25.4.06

Descenso

Vamos a rascar por debajo, a ver qué se ve. Vamos a intentar alejarnos de la superficie, donde siempre brilla alguna luz, donde siempre nada la luz de alguna estrella perdida, de alguna farola, los soles de la medianoche, la felicidad de los fotones jugando con la física como críos en los columpios. Vamos a ver que se ve debajo, donde no se ve, y tendremos que movernos a tientas, con el eco de la música. Suene pues algo que implique oscuridad, como Dark Tranquillity, y robémosles algunas letras y lancémoslas a las profundidades a ver qué forma tiene el fondo, que yace en él no escondido, pero sí invisible, tenaz, imperturbable. Primer eco,
What if:
a) some things are destined to failure
b) some things are never meant to be
c) someone never sees
d) someone never opens
e) somehow we are different

Hay arena, bailando lenta con las corrientes más profundas. Hay restos de algas negras, que jamás aspiran a ver la luz, algas orgullosas y pesadillescas de las que la luz, probablemente, huiría, si alguna vez llegase aquí: Está el miedo a la muerte, instalado desde hace tanto tiempo que aparece cubierto del óxido y la corrosión del tiempo, desgastado hasta ser más un elemento decorativo (si tiene sentido hablar de decoraciones allí donde nadie puede ver), un transfondo, una presencia habitual. Es un miedo tan viejo que ya la palabra miedo no le hace justicia, es un miedo que no mata, es un miedo degenerado en asombro, en incongruencia, porque al fin y al cabo ¿qué es la muerte, sino algo que no existe? Pero hay otros miedos que no son un ancla vieja caída, incrustada en el lecho, hay miedos que son criaturas frías y viscosas que no reflejan nada, que sólo se sienten cuando te rozan al pasar, y entonces uno piensa también que quizá no sólo la muerte, sino la vida sea una gran mentira, una incongruencia. Y de entre todos los miedos irracionales (los racionales siempre están en la superficie, y la luz los destruye, se ceba con ellos y los deshace en alivios sudorosos) los dos más grandes, si tenemos que medir el tamaño por la presión con que nos golpean al pasar, con el sentimiento de invencibilidad que nos asalta cuando sus escamas nos arañan la piel, como si en su fluir nosotros no fuésemos ni siquiera un estorbo, están el miedo al dolor y el miedo al olvido.

Pero ya no nos alcanza el primer eco. Segunda descarga:
I brought you fires
That you put out
I brought you fires
For I cannot be without

En pos de ese destello intentamos perseguir el miedo al dolor. No al dolor físico, terrible amigo que, al fin, nunca mata, que sólo eriza las terminaciones nerviosas con puntos de fuego y luz que, tal vez por una vida privilegiada o tal vez por puro desconocimiento (¿qué distingue, a veces, al dolor de la molestia, o de la molestia grave, o de la muy grave? Lo sé, lo he vivido, pero muy pocas veces para recordarlo como algo real, como algo no onírico). Es el dolor oscuro, sin luz ni fuego, el dolor que forma una presión en el interior, el dolor que tiene la culpa de que muchas noches no pueda dormir, un dolor derivado del absurdo (y por lo tanto emparentado con la vida y la muerte, probablemente): El dolor del paso del tiempo, de los segundos que pasan como viento frío, invisibles e imparables. El dolor de la incomprensión, el dolor de saber que el universo y yo, siendo la misma cosa, estamos en bandos no necesariamente opuestos, pero siempre diferentes, que viene instalado de serie en todas y cada una de las consciencias, supongo. El saber que no importa la meta, la intención, el sueño: Al final la banca hace valer su voto.

Y ya no queda nada con lo que seguir navegando. Tercera descarga, aventuremos algo de luz,
Tread not the path of least restraint
Each piece of evidence a lie, a lie
The body, the face all items in place
I don't remember a thing

Y todo es un juego absurdo, vano, venimos buscando como alegres exploradores de esta profundidad siniestra, esperando ver pasar cosas que luego, al subir a la superficie, conjuraremos con el calor y la presencia reconfortante de las cosas que veremos alrededor (hola, mesa, hola, botella, hola, sonrisa, hola, par de ojos, hola, nube), esperando ver cosas ocurriendo o yaciendo o navegando indiferentes de un lado para otro, sin hacernos caso, dejándonos en paz, y ahora tenemos aquí plantado ese último miedo, que es la suma de todos, que nos mira con ojos que no son ojos, que nos amenaza sin hacer nada, ni siquiera con su existencia, porque no necesita de ella para convertirse en un dios lovecraftiano, apocalíptico, real. El miedo a olvidar, a ser olvidado, a que las cosas dejen de existir, a no haber existido nunca. El miedo que obliga a todo ser vivo a pensar que tal vez fuese bonito dejar unos genes por ahí, que tal vez fuese buena idea escribir unas palabras y esperar (rezar, implorar, mendigar) que alguien no ya las lea, sino que las recuerde algún día.

