3.11.06

El barrio #2: Sonido

En lo sonoro el barrio es un lugar denso y variopinto. Ya lo era antes de llegar nosotros, como fuimos descubriendo antes de tener música propia, y ahora, con los 200W de mi compañera y la pasión con que les da rienda suelta, hay ratos en los que el aire puede cogerse a puñados de lo cargado que viene. Durante el día no supone mucho problema; pasa el tráfico debajo de nuestras ventanas, un fragor inesperado pero monótono que es para los urbanitas de secano el sustitutivo cutre y miserable del mar, y pasa la gente, charlando por la calle, y como mucho se escucha la música de algún vecino colándose en las pausas de la propia, pero los 200W no dejan muchos supervivientes reconocibles.

Pero cae la noche y llega un momento en el que, por ahora, quitamos la música, y escuchamos la respiración y el pulso del barrio dormido.

Anoche sonaban, ante todo, las gotas de lluvia al caer desde los aleros, la paz hecha goteo. También suena, más intermitente y más estruendoso por el contraste, el tráfico, y el retumbar de nuestras ventanas, a coro, cuando pasa el 500 o algún camión perdido y escandaloso. Y por debajo de todo eso ruidos más tenues que sólo alcanzamos a escuchar a veces, como los extraños pasos de los vecinos de arriba, que a las horas más intempestivas caminan con tacones por rincones profundos o dejan caer misteriosos objetos o hacen unos ruidos que, esperamos, no tienen nada que ver con el sexo. No por nada, sino porque era algo como martilleo, martilleo, martilleo, silencio y repetir; tres golpes pausa, tres golpes pausa, y así, mecánico y ritual como no debería ser el sexo (aunque bueno, ritual por qué no).

Y por debajo de todo la alegría de mi compañera, el rumor, apenas filtrado por la pared, de los ronquidos del vecino de al lado, que se acuesta antes que ella y se despierta más tarde, así que forma su banda sonora nocturna en cuanto el temporizador de la cadena hace lo que puede por la victoria inútil, imposible e inviable del silencio.

1 comentario:

  1. La capital, capital es lo que tiene :-) Los extrarradios son más tranquilos, eso sí, si no te toca la carretera al lado, o un vecino ruidoso.
    Nunca se sabe si los ruidos de la vecina de arriba provienen de hacer el sexo o el amor. Algunos son, somos muy raros en los gustos. A lo mejor lo hacen como los conejos, tres envites y silencio, tres envites y silencio... ;)
    Bien venida al club a tu compañera, los ronquidos son como las almorranas, no sabes si los sufriras en carne propia o ajena.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.