24.5.06

Marx estaría contentísimo

Por fin puedo decir que justifico mi sueldo, que no es una cosa que en realidad me preocupe porque al fin y al cabo no se nos paga por trabajar, sino por el tiempo que nos roban y que podríamos estar dedicando a la ocupación más maravillosa del mundo, no hacer nada, o a hacer fotos, dormir, leer, pasear, ver películas, hacer el amor (si se puede y nos dejan), comer, beber o atropellar embarazadas con el ordenador.

Pero desde ayer estoy trabajando en su versión literal. Finalmente el hombrecillo que me quería aquí se dignó a pasarnos unos datos y pedirnos cosas al respecto para que yo pudiese hurgar en ellos, ponerlos un orden y hacer que se entienda algo y se pueda sacar alguna conclusión. La base de datos es la de las bajas por enfermedad de la empresa-cliente, así que llevo dos días leyendo palabras como glaucoma, dispepsia, nefropatía o sinovitis, y ayer, cuando afronté el capítulo semanal de House (M.D.) iba yo ya más en plan colega de ese médico que pretendo convertir en referente educativo para mis hijos el día que los tenga (planeo hasta comprarles pequeños bastoncitos); no es que sepa en qué consisten estas enfermedades pero hey, las reconozco de leídas, y algo es algo.

Así que ahora las ocho horitas de trabajo se pasan más rapidas, y ya la alergia no me está matando, lo que siempre ayuda. Estamos mi compi Cristina y yo con dos ordenadores, ella con uno de la empresa que tiene conexión a Internet aunque de estas corporativamente paranoicas que no deja entrar en según qué páginas, como por ejemplo la de mi correo, y yo con el portátil, así que por lo menos música no me falta, y de cuando en cuando robo algunos minutos de productividad laboral para juguetear con alguna foto. Ante nosotros se extiende el trozo de departamento de los informáticos, sospecho. Al menos cumplen con lo que uno espera de los informáticos. Visten con vaqueros y amplias camisetas con motivos arcanos como fotos del Pato Donald (aunque como en todo grupo de informáticos también los hay de esos que parece que quieren pasar de incógnito y se visten con camisas de cuadros pequeñitos, remetidas en los pantalones), barbas de tres días (excepto, claro, los de las camisas de cuadritos, que además tienen menos pelo. ¿Habrá correlación entre el estado de calvicie y el vestir del informático?), se visitan los unos a los otros constántemente para medio sentarse medio tumbarse sobre sus mesas y mantienen interesantes debates sobre lo estúpida que es la gente que considera Matrix una fantasmada cuando ello implica ignorar la premisa de la película de que todo es, desde su origen informatizado, una gran ficción en la que como tal podría ocurrir cualquier cosa, y demás tertulias que habitualmente me pierdo porque por interesantes que sean no puedo evitar, cuando les escucho, ese sentimiento que me da siempre que no tengo música, el de que estoy malgastando mi tiempo. Ya, sé que sería infantil pensar que escucharé música por siempre jamás. No, un día moriré, y ese día se acabo lo que se daba, y aunque tengo dicho que me entierren con el iPod en marcha (y si no lo he dicho lo digo ahora, conste pues) no soy tan inocente de pensar que la batería vaya a durar eternamente, ni que haya forma de recargarla más allá de la muerte.

Problema este que deberán afrontar los teólogos modernos, cuando tengan narices para darle la cara a nuestro tiempo: ¿Hay enchufes después de la muerte? De los de corriente eléctrica, pregunto, porque está claro que los teólogos opinan que del otro enchufe sí que hay, que por algo creen en Dios y son buenos, qué cosa más inquietante esa de las religiones que obligan por decreto a la bondad con la amenaza de palos eternos si no. ¿Para qué hacer que la gente sea buena, si puedes amenazarles para que de igual y se limiten a portarse bien?

Si sigo hablando del tema me lo voy a terminar tomando en serio, y voy a tener que repetir que soy ateo, que el universo es música y yo parte de él, y que la música seguirá cuando yo no esté aquí, y lo que ahora soy yo seguirá siendo parte de la misma, así que por mí todo bien, en fin. A lo que iba.

