la prensa
Me apuesto una caña a que hoy sorprendo a más de uno con la música, je.
1.- público
Y aleluya hermana, después de mil años hoy me acerqué a un kiosko a comprar prensa, quién me lo iba a decir a mí en esta era de información a la carta por internet. Y esta vez no ha sido como la última, ejem ejem ejem, donde compré un cierto periódico para hacerme con una copia de Master & Commander (aunque este periódico de hoy regala hoy, para empezar, Los Lunes al Sol, y mañana, para continuar, Farenheit 9/11, por los 50 centimos que vale). La razón de esta vuelta al tradicionalismo, a la noticia impresa, es que hoy sale Público, el periódico que dirige el insigne Nacho Escolar, a quien descubrí hace un tiempecito y que se convirtió en mi procesador preferido de noticias. Esto de decidir lo de informarme a la carta le tuvo a él como responsable y herramienta de lujo, las más de las veces, así que imagino que es normal que si el muchacho saca un periódico a mí me den ganas de comprarlo. Más ganas entran teniendo en cuenta todas las espectativas que han surgido en torno al nuevo periódico últimamente, y la gente que trabaja allí, muchos de ellos nombres que uno se encuentra ahí de pronto después de haberles encontrado, también, y añadido a la lista de links de obligada visita después, también.
Otro link que añadir a la hilera de la derecha.
2. el abc de la papelera
Pues sí pues sí. Perdóneme padre porque he pecado; he leído el ABC alguna que otra vez, de las cuales sólo recuerdo dos, aunque en la segunda no pasé de la portada. La otra fue porque encontré uno tirado en una papelera, habíamos quedado en Lavapiés y me pareció graciosísimo llevármelo. La segunda, un viernes que siempre tendré en la memoria, aunque tendré más presente la noche previa, que lo compré porque regalaban con él Master & Commander, película que me pierde. Ah, Aubrey y Maturin. Ah, el HMS Surprise a toda vela. Ah, el mar, el mar. Qué cosa tenemos los urbanitas de secano con el mar, hay que ver.
Un día, esperando a unos coleguitas para ir de cañas por Lavapiés, encontré un ABC en una papelera, y candado de esperar y por culpa de esta adicción lectora que producen las etiquetas de los botes de gel y champú en el baño, cuando uno no tiene un buen libro a mano, lo cogí, lo que dio lugar a un curiosísimo experimento. La gente tolerante, inquieta y de mente abierta se ponía, por defecto, especialmente inquieta pero nada tolerante cuando me veían con aquello en las manos. Ah, los prejuicios. Ah, que intolerantes somos los tolerantes. Da que pensar, da que pensar. Y probablemente da que escribir pero quiero hablar de otro ejemplar de ABC que recuerdo con más cariño, aunque no llegué a leer.
3. el día que compré el abc (o la noche previa, mejor)
Como lector de prensa no es que tenga muchas experiencias respecto a la compra de periódicos en sí, porque lo mío, al menos hasta ahora, solía limitarse al simple parasitismo dominical de El País que mi tío compra casi exclusivamente los domingos. Empecé leyendo sólo el suplemento dominical y, harto de él, he terminado leyendo en exclusiva el periódico de atrás hacia delante, como buen profesional, hasta donde la paciencia, el tiempo o los intervalos entre boxes y boxes de la fórmula 1 me dejan, los domingos que voy al campo. Es raro, entonces, que yo compre un periódico. Pero más raro era aquel día.
Y todavía más rara (aquí estamos, enumeración de rarezas de crecimiento exponencial) fue la noche anterior, que de paso fue el principio de algo que, como suele pasar, tuvo luego su final que, opino, no estuvo a la altura de aquel principio, como sospecho también suele pasar. Fiesta en casa, compañeros de universidad, reparto de camas, compañera que, me explica, huyendo de un mosquito se viene a dormir a mi cama, para pasmo y gratísima sorpresa mía. Una cama de noventa, hay que añadir. Estrecheces, roce, y alucinantes las caras de los compañeros cuando la vieron salir de mi habitación a la mañana siguiente. Luego hubo cachondeos y preocupación, porque yo soy yo y porque ella no sólo era ella sino que tenía el estado civil que tenía. Luego dejó de tenerlo, y hubo otra noche dulcísima, y algunas más. Luego ese estado civil ingresó en los reinos cuánticos del gato de Schrödinger, siendo y no siendo muchas cosas y demostrando una gran fobia al empleo de palabras definitorias, y finalmente, como decía, dejó de ser. Es lo que tienen las observaciones en los procesos cuánticos, que la realidad se decanta, se vuelve tangible. Aunque aquello terminó con la tangibilidad imposible, qué se le va a hacer (aparte de recordar el olor de una almohada cuando una mujer ha dormido sobre ella, que ya es bastante).
