18.4.07

la risa

Antes de nada, os presento a Bill y a John, dos pilotos franceses que viven en el complejo y elitista mundo de la aviaciĆ³n militar con sus alegres costumbres como canturrear canciones ridĆ­culas o beber cervezas a bordo de sus F-15C; Bill & John Episode 1: Danger in the Sky.

Estaba yo esta maƱana disfrutando de la calma chicha de la oficina, hoy, dĆ­a sin jefes (dĆ­a sin ley ni agobio, uno de esos dĆ­as en los que uno puede levantarse un poco mĆ”s tarde, hacer algo mĆ”s el perro y entretenerse sin cargo de conciencia viendo los dos vĆ­deos que van en esta entrada) y empezando a pensar quĆ© contar hoy me he acordado de la pelĆ­cula que he estado viendo estos dĆ­as a trozos a la hora de comer; El final de la cuenta atrĆ”s, una pelĆ­cula de 1980 que a mĆ­ de Ʊapi me encantaba, bĆ”sicamente porque salĆ­a un portaaviones y porque salĆ­an un montĆ³n de F-14 Tomcat. La pelĆ­cula, con un argumento algo cogido por los pelos, consiste en que el portaaviones en cuestiĆ³n, el USS Nimitz, va por las aguas de Hawaii cuando es tragado por una tormenta ululante y rarita que sale de la nada para pasmo del meteorĆ³logo de a bordo y que tras someter a todo cristo a lo que se parece, por lo visto, a mis resacas de los domingos, lo deposita en el mismo sitio peeero cuarenta aƱos atrĆ”s, justo la vĆ­spera del ataque japonĆ©s a Pearl Harbor. Pasan unos minutillos de desconcierto entre los militares, como es natural, durante los cuales el capitĆ”n manda despegar un par de aviones de reconocimiento y un par de cazas, para que se den unas vueltas por ahĆ­ a ver quĆ© se encuentran, y primero ven un yate cuyos ocupantes, claro, flipan en colores al ver a dos aviones a reacciĆ³n pasarles por encima a toda leche, y por fin, gracias al avistamiento de dos Zeros japoneses nuevecitos y sobre todo a las fotos de los aviones de reconocimiento (que un avispado jefecillo que casualmente era un experto en el tema reconoce como el estado justo en el que estaba todo aquello cuando los japoneses llegaron con sus seis u ocho portaaviones y sus trescientos y pico aviones para jugar a lo bestia a hundir la flota) la gente dice "anda coƱo, ¡es que estamos en 1941! Mientras tanto los Zeros, como no tienen problemas filosĆ³ficos ni relativistas porque ni se han fijado en los F-14 que, hĆ”biles ellos, les vigilan desde muy alto y por detrĆ”s, ven el barco americano y lo ametrallan en varias pasadas, en parte por maldad, en parte por matar el aburrimiento y en parte porque no vaya a ser que a alguien de a bordo le vaya a dar por usar una radio y hablar de aviones japos por allĆ­ y les reviente la fiesta sorpresa. Cunde la indignaciĆ³n entre los patriĆ³ticos pilotos de los cazas, pero hasta que el yate no es hecho trocitos y los Zeros se han pasado un rato divirtiĆ©ndose ametrallando a los supervivientes que nadan en el agua no decide dar permiso a los F-14 para que hagan algo, justo a tiempo para que sĆ³lo se salven los tres personajes del barco que importaban para lo que queda de trama, un tipo gordo y gritĆ³n que dice ser senador y que aspiraba a presidente, su guapa secretaria, Ćŗnica mujer de toda la peli (y ni siquiera sale desnuda, oooh. Bueno, sale con un trapito tapĆ”ndole los pechos, una vez, pero eso no cuenta) y el perro de esta. Los demĆ”s, a flotar panza arriba. De todas formas el capitĆ”n no les ha dicho a sus pilotos que ya pueden hacer confetti con los japos, no; les ha dicho que jueguen con ellos, lo que sirve de excusa para la parte mĆ”s memorable de la pelĆ­cula, esa en la que los dos F-14 vacilan y dejan en ridĆ­culo a los pobres Zeros demostrando lo que hacen 40 aƱos en la carrera armamentĆ­stica y lo genial que es ser americano. Finalmente uno de los japos, harto de tanta tonterĆ­a, tanta pasada, tanto picado y tanta espiral, comete el imperdonable pecado de disparar sus ametralladoras, y entre eso y que los del barco ya ven por dĆ³nde anda la flota japonesa, el capitĆ”n les dice a sus pilotos que a hacer puƱetas con los japos y como en el tiempo que tarda un Sidewinder en viajar desde el ala de un Tomcat hasta la cola de un Zero el asunto queda ventilado, y los americanos acometen la noble tarea de zamparse ellos solitos a toda la flota japonesa, lo cuĆ”l hubiese resultado sin duda en una pelĆ­cula estupenda que al final no sucede probablemente porque a esas alturas el prespupuesto de la peli se estaba yendo en queroseno, y cuando todos los cazas andan despegando erizados de misiles y dispuestos a demostrar lo fĆ”cil que es sacudirle a quien comparado contigo no tiene medios resulta que aparece la tormenta rarita y ululante otra vez, planteando al capitĆ”n el difĆ­cil dilema de si intentar cruzarla para ver si les lleva a casa o seguir adelante y salvar la vida de la gente que palmĆ³ en aquel bombardeo japonĆ©s (matando de paso a los malignos japos) y ya puestos ganar la Segunda Guerra Mundial en dos ratos. Pero no hay nada que hacer porque por muchos volantazos que de el barco, la tormenta, como si acabasen de fregar las cubiertas, viene decidida a por ellos, asĆ­ que tras repetir el proceso de la resaca pasan por ella y vuelven al presente, habiendo perdido en el trĆ”mite un helicĆ³ptero con casi toda la tripulaciĆ³n en el que pretendĆ­an devolver a tierra al tĆ­o gordo (que palma) y a la Ćŗnica mujer de la peli (que no palma), habiendo dejado atrĆ”s a un piloto que por lo visto se lĆ­a con la mujer esa, y con unos cuantos muertos en las bodegas, producto de la eficiencia con la que los marines de a bordo consiguieron proporcionar un M-16 al piloto japonĆ©s que sobreviviĆ³ a los vaciles de los americanos. Luego se descubre que un tipo misterioso que habĆ­a al principio de la peli es el piloto que dejaron atrĆ”s, que se lio con la tĆ­a, esta recupera el perro, y salen las letras.

