las viejas amigas
Recuerdo que una noche, de estas en las que uno anda algo tonto y algo depre, me dio por pasear por el Madrid nocturno en vez de acudir puntual al entramado de buhos que entonces, criatura del extrarradio, tenía yo que coger cada vez que pretendía volverme para casa. Caminaba ya solo, sin prisa, sin mirar a ninguna parte, escuchando música y dejando que los pasos fuesen acumulándose sin cuenta ni agenda. Y de pronto, en Sol, me encontré con una amiga a la que hacía siglos que no veía. Un encuentro casi imposible, ya ves tú cuál es probabilidad de encontrarte en Sol a las tantas con una amiga que, para colmo, tampoco es que sea precisamente propensa a salir por ahí. Y nos alegramos del encuentro y como yo iba sin rumbo la acompañé y luego me volví a casa con esa sonrisa que te deja el sabor de los encuentros inesperados. Cuando los encuentros inesperados son de los buenos, claro, porque también están los otros, pero esos los dejamos para otro día.
El caso es que anoche me pasó eso mismo pero con una canción, lo que no deja de tener su sentido porque las canciones que a uno le gustan terminan siendo en cierta manera viejas amigas. Terminaba el capítulo 5 de la primera temporada de Weeds, serie genial se mire por donde se mire, y se cerraba el capítulo con las letras de rigor, y mientras desfilaban los créditos sonaba la canción de Flogging Molly que ameniza este post si has tenido el valor de darle al play al empezar a leer. Y esa nimiedad, conocer la canción, por lo que supone para mí, como fan de Flogging Molly, sumada con la sensación que produce ver que una banda genial pero basicamente desconocida haya sido escuchada, sugerida y elegida para cerrar ese capítulo de la serie, bastaba para alegrarme la noche.
Tampoco es que hiciese mucha falta. Aunque aún no supiese que el Madrid había goleado al Villareal y que Sneijder está empeñado en cumplir mis profecías de forma prematura, porque ayer hasta me olvidé de la existencia del fútbol, ya estaba yo alegre por mi cuenta.
¿Las razones? Cantaba Fernando no tengo motivos para estar contento / tengo que asumir esta contradicción. Y como excusa para no concretar detalles que pertenecen a ese género, sospecho, al que la concrección reduce a humo, me atengo a esas dos líneas. Aunque la primera sea mentira. Porque los fantasmas de humo y las nubes están ahí, y por mucho que sean etéreos bien pueden ser bonitos y alegrarle a uno la tarde, si se dedica a mirar un fuego o a tumbarse panza arriba a descifrar las formas de las nubes.
Y una de ellas, no la más insignificante, aunque pueda parecerlo (lo que sirve para establecer una medida del calado que tienen las razones de mi felicidad, o de cómo taso yo ese calado, así que valga esto como dato documental para quien se lea esto entretenido en hacer psicoanálisis de andar por casa), es esta canción. Y es que a mí personalmente que existan canciones que hablando de la propia muerte y del dejar solo a quien se quiere destilen esta alegría intrínseca, esta determinación, personalmente, me ayuda a estar contento.
Joder, le he dado al Play y me ha salido country. Avisa, coño, que algunos tenemos que concentrarnos para fingir que trabajamos!
ResponderEliminarNo es country v_v
ResponderEliminarEs folk-rock. Esta gente son los herederos de los Pogues, y de country no tienen nada, grrr.