0. La canción del día (es de las que puedes escuchar sin que te reviente algo, dale, dale).
1. La gente es un asco.
Voy caminando por la calle, deprisa, jugando mentalmente al Need for Speed. A un lado, una valla, mobiliario urbano típico. Al otro, un escaparate. En medio, lo que en terminos peatonales serían dos carriles. Y yo avanzando, esquivando gente, escuchando a mis espaldas el ruido inventado de las sirenas aun por encima del retumbar de Chimaira en los oídos. Ante mí camina una señora, infinitamente lenta, y yo me acerco a velocidad de crucero cuando ella decide frenar, girar, y detenerse en contemplación extásica del escaparate de la derecha. Según lo hace su visión periférica tiene que verme, soy esa cosa que se acerca embalada, con una nube de polvo brotando de mis pies. ¿Y qué hace ella? ¿Se aparta, deja el paso libre? No, naturalmente la señora se para en mitad del todo, dejando el espacio justo para que pase media persona por cada uno de sus lados. Yo, persona completa a pesar de lo que a veces parece, freno en seco, y la odio hasta un buen rato después de que se haya apartado.
Voy conduciendo, dos carriles también, yo por el de la izquierda, y en el de la derecha, delante, una hormigonera. Delante, al fondo, una rotonda, y cuando llegamos a ella yo ya estoy por delante del camión. La rotonda también tiene dos carriles, así que yo la cojo por el de la izquierda, y comienzo a girar cuando el camión entra en ella por el de la derecha y dispara sus cláxones contra mí porque no puede hacer el giro sin invadir el carril en el que yo, que estoy realmente delante suyo, me encuentro. ¿Y qué pretende que haga? ¿Y yo qué culpa tengo de que él ocupe más de un carril? ¿Qué tengo que hacer? ¿Quedarme en casa y no coger el coche para que el señor camionero tenga dos carriles para él? ¿Y no podría levantar el pie del acelerador un segundo, dejarme pasar, y aprovechar el vacío infinito que hay a mi espalda para conducir invadiendo todos los carriles que quiera? Yo piso el acelerador, y le odio hasta un buen rato después de que desaparezca del retrovisor.
Son dos ejemplos, pero hay mil. Van sucediendo, yo pienso que la gente es imbécil, declaro mi odio a la humanidad y gruño rencoroso.
2. La gente es genial.
También en coche, también en un carril izquierdo, también con una hormigonera adelantada a la derecha, pero sin rotonda, de noche y en la montaña rusa que es la actual M-30 a la altura de Carabanchel. Subídas, bajadas, alegrías y penas. Yo voy más rápido que la hormigonera, y esta va quedando atrás cuando llega una de las infinitas curvas cerradas que adornan los espacios entre cambios de rasante y de pronto el espacio que queda entre el costado izquierdo del camión y el guardarraíl de mi lado es de metro y pico. Yo lo miro, mientras me acerco, claro, y comprendo que por ahí no pasa mi coche ni de coña. Y el camión prosigue el giro y el espacio se sigue reduciendo: frenazo, pausa asustada, visiones fugaces en mi mente sobre mi pobre cochecillo prensado como un acordeón. Pasa el camión, acelero, y me mantengo respetuoso y acojonado a una distancia prudencial. Hasta que llegamos a una recta larga (es decir todo lo larga que puede ser en ese tramo de la carretera, o sea de 20 o 30 metros), y el camión frena de golpe, sin otro motivo que dejar que yo lo pase sin necesidad de exprimir el coche en el sentido púramente físico de la palabra. Yo sonrío agradecido y me desvanezco en un alegre acelerón (que naturalmente se desvanece en la siguiente curva).
Estoy en casa, escribiendo, huraño y jodido, y como hace tiempo que no escribo por aquí me pongo a intentar pintar un autorretrato. Predominante uso del color negro, en el tono. Me voy a dormir, o a intentar dormir, o a esquivar la cama, o a perder el tiempo; lo que hago por las noches, semanas como la anterior. Amanece, suenan los relojes, mueren las treguas, hora de salir de casa, hora de ir a trabajar, y uno se encuentra con conocidos y desconocidos llenándole el blog de palmadas en la espalda, preguntando en el correo que como estoy, cargados de buenas intenciones y deseándome lo mejor. Yo sonrío agradecido y piso el acelerador hasta donde da el motor.
Caminamos por la calle, de noche, viaje sin escalas del restaurante al bar abarrotado. Los azares del caminar nos barajean como quieren, uno entra y sale de las conversasciones como los jugadores de balonmano del banquillo al campo, se forman subtramas, pequeñas conjuras, círculos de confidencias. Un comentario casual respondido de forma literal preocupa a una amiga. Me mira raro, pero no es cosa de ponerse a contar la vida en un paso de cebra a treinta segundos del bar de destino. Pasa la noche, uno naufraga, el domingo manda un mensaje, y el lunes, café mediante, la amiga en cuestión me ayuda a hacer trampa; cuando uno piensa en soledad está solo, y el pensamiento, aunque podamos dirigirlo más o menos en alguna dirección, siempre tiene sus ideas propias sobre en qué dirección le apetece cabalgar, por masoquista que esta pueda ser. Pero cuando uno piensa en voz alta, cuando uno habla con una amiga, esta puede dedicarse a hacerle placajes a uno, a ponerle zancadillas cuando corre hacia determinados lugares. Lo que digo comienza a parecerse a un partido de rugbi, se forman montoneras, y al final sólo queda un ser pequeñito y voluntarioso corriendo con la pelota a toda velocidad; ese pequeño optimista que decías echar de menos. Mi amiga no lo placa, naturalmente. Lo jalea, e incluso le amenaza con darle de patadas si no corre más.
Yo sonrío, aprieto los dientes y corro todo lo que me dan las piernas.
27.3.07
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Con la tecnología de Blogger.
Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.
A mí la gente que me da un asco/rabia horrible es la gente que no sabe circular con un paraguas abierto por una via medianamente poblada >_<
ResponderEliminarY la gente genial es la que me hace sonreir en los momentos menos esperados de un día nublado y ascoso ^^
Los paraguas son malos, viva el chubasquero.
ResponderEliminarNada más.
pipilota: mi madre es cántabra y dice que en la zona centro nadie sabe llevar paragüas porque nunca llueve!!
ResponderEliminary jota: yo no uso ninguna de las dos cosas salvo excepciones: me gusta mojarme
(y me gusta también ver asomar al optimista, ahora que no lo lee nadie)
Ahhhhh...pero...hay un optimista?
ResponderEliminarEs que has llegado cuando se ha cogido unos días libres. Pero lee un poco más atrás, anda por ahí :)
ResponderEliminarY respecto a los paraguas: los paraguas son un inventazo. Lo que pasa es que están mal entendidos. La gente piensa que son para protegerte de la lluvia, y no. Los paraguas no son una defensa, son un arma.
Pero vamos a ver...ni los paraguas ni los chubasqueros, lo suyo es que si llueve (aceptando que tiene que llover porque es necesario, grr) estes en casita debajo de una manta viendo una peli y comiendo comida basura...
ResponderEliminarHasta estoy pensando pedir la baja laboral cada vez que llueva...