Y pienso que no puedo seguir, que debo irme, que la vida me echa de menos ahí arriba. Son excusas, si me quedase aquí podría saber algo, lo sé, lo siento. ¿Pero quiero saber?, me dice una voz que aunque sea mía no reconozco. ¿Sabría saber? ¿Qué soy yo?

La suma de mis miedos parece una buena definición.

Hora de subir. Se suelta el lastre (que cae ahí, a acompañar a estas criaturas), de dejar que los fotones jueguen con mis retinas. Eso es lo que hay ahí debajo, lo que siempre, juegue a ser feliz o no, hay dentro.

Y ahora que estoy arriba pienso que tengo remedios contra todo eso.

A veces funcionan.

11 comentarios:

  1. "El miedo que obliga a todo ser vivo a pensar que tal vez fuese bonito dejar unos genes por ahí, que tal vez fuese buena idea escribir unas palabras y esperar (rezar, implorar, mendigar) que alguien no ya las lea, sino que las recuerde algún día."

    Y después el miedo de haber dejado esos genes por ahí, ¿qué será de éllos, serán felices, qué problemas les caerán encima, seré yo responsable de todas las calamidades que les sucedan, seré yo responsable de su felicidad? Y las palabras ¿sabrán entender lo que les he querido decir, sabrán leer entre líneas, sabrán ver mis miedos y serán capaces de enfrentarse a los suyos?
    Cada vez tengo más miedos, casi el que menos me preocupa ya es el miedo al olvido.

    Un saludo y gracias como siempre

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  2. Respecto a los genes no, no creo que vayas a ser responsable de las calamidades que les ocurran, por dos razones: Primera, porque tampoco tú elegiste tus genes, y por lo tanto no tendrás la culpa si son guapos o feos, sanos o enfermos, y segunda porque serán seres conscientes, que tomarán sus decisiones y que serán, por sí mismos, responsables de sus propios actos.

    Respecto a las palabras, bueno, nadie te garantiza que vayan a ser comprensibles ahora, así que no hay que temer a eso a largo plazo, ¿no?

    Además, si nosotros leemos y comprendemos literatura antigua, es de esperar que dentro de tiempo si alguien fuese a leernos (cosa bastante improbable, por todo lo que habrá para leer) nos entendería mejor de lo que se ha entendido a nadie de la antigüedad, porque tendrán más información sobre nosotros, sobre cómo somos y como pensamos, de la que nadie ha tenido hasta ahora.

    Lo siento, es que me gusta mucho discutir ^_^

    Y los miedos, alúmbralos con una linternita. Es lo que hago yo, y ya digo, a veces hasta funciona.

    Oye, no sé quién eres pero ¿son cosas mías o sólo me contestas cuanto escribo en plan tétrico? :P

    Un saludo y gracias a ti, por leerme (sólo, ya sabes, recuérdalo algún día, y mátame un miedo).

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  3. Acierto al pleno, no me conoces y no son cosas tuyas es verdad que sólo te he contestado cuando escribes en plan tétrico, pero leo todo, es que me produces tanta ternura cuando te noto triste y además yo soy muy dada a las melancolías, a los miedos...
    El que yo no eligiera mis genes no me quita el miedo respecto a los que yo deje por ahí, ya sé que cada uno es responsable de sus actos pero tus actos vienen dados de una educación, de un ambiente, de un beso, de un abrazo y eso sí será responsabilidad mía.
    Puedes ir quitándote ese miedo, tengo tus escritos bien guardados, para leerlos de vez en cuando y dejárselos a mis genes para que no se olviden tus palabras. No solo yo mataré ese miedo.

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  4. Pues yo de miedos ando muy escaso. Tal vez se deba a los reveses de la vida, pero el caso es que llegado un momento, te dejas de preocupar, porque te das cuenta de que la preocupación no protege.

    El mayor de los dolores es el que se escapa a tu poder, los conocidos como avatares del destino, y lo son porque no se puede luchar contra ellos. Por eso mismo, no tengo miedo al dolor, porque de igual modo que la sábana no protege del intruso nocturno, la preocupación no protege del dolor. Incluso diría que lo alimenta.

    Respecto a lo del olvido, bien, a veces he pensado en lo romántico de la idea de perdurar por tus obras. Aunque no es algo que me quite el sueño, es algo que me gustaría que ocurriese, más que nada porque me sentiría orgulloso de crear algo que aguanta el test del tiempo, y me sentiría orgulloso en vida. Es decir, si ya me siento orgulloso de tonterías que hago, no imagino lo que se debe de sentir al crear algo atemporal. Debe de molar.

    Y eso, que mirarse los miedos estña bien de vez en cuando, les pillas cariño, descubres que no son tan feroces, te haces amigo de ellos, les das galletitas cuando se portan bien... pero por lo general diría que no es bueno dedicarles mucho tiempo, hay otros sentimientos más importantes a los que alimentar.