En fin, aquella noche, aquella primera noche, terminó a media mañana del día siguiente, cuando acompañé a mis compañeros a sus vehículos de huida. Al final yo estaba cansadísimo, con ese cansancio feliz que producen estas noches, y ABC regalaba Master & Commander, y en fin, los urbanitas de secano y el mar, lo compré. Con bastante sentimiento de culpa, con bastante incomodidad, porque los tolerantes somos unos intolerantes y no tener prejuicios genera un montón de prejuicios, pero lo compré. Camino de casa el periódico terminó en una papelera (lo que de alguna manera cierra el ciclo que abrí cogiendo el ABC anterior de otra papelera, ahora que lo pienso), y yo me dormí, a media mañana, felicísimo, con el rumor del mar bajo el casco del HMS Surprise, acunado por el violín del Capitán Jack Aubrey y el chelo del Doctor Stephen Maturin, y pensando en todo menos en la película.
Actualizando a las seis de la tarde: Creo que este post se lleva el record de post que más veces he editado. Desde que lo postee hasta ahora han cambiado frases, se han movido párrafos, se han añadido y quitado imágenes, han surgido paréntesis... Post vivo, ¡post vivo!, pero a ver si paro ya de editar, leñe.
Actualizando a las dos y cuarto de la mañana: Vaya, pues no pudo ser v_v
La intolerancia de los tolerantes, fantástico tema por explotar, creo que daría para varios capítulos.Yo sigo siendo más o menos fiel a la prensa escrita, me gusta el tacto del papel en las manos, las manchas de tinta en las yemas de los dedos y lo arrugado que queda el periódico tras toda una mañana pasando sus hojas.
ResponderEliminarSé que has estado malito, espero que estés mejor, besotes y energía.
Yo no me he sorprendido con la música, pero como no soy uno, no me doy por aludida y no te exijiré La Caña ;P
ResponderEliminarHas elegido perfectamente bien tu integración al mundo noticieril en papel de envolver bocatas. Me apunto.
¡¡ Mañana Farenheit 9/11 !! Intenté pillármela hace unas semanas y me dijeron que estaba descatalogada. Mañana incluso hasta madrugo y todo.
Yo creo que sí he comprado alguna vez el aberrante Mundo por cuestiones del regalo, pero es que ahora mismo ni afirmo ni desmiento nada...porque estoy fatal de lo mio.
Vale, lo reconozco: yo una vez llegué a comprarme La Razón para conseguir no sé qué película de regalo. Es posible hasta que lo ojeara y todo. Eso sí, me fui a un kiosco en el que no me conocieran de nada, que hay una reputación que mantener :-)
ResponderEliminarUn periódico debería ser objetivo, la pena es que ninguno de ellos lo consigue. El País es un periódico que, en la mayoría de las ocasiones y al igual que La Razón o el ABC, no me cuenta una noticia, sino "su" versión de la noticia, con los filtros ideológicos necesarios para que todo me resulte más afín. Que me vean por la calle con el ABC bajo el brazo me va a producir la misma verguenza que si me vieran con El País, es decir, ninguna. Y es triste, pero a veces, no son los políticos los que más hacen por propagar las divisiones derecha-izquierda en la población, sino la misma población, con mentalidades como ésta. La solución a día de hoy para informarse de lo que pasa, es tirar de fuentes de diversa clase, contrastar, y quedarse con lo común. Gracias a internet, ésto es fácil.
ResponderEliminarConste que no menciono El Mundo porque estoy hablando de periódicos, no de panfletos reaccionarios.
