20.7.06

138 vidas en peligro

Supongo que en parte es culpa mía, pero también creo que es parte de este don o esta maldición que tengo de desubicarme y de ir dando brincos por mundos paralelos: Sin ir más lejos esta misma mañana me ha vuelto a pasar, cuando me bajaba del tren en Atocha e iba camino de las escaleras mecánicas a mi izquierda ha cantado o he creído que cantaba un grillo, y a mi alrededor se han conjurado un campo nocturno y una noche de verano adolescente. Pero digo que es también culpa mía porque claro, hay cosas de las que es difícil enterarse si uno no enciende la tele y renuncia a los periódicos que la gente reparte (o intenta embutirte entre las manos, habitualmente) a las entradas y salidas de las estaciones de tren y metro. Y así hasta el lunes no me enteré de que Israél andaba bombardeando el Líbano, y la gente, cuando se entera, me dice que en qué mundo vivo.

Pues en el mismo que todos, solo que el campo de las infinitas cosas que no sabemos, de las que no nos enteramos y que no llegan a nuestros oídos, que siempre tiene pinta de ser tristemente enorme, incluye en mi caso esta última catástrofe. O incluía, supongo, hasta que mi agente sacó el tema en una conversación y, viendo que yo no sabía de qué hablaba, me estuvo contando.

Así que ayer, a la hora de comer, me hice con un ejemplar de El Mundo que había en la barra de la cafetería-restaurante a la que fui, y me puse a leer al respecto, mientras me sentía fatal, como pasa siempre que uno lee sobre cómo funciona el mundo, por andar aquí con mi vida como si tal cosa mientras por ahí la gente se anda bombardeando y gente normal y corriente como tú y como yo descubre de pronto que están muertos porque algún soldado o similar (ya sabes: asesinos) ha hecho su trabajo con mucho celo. Y ahí estaba yo, con un tenedor paralizado a media altura entre el plato y mis dientes en una mano y el periódico en la otra, cuando en una columna vi una noticia de estas que supongo que se llamarán de apoyo, o algo así, y que hablaba de una organización protectora de animales israelí, que ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional advirtiendo que esta guerra ha producido el abandono a su suerte de un montón de mascotas en el norte de Israel, y se daba la cifra de que hasta la fecha habían contado 138 animales abandonados y que, entre el calor y las bombas, morirían si eran abandonados a su suerte. Terminaban haciendo un llamamiento a los veterinarios del mundo para que fuesen allí, a prestar su ayuda.

Y yo, no sé, me siento dividido.

Por un lado me parece una soberana estupidez que, con la que está cayendo, un puñado de ecologistas y veterinarios anden por la frontera, a la sombra de los misiles y los helicópteros de combate, haciendo recuento de los animales que se encuentran por ahí y llamándole tragedia a algo que sucede a pocos kilómetros de ciudades que están siendo bombardeadas por el ejército israelí y en las que supongo que también, aparte de personas, habrá algún que otro animal.

Pero por el otro lado, viendo esta capacidad que tengo últimamente para la abstracción y para reemplazar unas realidades con otras, no puedo dejar de admirar la de esa gente, que aún ahora es capaz de darse cuenta de que esos pobres animales también sufren y padecen, y decidan ayudarlos.

Así que me parece un gesto muy noble, y como todo gesto noble es digno de aplausos. Pero después de los aplausos yo les llevaría hasta Beirut a base de patadas en el culo para ponerles a trabajar en esas otras tragedias que ve todo el que estos días ve la tele o tiene una agente que le informa de cómo van las cosas en ese horrible mundo al que llamamos, a falta de una palabra lo suficientemente triste, el mundo real. Y les disculpo, porque en su gesto bonito y absurdo se ve la mentalidad de muchos cronopios, pero de vez en cuando los cronopios necesitan que uno de ellos se erija como paredro y comience a repartir sopapos para poner las prioridades por orden.

Y siempre agradecerles ser el ejemplo definitivo de que siempre habrá alguien a quien haya que agradecerle que el mundo también se merezca que lo llamen un lugar surrealista.

4 comentarios:

  1. Cierto, prioridades y en el caso del Líbano no creo que la prioridad sea un perro.. especialmente porque nadie va a detener a un perro, en un camino en mitad de la nada y hacia la nada, para pedirle unos papeles que ya no existen y que fueron olvidados, por la evidente necesidad, en cualquier cajon de alguna casa que ahora también es nada. Porque nadie va a matar ni torturar ni expulsar a un perro o a un gato o a un pájaro por no tener esos papeles.
    El ejemplo definitivo de que el mundo es surrealista no deja de ser una guerra.
    Aisch!! que me quemo, que me quemo!!!

    ResponderEliminar
  2. No sé. La verdad es que hay gente cuya vida no merecería la pena salvar antes que la de un perro (o la de un gusano, ya puestos). Lo mismo en el Líbano que en Calatayud.
    Otra cosa es que los tíos estos piensen antes en el perro que en las personas que si merece la pena salvar. Y, siendo optimistas, serán más.
    Así que una colleja (pero suave) para ellos.

    ResponderEliminar
  3. Yo conozco a una auténtica cronopio que si no forma parte, al menos me consta que ha recogido firmas para una organización así. Aunque no era para salvar las vidas de las mascotas en guerra, sino las que quedan abandonadas tras catástrofes naturales, o algo así.
    Y no sé, es algo que me cuesta entender, pero que cuando ella lo explica pues... pues lo entiendo. Pero aun así creo que hay otras prioridades en estas situaciones >_<

    ResponderEliminar
  4. Pues al menos esa gente prioriza la vida de los animales, que siempre es mejor que priorizar el contar y hacer fotos de alguien que ayuda a animales en vez de a humanos. No es el tema de discusión, pero en estas situaciones de guerra siempre me choca el papel de los periodistas, que priorizan el dar una noticia o hacer una foto a todo lo demás.

    Luego está el caso de que sino, no lo sabríamos. Pero sinceramente, puesto que no voy a cambiar nada, me la suda saber. Sin embargo me gusta pensar que si hubiese una guerra aquí y viniese un periodista, digamos canadiense, tendría por prioridad el ayudarme en vez de hacerme una foto mientras agonizo de muerte. Per todos sabemos que eso no sería así.

    Por cierto, que en una reciente encuesta la profesión de periodista salió como la menos valorada por la ciudadanía española. No me extraña, aunque a mi tampoco me preguntaron. Los médicos salieron en primer lugar. Eso es bueno, porque significa que la mayoría de la población no ha tratado mucho con ellos.

    Y ahora que ya he descarrillado un poco el tema central, me marcho.

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.