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  5. Pues ya tienes mucha suerte fresquito. Yo le tengo miedo a casi todo.
    Y con los años voy siendo menos miedosa. El miedo es libre, y no se puede evitar, y muchas veces tampoco controlar. Si a una persona la educan con miedos, será una persona miedosa, temerosa, y se pierde muchas cosas buenas de la vida.
    Mira si tengo miedo que no he querido dejar mis genes por el mundo, para que sufran como yo he sufrido. Tomé la mejor decisión de mi vida, no tener hijos. Nunca me podrán decir que yo les deje enfermedades ni miedos, en mí se quedaron, aquí se extinguio mi cadena.

    David, creo que aquí te equivocas, mi padre y mi madre son responsables de mis genes, y ellos y la casualidad de la vida me hicieron ser como soy. Yo no elegí ser como soy me lo impusieron al lanzarme a este loco mundo. En mis genes viene ya escrita, mi estatura, enfermedades, color de ojos, de pelo, el tamaño de mis pechos...

    Totalmente de acuerdo con todo lo que dice Sonia.
    Igual que a ella, lo que menos miedo me da es al olvido.

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  6. Pero tus padres tampoco eligieron cómo ibas a ser, ni tu estatura (que también viene determinada por tu alimentación y la salud que tengas después), ni tus enfermedades (muchas de las cuales cogerás o no más adelante según el entorno en el que vivas), ni el color de tus ojos ni de tu pelo, ni el tamaño de tus pechos: Por eso ellos no son responsables de todas esas cosas, porque no las eligen, simplemente hacen lo que pueden y esperan lo mejor. Si por eso quieres culparles por cómo eres pues tú misma, pero no me parece honesto.

    Y creo que no tenemos la misma visión del olvido. Voy a tener que hablar más sobre él otro día...

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  7. David No, ellos no eligieron mi estatura, ni mi color de ojos..., pero ellos me crearon y si sus genes tenían unas serie de caracteristicas, era evidente que saldrían en alguno de los hijos.

    Sí, la alimentación determina mucho la estatura y la salud, claro que sí, ahí tienes parte de razón. Pero si ellos no medían 190, yo no puedo pretender ser más alta que ellos. Aunque ahora esto ha cambiado debido a que hay mejor alimentación, mejor sanidad...

    Ellos son responsables de haberme tenido, ya lo creo que lo son, y más cuando por un medico fueron avisados que con el primer parto ella se había quedado muy débil y las consecuencias de un segundo serían muy complicadas y quedaría muy enferma.
    Si ellos hubieran tenido cuido, su primer hijo hubiera sido un niño muy feliz, y se hubiera criado en un entorno diferente.
    Yo no existiría, pero seguro que mi madre sí, ya que la medicina y la cirugía avanzó a pasos agigantados.

    No me puedo sentir orgullosa de que ella haya muerto a una edad muy joven por el capricho de tener un hijo más.

    Yo no les estoy culpando simplemente creo que yo soy como soy, porque ellos no pusieron los medios para evitar lo que ya les habían dicho.

    Hay enfermedades genéticas que son muy complicadas de controlar.
    Un cordial saludo

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  8. Siempre puedes corregir sus errores y liberarles de su responsabilidad tirándote por un puente.

    Lo siento, es que me cabrea sobremanera que gente que no sé quién es, que ni usa un nick inventado, me llame por mi nombre.

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  9. Pues no, no voy a corregir nada, no tengo ninguna intención lo hecho, hecho está.
    Ya lo he corregido en mí persona, y he puesto los medios para no tener hijos enfermos…

    Pues no lo sientas, si pones tu nombre es lógico que me dirija a ti con ese nombre. Si quieres que te llame Pepe pues te llamaré Pepe, y si prefieres que no hable aquí, pues tampoco tengo ningún problema, no vuelvo a entrar y se termina el asunto.
    ¿Te parece bien?
    Además si no quieres que entren intrusos, no les dejes, es así de sencillo, tú puedes hacerlo si quieres. Yo ya buscaré donde entretenerme, hay muchos sitios donde poder hacerlo.

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  10. No mujer.

    Es que tengo un trauma pendiente con los usuarios anónimos y cada vez que veo uno me da la paranoia.

    Pero qué te cuesta ponerte o inventarte un nombre...

    Sobre lo de corregir sobre la marcha, con tus decisiones y viviendo, pues muy bien, esa era la idea.

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  11. Casualmente si me cuido y no he cometido barbaridades con mi persona, es debido a que le tengo mucho amor a la vida a pesar de los pesares. No soy quien para destruir lo que ellos crearon y en ello se le fue la vida a mi madre.
    Pero reconozco que no lo hicieron bien y esto lo tengo siempre muy presente.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.