25.9.07

el profético don de las brujas

Decía aquí ayer Pip, quien cada día hace suyo eso de caerle a alguien peor que ayer pero mejor que mañana, que soy un ser disoluto. Y no sabía la razón que tenía. Hoy ha sido el día de la revolución disolutista, en mi interior, revolución sin fusiles pero con causas catastróficas para el ecosistema, aunque sólo sea por la cantidad de materia toxica que han evacuado hoy, gracias a mi aparato digestivo (traidor, traidor), los servicios de saneamiento de Madrid, y por la deforestación que habrá tenido que producirse para justificar todo el papel higiénico del que he hecho uso hoy.

El festival del humor y de las carreras de ida y vuelta baño-cama y cama-baño empezó anoche, y esta mañana hacía imposible cualquier movimiento que implicase que tu humilde servidor abajo firmante se alejase más de cinco metros de la ruta, aprendida hoy al milímetro, baño-cama y cama-baño, así que técnicamente y por razones humanitariomedicas hoy he hecho pellas en el curro.

No sé tú ni el resto del mundo, pero asumo que esto de faltar al trabajo es un sueño universal. El echarse una siesta mañanera, el pasar el día perreando, tener tiempo para leer, para jugar mucho al Need for Speed, para ver capítulo tras capítulo de How I Met Your Mother. Así que hoy me he olvidado de que lo primero era al ritmo, caótico y plasta como todo lo que de mí procede, de las visitas al baño, claro, y de la odiosa dieta de arroz cocido sin nada que lo de color, ni sabor, ni comibilidad, digamos, y me he erigido en un representante de la pereza humana, que si uno no se pone muy exigente o se pone muy razonable viene a ser una de las formas más sublimes de felicidad.

Y termina mi día de asueto, y mañana vuelvo al trabajo, y pienso que qué rabia, y termina mi día de las olimpiadas de los quince metros taza, y pienso que menos mal, y que qué ganas tengo, mañana, de estar sanote, e ir al trabajo, y meter el hocico en mis queridas bases de datos, tomar café con los compañeros y comer algo que sepa a comida. Sentimientos encontrados. Condición humana. Para cuánta filosofía dan mis puñeteras tripas, cuando se ponen juguetonas.

(La imagen es de Irisz Agocs, que tiene un blog de dibujos geniales al que se llega haciendo click en el sitio apropiado de la lista de enlaces de la derecha o en su nombre, aquí arriba)

4 comentarios:

  1. has estado malito??? pobrecito tú... espero que mañana estés mejor, aunque eso signifique ir a trabajar y que tu Celica no pueda batir records virtuales... y no creo que debas tomar café, la verdad, desde el consejo de madre te lo comento.
    Un beso para que te pongas bueno!

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  2. Pues muchas gracias. Pero la vida, a veces, escapa al control de uno, y harto de la insipidez insipiditiva del maldito arroz cocido no he tenido fuerzas para resistirme cuando esta mañana Herminia, la camarera corporativa, me ha puesto delante un café según he entrado por la puerta de la cafetería de aquí debajo.

    Cruzo dedos e intestinos, a ver qué pasa.

    Ah, el Celica. Cómo lo echo de menos. Ayer lo puse a 314 en carretera urbana, je. 314, pi, je je je.

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  3. Bueno, lo primero es lo primero, me encanta que me odies cada día más, seguiré trabajando en ello hasta que lo hagas con saña azezina. Aluego te diré que Yo Si Sabía Cuanta Razón Tenía. Y por último, -no es una amenazaeh- es la segunda vez casi seguida que me citas en tu bló... pudiera ser ocurriera como con bitelchus y que a la tercera me apareciese con un ¡plof! toda despeinada lívida y con un traje de rayas tipo carcelario americano. Ten cuidadín.


    PD: los 15 metros taza. juasjuasjuas me parto XD

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  4. Joder, eres el segundo blogger que leo en lo que va de semana que cuenta sus andanzas con una bonita diarrea. Menos mal que nos habéis ahorrado una foto bien explícita o un vídeo del YouTube...

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.