En cuanto al nuevo periódico, aunque me suele gustar como cuenta las cosas Escolar, y lo de usar copy-left, la verdad es que tener como director general a Juan Pedro Valentín me da un rollo bastante malo, porque en las entrevistas que le he visto siempre me ha parecido bastante demagogo y tergiversador. Habrá que darle margen, de todas formas.
Yo creo que es tan bonito como utópico lo de la objetividad en cualquier campo... si no la aplican ni ciertos jueces mamarrachos. Todo el mundo cuenta su versión, es inevitable cuando cuentas algo contarlo según tú lo ves. Efectivamente contrastar noticias es algo que se debería hacer más a menudo, pero si leo una noticia en algun periódico como por ejemplo La Razón, ya estoy tan mediatizada que la leeré con una ceja alzada, cuando no con ambas. Tal vez sea regodeante, pero me encanta que haya un periodico que desde un punto de vista afín al mio me dé las noticias. Y me encantan los articulos de opinión de los colaboradores.
ResponderEliminarDesde luego que es utópico. Pero hay una cosa que son los editoriales, las columnas de opinión, y los trabajos de investigación, y otra muy distinta las noticias de lo que pasa "cada día" en el mundo, que deberían ser tratadas de la forma más aséptica posible, y no integrar el análisis ideológico del redactor de turno. A mi también me resulta más cómodo leer un periódico con el que comparto ideología, pero no puedo dejar de pensar en el sesgo que le están dando a la noticia y, debido a ésto, en cómo me puedo dejar influenciar por un medio que no me da opción a ejercer el sentido critico. Si yo voto al Psoe, y éstos hacen algo mal, quiero leerlo claramente y enterarme, no que saquen una oportuna noticia sobre algún escándalo del PP como cortina de humo.
ResponderEliminarEn cualquier caso, y respecto al tema del Público, en estos primeros días me ha dado la sensación de ser simplemente un 20 minutos de pago, con noticias absurdas, datos sacados de fuentes sin citar, errores gramaticales de los de llevarse las manos a la cabeza, y contradicciones dentro de un mismo artículo a tutiplén.:p
Vamos, que viendo tu opinión general respecto a todo casi casi se puede decir que te está gustando, ¿no? :P
ResponderEliminarNo sé yo eso de la objetividad periodística. Yo no veo nada malo en el subjetivismo periodístico siempre que este sea honesto, y con honesto quiero decir que respete los datos, tal cuál son, y que no se disfrace de objetivo. Si lees a alguien y sabes por dónde va su ideología, puedes montarte el entramado mental necesario para hacerte una idea de cómo están las cosas y tener tú tu propia opinión que puede perfectamene ser distinta a la del periodista en cuestión. Al fin y al cabo por esto mucha gente compra varios periódicos de varias ideologías, para tener más puntos de referencia al hacer esto, pero si el periodista es honestamente subjetivo, en el sentido que le doy yo, puede valer con una fuente, porque ya tienes claro, de partida, hacia donde tuerce el informante.
No sé, yo no he sacado la impresión de que Público pretenda ser objetivo, como periódico (no digo con las noticias en sí, que los hechos son los hechos y si los quieres contar, pues habrá que darlos bien), y es algo que me parece estupendo.
Me acabo de tomar la mitad de mi litrona del viernes noche, así que de tu comentario habré procesado como el 25% y entendido el 10%.
ResponderEliminarEn fín, yo tampoco he sacado la opinión de que Público pretenda ser objetivo. Pero se ha publicitado como periódico que no tiene obligaciones con ningún partido ni con ningún grupo de poder. Y a mí, que seré un cínico, eso me da la risa.
Y sí, he dicho que un periódico debería ser objetivo, pero quizá debería haber puntualizado más. No todo el periodismo son columnas de opinión y editoriales, que pueden ser tan objetivas como el que las escriba. Pero una cosa está clara, las noticias como tales, sí deberían serlo. Las noticias son esas cosas que en teoría tenían que contestar aquellas famosas preguntas acerca de un hecho: dónde, cómo, cuándo, qué, por qué, etc... La pregunta "qué opino yo como redactor de ésto?" creo que no debería formularse, sin embargo, es en ésta en la que más esfuerzo parece dedicar el periodista estándar.