15.3.07

esconderse / escapar / escoplos

Esconderse y escapar son dos métodos diferentes para encarar cosas que uno teme. Desde muy pequeño yo resulté ser buenísimo jugando al escondite. Como no era el más rápido a la carrera ni de lejos no podía confiar en esperar a que me encontrasen y adelantar en un sprint al encargado de buscar, así que aquel niño que era yo se puso a pensar por qué y cómo éramos descubiertos, y llegó al a conclusión de que a uno, cuando estaba bien escondido, siempre lo pillaban cuando asomaba la cabeza para, irónicamente, ver si se acercaban a pillarle.

Así que mi sistema consistía en buscar un buen escondrijo, refugiarme en él e ignorar el mundo exterior. Llegué a ser tan bueno que más de una vez mis compañeros de juegos, hartos de buscarme, me dieron por perdido y continuaron jugando sin mí.

A veces, a día de hoy, pienso que esa habilidad, que descubrí tan joven, he debido perderla en alguna parte. A día de hoy no soy capaz de quedarme quieto en un rincón dejando pasar el tiempo y destrozando los nervios de mis perseguidores (debe ser que mis propios nervios ya no son lo que eran, a estas alturas. Debe ser también porque ahora suelo perseguir más de lo que me persiguen). Ahora que ya nunca se hace con las piernas, me he convertido en un velocista, tal vez siguiendo la estela que la envidia hace brillar en el recuerdo de aquellos niños ágiles y audaces que afrontaban su avistamiento con indiferencia y luego corrían como el maldito viento. Ahora mi forma de resolver mis penas suele implicar mucha actividad, mucha, digamos, aceleración y velocidad punta, muchas revoluciones en el motor.

Necesito hacer cosas.

Necesito sentir cosas.

Necesito ocuparme en cosas.

Necesito tener planes, sueños, retos, tareas. Por ahora dormir es, en sí, algo que hacer, algo que sentir, algo en que ocuparme, un plan, un sueño, un reto y una tarea, pero sobre todo es el tiempo muerto en la gasolinera, mientras lleno el depósito para poder afrontar todo lo demás. Pero, cosas de la velocidad, me pierde la impaciencia, así que la agenda se va poblando de planes, de puntos en el horizonte a los que hay que llegar en tal momento y a toda velocidad. Por ejemplo dentro de una semana Juan (que se ha convertido en mi médico y terapeuta, cosa que le agradezco infinito) y yo nos hemos cogido un día de vacaciones para irnos a Toledo, a hacer fotos y a pasar el día. Por ejemplo hoy empiezo un curso de Photoshop. Y por ejemplo, según volvía hoy para casa, meditando que no me da tiempo a gran cosa entre el trabajo, las cosas de la casa y la foto al día, y he dicho que cuando las cosas aprietan es momento de hundir el pie aún más en el acelerador. Con un par.

Eso sí, me voy a permitir unas mejores condiciones, esta vez. Que las cosas no son igual que antes, y ahora no puedo quedarme un día sin ir a trabajar o una noche sin dormir (esto último sobre todo ahora no) por terminar un cuento. Así que será sólo una vez al día, los lunes, probablemente. Y no sé por cuánto tiempo será. Pero a partir del lunes que viene, el Proyecto Escoplo compienza su segunda edición. Ea.

Y como en el fondo soy tan previsible ya no hace falta ni que diga qué voy a hacer ahora mismo, ¿verdad?

5 comentarios:

  1. Pues a mí el escondite se me ha dado siempre fatal. Los dos métodos que comentas para encarar las cosas que uno teme, en mi caso, no funcionan.
    Asi que, cuando temo algo, con un par (de ovarios, en este caso) me pongo de frente y embisto, la primera, por eso de que el que pega antes puede que pille al otro por sorpresa.
    Luego una se arrepiente, se dice aquello de que es una balillas y que, si hubiera esperado un poco, sólo un poco, se habría dado cuenta de la estrategia del otro y hubiera reaccionado de otra manera distinta, pero ... eso ya ocurre en el después.
    Espero que hayas dormido mucho, mucho, mucho ...

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  2. Bueno, no se trata de escapar del problema, huyendo. Cuando uno corría en el escondite no era para alejarse, sino para ir a donde el que la llevaba tenía que delatarte... Embestir puede ser eso a lo que me refiero cuando hablo de correr.

    Lo de dormir, no ha podido ser. Pero yo le pongo empeño.

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  3. No hace falta que me agradezcas nada. Para eso estamos.

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  4. A mí, más que esconderme, se me da bien pasar desapercibido. Lo de escapar es otra cosa. Soy un experto en huidas de todo tipo.

    También me gustan los plátanos.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.