.

    A mí siempre me fastidiará que Counting Crows no vayan a ser capaces de ser conocidos más que como 'los de Mr. Jones'. Sobre todo porque sus tres primeros discos (especialmente el segundo, Recovering the satellites) son buenos. Lástima que saquen disco de higos a brevas y que el último no fuese el mejor y que sus dos siguientes publicaciones hayan sido un directo y un recopilatorio.

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  2. De los 5 sólo conocía a 2 y ambos me gustan, siendo yo un ser simple, imaginarás ya cuales son.

    Tengo que emplear más tiempo del que dura el post para escuchar tranquilamente a los otros tres grupos, pero de primeras el que más me ha convencido es Muse.

    Frascuelo y yo nos perdimos volviendo a Madrí de un lugar que se llama Fresnedilla de la oliva y fue de película de terror. Ya llegados a ¿Brunete? pensábamos en bucles temporales (¿no hemos pasado por aquí 10 veces ya?) y en el fin del mundo (era de noche nocturnísima y no había ni un alma) . Nuestro horror sólo fue superado cuando, una vez conseguimos salir de pueblo maldito, llegamos a una intersección donde había dos carteles que indicaban "Madrid" uno direccionando a la derecha y el otro a la izquierda, nos dio un ataque de risa desquiciada y no recuerdo más. No sé cómo llegamos, ni en que siglo.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.