19.9.07

...y sin embargo...



Semana rara de esas de sabor, tacto y olor a ceniza. Súbitamente otoñal, de luz distinta, con la temperatura aún manteniendo una cierta inercia pero ya enseñando las uñas de lo que se nos avecina. Yo sorprendido y sorprendido de estar sorprendido, porque año atras año es así, año tras año, tras las fiestas, el mundo se viene abajo y se reconstruye un mundo nuevo. Pero claro, cada año surge un inconveniente que los demás años no tienen, y es que cada año es cada año, y no los otros, y el sabor a ceniza de esta semana post-fiestas igual es el mismo que el de hace exactamente un año, pero tiene la inmensa contrariedad de que es el sabor de esta semana. Claro, año tras año uno intenta explicar eso construyendo baremos de pedernal y artesanía precaria, y se termina diciendo por las noches, imposibles de ser dormidas, otra vez, que igual el asunto ese de los silencios tiene algo que ver, por ejemplo, y siempre se está tentado de ceder a esa necesidad lógica de colgar al primer sospechoso de cada crimen, pero no, al fin y al cabo para algo uno ha leído a Cortázar y aprendió, en aquel capítulo fantástico de Rayuela (que viene a ser uno de tantos), que muchas veces buscamos las causas a posteriori, que a lo que atribuimos la culpa de cómo nos sentimos es un desencadenante tardío, que el estado de ánimo ya estaba ahí antes. Muchas veces, sin que le importe un pimiento tener padre y madre o no. Descartamos la generación espontánea de la vida pero no sé qué ataque de estupidez nos hizo hacer lo propio con el resto de generaciones espontáneas.

Además, y esto creo que es lo que me hace menear la cabeza pensando que qué raro que yo, que soy el ayatolá de la intolerancia y el primero en coger la antorcha y el caperuzón blanco de linchar, vea en modo zen absoluto todas esas respuestas que hablan del silencio como cosa horrible, además, decía, que me voy siempre por las ramas, además, decía, tengo silencios peores en el recuerdo reciente. Porque no es lo mismo que una muchacha se haga la sueca y venga, al día siguiente, preocupada, a hablar contigo y a decir, igualmente de forma implícita, que no quiere perder un amigo, a que alguien se desvanezca en plan ninja, tirando un huevo relleno de pólvora al suelo y plof, a la que terminas de toser, soledad. Nombre horrible, por cierto, ¿qué puede tener en la cabeza un padre o una madre que llame a su hija Soledad?



En cualquier caso, decía, esta es una semana que me río yo del miércoles de ceniza. Lo que es una faena, por un lado, porque la ceniza es algo bastante desagradable, pero, y pienso esto llamándome eterno optimista de mierda que si me cae un piano pienso algo positivo y juro que lo hago sin querer y sabiéndome profundamente idiota, no podía haber habido una semana mejor para que The Old Dead Tree sacase su tercer disco. Del cuál pensaba hablar hoy. Pero no tengo demasiado tiempo y no consigo quitarme a César Vallejo de la cabeza. Al final terminaré por no hablar de él, verás. Pues no me conozco yo ya ni ná.

2 comentarios:

  1. Se supone que cuando uno viene de vacaciones tiene que estar con un cierto bajón, se supone que el cambio de estación tiene que provocarle a uno un cierto bajón, se supone que iniciar un época nueva tiene que manifestarse con un cierto bajón ..... ¿Se supone?

    Pues, no sé, yo mañana termino mis últimas vacaciones de este año, que, además, han sido raras donde las haya; para mí también empieza una nueva época que, además, se avecina complicada ... y, sé que debería, pero, no estoy de bajón. Por primera vez, y, supongo, sin que sirva de precedente, no estoy de bajón.

    ¿Será que me estoy haciendo mayor? Y, ahora que lo pienso, ¿qué hago hablando de mi en tu blog? Pues, no sé, tal vez haya recordado un día en el que comentaste que solemos guardarnos lo mejor para teclearlo en nuestro espacio personal .... Y, ya ves, aquí estoy, arrasando con tu opinión y desbordando optimismo en tu pequeño rincón.

    Pasará ... ya verás como pasa. Y, es cierto, Soledad es un nombre tristísimo ....

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  2. Espero que lo de raras haya sido en el mejor sentido de la palabra, Verónica. No sé, yo creo que el que unas vacaciones sean raras, casi casi en cualquier sentido, ayuda a volver: Cuanta mayor es la desubicación, mejor la adaptación. O igual son sólo ganas de llevar la contraria. Pero las vacaciones de las que yo volví mejor fueron definitivamente las más raras de mi vida, recorriendo Europa en bus, asistiendo al Wacken Open Air Festival, pasando una noche como sin techo en Barna... y vine hecho un semidiós, según testigos.

    Y todo pasa, lo sé, si estoy muy tranquilo respecto al futuro, que siempre es precioso (para algo soy un estúpido optimista). Lo que me da por culo es el presente, que a veces dura demasiado el muy cretino.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.