A nuestra espalda tenemos lo que tiene pinta de ser un pequeño departamento de delineación, donde siempre hay dos mujeres (son tres, pero nunca las veo a las tres a la vez, imposible) haciendo esos vuelos rasantes a toda velocidad que hace la gente que maneja el AutoCAD y sabe lo que está haciendo con él y para qué sirve la ruedecita del ratón. Dibujan muebles. Yo, como hace dos trabajos tuve un contacto más bien íntimo con la delineación, e íntimo pero desde luego no bíblico con los delineantes, las miro con cariño, también porque hay dos de ellas que son dos tías francas y ruidosas a las que da gusto escuchar desvariar cuando son las tres de la tarde y ya empiezan a ponerse contentas porque no queda nada para irse a casa (costumbre esta para mí nueva en este gremio; en el otro sitio se iban poniendo fúnebres según se acercaba la hora de salida, porque entonces empezaba la desesperación de ver por cuántas horas pasábamos aquel límite. Qué costumbres más tontas coge la gente). El caso es que como las miro con tanto cariño ayer la paranoia me sugirió que ciertos comentarios confusos podrían significar que una de ellas es consciente de esta actitud mía y probablemente la malinterprete, probablemente ayudada por esos vistazos que uno, que no es de piedra y sí en cambio un gran amante de la belleza en todas sus formas, lanza a la caza de escotes, traseros, caras, ojos, manos, pelo y demás rasgos. O eso, o están locas por mí y no saben cómo disimularlo. Casi siempre termino pensando esto de las actitudes incomprensibles de las mujeres y en menor medida de los hombres, ahora que lo pienso. Sé que es un error, pero suele ser divertido.

Así que así se nos pasan las mañanas, mi compi trabaja y perrea por el correo que ella sí puede utilizar, y yo trabajo, perreo y escucho música y juego con fotos que entre los ficheros con códigos de texto de delante y los entramados de líneas de colores de detrás forman una especie de isla de colorines, una ventanita a algo que me tranquiliza saber ahí conmigo, a mi alcance.

La única faena más o menos gorda es que no tengo internet, pero se puede vivir sin red, dicen. Espero que lo que me pasó la semana pasada fuese como pensé una reacción alérgica al polen que flota por el campo que tenemos aquí a mi lado derecho, y no una reacción a la falta de conexión. No, en serio, no lo echo de menos. Lo único, el correo, poder hablar mientras trabajo con la gente, eso sí, claro. Y poder gastar algo de tiempo aquí, claro. Pero poco más. Aunque eso sea mucho y me destroce esas ruinas tan agradabadables a las que me he venido acostumbrando.

Bueno, voy a ver si encuentro el casco y el chaleco antibalas y voy a la cocina. Y respondo a los privados por aquí, si no os importa: Maestro Jota, jamás se me ocurriría retarle en nada, pues le tengo por un jedi de noveno dan en el arte de vivir bien (entendido de forma literal, no en plan desahogao). Y si se admiten apuestas entre nuestras abilidades destructivas en la cocina, yo apostaría por ti. ¿Y decís que mañana es el día del friquismo, y que me vaya a hacer fotos para celebrarlo? Pues, uh, de hecho he quedado para ir por ahí a hacer fotos, así que ya puestos, por qué no.

En fin, me llama el deber. Deséame suerte.

4 comentarios:

  1. Qué suerte, ¡qué curro más entretenido tienes!.

    Es lógico que mires los encantos, zonas bonitas de las mujeres jajaja, señal de que estás vivo y no eres inerte como las piedras.

    Te aconsejaría que no utilices bastoncillos para aplicar a los oídos de tus churumbeles, suelen taponar los oídos. Dicho por mi médico ¡ehhhhh!. Mejor, les limpias con el piquito de la toalla que seguro estará suavita y esponjosa. Cuanto más superficial sea la limpieza mejor, hay unos huesecillos muy tiernos en el interior que pueden ser dañados.

    Por cierto, hablando de fotos, en tu fotoblog, entré una vez en: "caleidos" lo ví un día, unas botellas cuadradas... no he podido entrar de nuevo, me dice no encontrado. ¿Está en reparación, o ya no está en uso?

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  2. Caleidos no es mi fotoblog, es otro v_v

    Y eres la única persona del mundo que no consigue entrar en mi fotoblog... dale a www.davidruiz.eu y luego pincha donde ponga photoblog, tiene que salir sí o sí. O eso o tu ordenador no lee php por algún raro azar... en cuyo caso no podrías ver ni foros ni nada, que no creo que sea el caso.

    ¡Y no son lo mismo bastoncillos que bastoncitos! Y mis hijos se mutilarán los oídos voluntariamente para no soportar la asquerosa música que pondrá su padre a todas horas, esa es una intuición que me acompaña desde hace... la mitad de mi vida, ya.

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  3. Qué sííííííí, ya entre en tu fotoblog. He entrado en todos si no conté mal hay 7 de diferentes personas. Yo no estoy muy puesta en esto todavía, pero ya lo pillaré, con el tiempo se le toma gusto a todo jajaja.

    Veo que patiné con lo de los bastoncitos. Te referías a esas cositas acolchadas con un cable que se ponen en los oídos para poder escuchar tú solo la música jijijijiji. ¿En qué estaría yo pensando?

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  4. David, dices:el universo es música y yo parte de él.

    Tolkien describió la creación así: Ainu creó una música extraordinaria en la que se plasmaba la Tierra Media (y los planetas), y el mal lo conformarían las notas discordantes y desafinadas....!A ver si va a tener razón!
    !Qué friki que era Tolkien, toldía liado con ESDLA!

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.