Y después de esos viajes en avión en los que parece que uno es la bola de una partida de pinball contintental en la que va rebotando de aeropuerto en aeropuerto (en total Barajas, Munich, Budapest, Budapest, Frankfurt, Barajas) por fin aterricé el domingo en el paisaje habitual de lo que es Madrid: Calor, cansancio, ruidos nada soprendentes y gente tan lamentablemente poco graciosa después de la fauna que nos ha adornado los paseos de la última semana.
Las curas de sueño se fueron al garete la última noche, donde conseguí dormir un total de media hora con permiso de una simpática araña que me hizo una sesión de acupuntura que aún recuerdo con rascares frenéticos e insultos varios, pero bueno, de las últimas 24 horas he pasado 15 durmiendo así que tampoco puedo quejarme.
Total, que después de una escala de una noche en Madrid me he venido a los montes, a echar de menos a gente que está, pero como si no estuviese, y a gente que no está, pero que estará en unos días (gracias, relojes y calendarios del mundo, por acercarme el futuro. Os debo una copita). Y a filosofar sobre nuestra suerte atmosférica: Nos fuimos de España justo a tiempo para evitar una ola de frío, y volvemos de Budapest justo a tiempo para esquivar lluvias torrenciales. Y qué mal repartida está la suerte, anda que no cambiaba yo la mía de sitio, potenciando más la referente a los asuntos de faldas, aún a costa de tener que llegar a casa algún día calado hasta los huesos con un paraguas herido de muerte en la mano.
En fin. Divago, ya lo sé. Pero es que me gusta divagar. Puedo ir saltando de pensamiento a pensamiento como si esto fuese la prueba esa estúpida (nada peyorativo eso de estúpida, es que lo es, las cosas como son) de humor amarillo en la que la gente va dando brincos de piedra a piedra esperando que ninguna se hunda, o que caso de hacerlo les de tiempo a llegar a la siguiente. Y como yo, en estas cosas, soy muy hábil, pues me paso los días y las noches dando botes sin mojarme más que los tobillos.
Y es martes, se dice, se comenta, y mañana es miércoles, y el viernes, que va a ser un día estupendo, que lo sé yo, se acerca despacito pero con paso firme, silbando y contento de estar a sólo un montoncito de horas de llegar para alegrarme las noches con una risa que, siempre que se escucha, se redescubre por vez primera, y que espero redescubrir montones de veces.
Dicho lo cuál me voy a comer, que ya va siendo hora.
Saludos, besos, flores, abrazos y reverencias. Las fotos, para la semana que viene.
22.8.06
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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.
¡Caramba!, un bicho pica a otro bicho. Esa araña era muy femenina y sabía lo que hacía, ¡lista la araña!.
ResponderEliminarJoooo, me he enterado tarde de vuestro viaje, estaba de vacaciones, espero que hayáis probado las "Chuletas del rey Matías", fue el plato que más me gustó cuando estuve por allá, en el 92, ni más ni menos, cómo se arruga una, oyesss..... En aquella época nos llamaba mucho la atención que las chicas no llevaban sujetador, cosa nada vista por aquí, casi todas tenían el pecho derecho más firme y el otro más caído....!Hay que ser tontos para irse tan lejos a fijarse en esas gilipolleces!!! Me gustó mucho la isla de Buda (creo que se llamaba así), donde daban conciertos y había teatro, títeres y de todo..... En fin, que espero que lo hayáis disfrutado, por cierto, del bastión de los pescadores deben salir unas fotos preciosas, estoy deseando ver como viste la ciudad en fotos, David.... Un besín...
ResponderEliminarPues no descarto que la araña fuese muy femenina... me dejó echo polvo y cada vez que la buscaba andaba desaparecidísima, conductas efectivamente muy habituales en el género femenino v_v
ResponderEliminarLentejas, la isla esa era la isla de Margarita, y cuando fuimos a verla hacía un calor de cojones y yo tenía hambre lobuna, así que mis recuerdos de ella son los del sudor y el rugir de mis tripas... Fotos hay para hartarse, entre las que hice yo y las que hizo el resto tenemos 300 o 400, y preparaditas para subir al fotoblog (no irán todas, pero bueno) tengo unas 45...
Y no todas, pero algunas mozas, efectivamente, no llevaban sujetador, para alegría de los que tenemos las hormonas de gatillo fácil.