3.5.07

614 vistazos a Asturias (y al camino a y desde)



Conclusiones tras el regreso, así al primer bote:

1. Una vez declarado como resuelto el problema del almacenamiento, tengo primero que recordar llevarme el cargador para las baterías de la cámara (que han aguantado, pero ahí ahí) y moderarme un poco a la hora de apretar el disparador, que en total he hecho 614 fotos, caray. Jugando con el número salen 5 fotos y pico por hora, casi una cada 10 minutos, en total. Incluyendo esos ratos en los que uno no fotografía porque está, no sé, durmiendo, o comiendo, o mirando cosas que por extrañas casualidades de la vida ya ha visto y fotografiado lo suficiente o, raro pero posible, que no le apetece fotografiar.

2. Tengo amigos que conducen más rápido, sin duda, pero no tengo ninguno que lo haga de forma tan imaginativa ni que le saque tanto partido a todos y cada uno de los carriles de la N-6 como el chofer oficial del viaje. Es lo que tiene trabajar conduciendo, que uno le coge el punto. Su frase tras una confesión de acojone en una carretera de montaña que recorríamos a ritmo de autovía: "Tú tranquilo, hasta que no suenen las ruedas y el coche no se vaya de atrás no pasa nada". Su momento triunfal, cuando las carreteras de montaña le ofrecían un fragmento recto de veinte metros: Le daba libertad para soltar el volante y ponerse a dar palmas.

3. Si bajase el Sella todos los días tendría unos brazos como para dejar en evidencia a Rafa Nadal. Si bajásemos el Sella otra vez tendríamos que ser algo más torpes, mi compi conductor y yo, y tener la decencia de volcar la canoa en algunos rápidos. No sólo por no dejar en evidencia a nuestros, ejem, hábiles compañeros, sino porque al fin y al cabo ¿no íbamos ahí a eso?

4. Siguiendo con el tema los deportes de riesgo merecen la especificación gracias a personas como aquí el ilustre amigo que cuando coge un Quad se empeña en intentar matarse con él, cuando pilla una balsa la vuelca, y menos mal que cuando cogió el coche no acertó a sacar a relucir esta vena suicida recién descubierta. Será, como todos, un vividor (chupacabras, je je), sí. Pero a veces parece que por los pelos.

5. Tengo que dejar de pensar en voz alta. Pone nerviosa a la gente. Porque me pongo a pensar en lo de chupacabras y a evocar las visiones mentales que me surgen con esa palabra y a escenificarlas con ruiditos y los estómagos a ciertas horas están algo perjudicadillos.

7. Ya entiendo por qué a todo el mundo le encanta hacer fotos a las gaviotas. Posan. No vuelan, ¡posan! Ya entiendo por qué nadie hace fotos desde coches en marcha. Siempre hay un retrovisor por ahí pidiendo su dosis de protagonismo, o la línea del limpiaparabrisas, o el habitual cementerio/collage de insectos. Y el peligro a desenroscarse el cuello intentando sacar algo cuando giras una curva. Pero me da igual. Yo persevero, en mis safaris fotográficos particulares. Porque yendo a toda velocidad es cuando más ves maravillas fugaces desfilando por la ventanilla. Porque hay algo bonito en intentar congelar una imagen que sabes que sólo va a estar ahí una fracción de segundo antes de que una curva, un árbol, una barandilla (barandandilla, je), un edificio o un tunel la hagan desaparecer para siempre. Nada de pensar, nada que preparar, apunta, encuadra, enfoca y dispara, y tienes medio segundo para todo. Pistolero en el futbolín, pistolero con la cámara. Ese soy yo, mejor o peor pero ese soy yo.

En fin. Asturias. Asturias es un laberinto, un puzzle. Asturias es un reino inclinado a 45º, donde los valles verdísimos se ordenan formando puzzles imposibles, de forma que puedes estar a 5 kilómetros de la costa y vagar durante dos días antes de ver el mar, de forma que vayas donde vayas terminas topándote con el Sella, que parece un elemento obligatorio al fondo de cada valle, un lugar donde los huesos de la tierra, joyas de roca, asoman por todos los rincones que no alcanza a cubrir la alfombra verde que lo tapa todo. Durante cinco días he sido feliz perdido en ese laberinto, he conseguido aguantar sin saber dónde estábamos, cómo se llamaba cada pueblo que visitábamos, cómo se volvía a casa. Tierra desmelenada, con sus nieblas retozonas, su lluvia imprevisible, su sol de justicia, sus arroyos de agua clara como vidrio líquido, sus mil especies de aves, más o menos fotogénicas, sus millones de vacas y ovejas, su horda de perros hiperactivos ladrándole a la luna llena.

En fin. Asturias. Estaba claro que me iba a gustar, que me iba a dejar con la retina saturada, valle tras valle, curva tras curva, día tras día. Y luego pasa lo que pasa, que la proyección externa de la retina, la pobre Nikon, termina con las baterías echando humo.

6 comentarios:

  1. no em da nada de envidia, no me da nada de envidia, no me da nada de envidia...mierda! si que dais envidia mamones V_V

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  2. y a mí...

    ansiolíticamente esperaré ir viendo alguna de esas 614 fotos

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  3. Ya se que no te has quedado con los nombres de los pueblos, pero...a ver si tengo suerte:
    la foto de hoy, es de Llanes? El puerto de Llanes en marea alta?

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  4. Vero, Pip, se siente.

    Relaja el ansiolismo, supongo que las fotos que terminaré subiendo serán las psicodélicas. O sea que mucha tontería y poco paisaje, ji ji.

    MoMe, joder, te acabas de ganar un chiquipunto. Qué memoria visual, ¿no? ô_Ò

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  5. cuantísimas fotos me había perdido (sólo dos post, en cambio)...
    y dos de "light" además... me gusta el título de la de la bombilla todavía más q la propia foto (no puedo comentar en tu panopticón, no sé por qué)

    mi coche se llama "bomboncito" y no se lo puse yo, pero creo q le pega. parece un bombón envuelto en papel metalizado. y odio perderme cuando conduzco (cosa q cada vez me pasa menos)

    asturias, como todo el norte da para infinitas fotos... espero que vayan subiendo...
    me uno a la envidia!!

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  6. ¿La de Lightbulb Moon? Bueno, es culpa de Porcupine Tree, que tiene una canción (genial, como tantas) y un disco (ídem, como tantos) que se llaman Lightbulb Sun, y que deberías escuchar si tienes ocasión.

    Y lo de perderse es todo un arte. Enseña paciencia, enseña a vivir con la desesperación, enseña estoicismo, y siempre sorprende, y las sorpresas son buenas. ¿Dónde apareceré hoyyy? Ah, ¡misterio, misterio!

    ¿¡Bomboncito!? ¿Qué coche es? ¿No está traumatizado, el pobre?

    Y totalmente de acuerdo respecto al norte. No sé, a mí lo que me fascina del norte es que tiene muchas cosas de mi pueblo (esto también le ha sorprendido a algún asturiano visitante, que vino a él buscando esa imagen de Toledo de el llano abrasado y dorado y se encontró con una sierra, niebla y frío en agosto, je), pero en otro contexto totalmente diferente y en tamaños XXL. Como Ortigueira, que es como coger nuestra sierra y plantarla al nivel del mar (después de regarla un par de siglos sin parar). Es impresionante, pero aunque sea todo en plan megalítico es... como un trozo de lo que siempre he considerado mi hogar, no sé, es una sensación muy cómoda.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.