Joder, estĆ” quedando esto largo. ¡Luego otros dĆ­as no escribo y hay quien se queja!

El caso es que estaba pensando en hablar de la peli cuando he entrado en el blog de Fresquito, que hacĆ­a tiempo que no visitaba, y he visto una peli que tiene hecha ahĆ­ con no sĆ© quĆ© juego. Una cosa me ha llevado a la otra, una pĆ”gina de la Wikipedia a la siguiente, y he terminado redescubriendo www.machinima.org, pĆ”gina dedicada a las pelĆ­culas hechas a base de grabar trozos de partidas de videojuegos y demĆ”s, para descubrir hoy que tienen una competiciĆ³n parecida a los Oscar, y que los pilotos arriba mencionados cuyos videos puedes ver ahĆ­ arriba y aquĆ­ abajo han ganado, con el episodio con el que termino, los premios del 2006 de Mejor PelĆ­cula, Mejor CinematografĆ­a, Mejor EdiciĆ³n y Mejor Machinima Independiente, ademĆ”s de ser nominados para otras cinco categorĆ­as. Y viendo las pelĆ­culas en cuestiĆ³n uno se siente liberado de la frustraciĆ³n que daba por ejemplo la pelĆ­cula esta de El final de la cuenta atrĆ”s; Porque quien graba estas cosas se ha criado viendo esas pelĆ­culas, porque su presupuesto no se le iba en queroseno y porque tienen bastante mĆ”s sentido del humor. El caso es que pese a no ser la cosa mĆ”s graciosa del mundo estaba yo viendo el segundo episodio (paciencia, paciencia, ahora lo pongo) y me ha dado tal ataque de risa cuando Bill intenta hacer despegar su A-10 que los pocos habitantes de la oficina me han mirado como a un loco. Primero me ha hecho sonreĆ­r, luego reĆ­rme, y luego soltar tal cantidad de carcajadas que me he reĆ­do como hacĆ­a siglos que no me reĆ­a, una risa catĆ”rquica, primordial, inmensa y muy escandalosa, el tipo de risa que te deja sin aire y pensando en verbos como anegar para referirte a ojos y lĆ”grimas, y cuanto mĆ”s me reĆ­a mĆ”s me apetecĆ­a reĆ­rme, mĆ”s feliz era de reĆ­rme, y en fin, como no podĆ­a parar he decidido ir dando tumbos al baƱo, a reĆ­rme un rato a gusto y solo, y en el pasillo me he cruzado con la vecina, que me ha pillado en un momento de recarga (respiraba) con las lĆ”grimas cayĆ©ndoseme, y la buena mujer me ha dicho que sĆ­ que iba dormido, atribuyĆ©ndole mis lĆ”grimas a un bostezo XXL. AsĆ­ que la he estado contando que no, que era por un vĆ­deo que acababa de ver que me habĆ­a hecho tanta gracia que tenĆ­a que ir al baƱo a reĆ­rme, y han vuelto las carcajadas segĆŗn nos despedĆ­amos y yo me he ido por fin al baƱo y he soltado las riendas hasta saciarme y quedar exhausto.

El caso es que la mujer en cuestiĆ³n debe tener clarĆ­simo a estas alturas que en esta oficina no estamos muy bien de la cabeza.

Y el video era este, Bill & John Episode 2: Danger Attacks at Dawn.



...y su pƔgina web, http://billetjohn.free.fr.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la mĆŗsica que no le gusta a nadie y las pelĆ­culas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez mĆ”s libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pĆ”nico, no cuelgo aquĆ­.