21.3.06

La tumba de Hitler

Leyendo las respuestas a la entrada sobre las paranoias del aeropuerto de Denver me he acordado de otra que yo creo que, sinceramente, la deja pequeña, y tiene el encanto de lo local, pues es un pequeño mito medio desconocido de mi pueblo.

Yo me enteré de la historia la noche del velatorio de mi abuelo Manolo. Por allí fue desfilando una cantidad ingente de ancianitos, haciendo repiquetear sus bastones por la casa, y medio por instinto medio por empuje gravitorio todos ellos solían terminar buscando refugio en el patio que, cosa muy razonable, es la parte más baja de la casa. Allí, bajo el fresco nocturno de la parra, íbamos a desprendernos un poco de esa tristeza tan cansina de estas ocasiones (horas de pie, escuchando llorar y sintiéndolo todo tan irreal). Y como además se congregó aquella increíble reunión al poco tiempo empezaron a brotar de forma natural las historias de los viejetes, y luego las leyendas y las idas de pinza, cuando medio huyendo del dolor, medio reencontrando el camino de la vida, la gente empezaba a relajarse y se permitía sonreír y lanzar por el patio alguna mirada brillante.

Y de todas las historias la más espectacular que escuché fue la afirmación de uno de ellos de que el mismísimo Adolf Hitler estaba enterrado allí, en el pueblo, debajo de unos melocotoneros. La afirmación dividió a los presentes en un espacio cociente de tres clases de equivalencia: Los que conocían la historia y consideraban que obviamente era falsa, los que no la conocíamos y pusimos ojos como platos, y los que la conocían y consideraban que obviamente era cierta, clase en la que estaba quien contó la historia.

Como la cosa degeneró al momento en una batalla dialéctica sobre el concepto platónico de verdad entre las clases de equivalencia primera y tercera, tampoco se dijo mucho más al respecto, ni he conseguido luego volver a encontrar a nadie que conozca los detalles de la leyenda y quiera contármelos, así que sólo puedo decir que la historia existe, que deben existir pocas historias más enrevesadas (porque ¿cómo se explica que el cuerpo del dictador más infame de todos los tiempos terminase enterrado en El Real de San Vicente, provincia de Toledo, España?). Pero es suficiente como para que de cuando en cuando me den unas ganas terribles de escribir un cuentecito al respecto, aunque sólo sea por responderme a la pregunta que, desde que me enteré de esa leyenda, me quita el sueño de cuando en cuando: ¿por qué enterrar a nadie, y menos a Hitler, precisamente debajo de unos melocotoneros?

Supongo que lo de los melocotoneros está ahí simplemente para darle una pincelada de versosimilitud a la historia, algo que sea reconocible y cercano. Tal vez para permitirnos dejar alucinado a cualquier amigo de fuera que venga y paseando con nosotros llegue junto a algún melocotonero. O alguna otra cosa que yo no vaya a imaginar nunca. A saber. En cualquier caso siempre viene bien recordar, cuando uno empieza a pensar en las cosas raras que la gente se va creyendo por ahí, que todos vivimos alrededor de rumores increíbles. Y que quien sabe, tal vez debajo de algún melocotonero de mi pueblo haya enterrada alguna calavera con un tiro en la sien y el recuerdo de un bigote legendario...

Total, el mundo es un lugar muy raro.

4 comentarios:

  1. Qué cosas se dicen cuando uno piensa que los niños no están escuchando... ju ju ju

    Como molan las historias de velatorio.

    Preguntas que porqué debajo de un melocotonero?
    Pues está clarisimo, porque la licencia poética de "debajo de un almendro" ya se la pilló Jardiel Poncela.

    Imaginate Hilter está debajo de un almendro...
    Eloisa está debajo de un melocotonero...

    Y si ya le pones el situ...
    Hiltler está debajo de un melocotonero del huerto de Tia Jacinta (la moza con mejor pinta)

    Por cierto, interesentisima la leyenda, consultaré mis fuentes locales. ;)

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  2. Pues sí que mola mazo la historia. ¿Cómo llegaría al pueblo? Acaso se hizo sustituir simulando el suicidio, y él solito disfrazado (como Carrillo con la peluca) cruzó los Pirineos y en el Real plantó melocotoneros con algún amiguito íntimo, o se vino con eva Braun minipimer con la que hacía mermeladas de melocotón.....¿? Tal vez la leyeda venga de que ahí enterraran a alguien con bigotito tipo Aznar o Chaplin pero con muuuu mala leche y por eso le apodaban el Hitler....Vaya usté a saber, da para 6 novelas.

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  3. pues sí es interesante pero no lo había oído nunca, pero vamos que no me extraña nada... si Aznar es descendiente del Real, porqué no vamos a tener a Hitler enterrado aquí?
    Lo de los melocotoneros será porque es una fruta más selecta, más de fachas.. ja ja ja , y hay muchos menos melocotoneros que otro tipo de árbol, imaginate que le hubieran enterrado debajo de una encina o de un castaño no habría forma de saber dónde le habían dejado..

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  4. Pos chico, no se yo si tendrá algo de verdad. Yo no lo he oido nunca y mira que yo soy mu del pueblo. Lo mesmo egque había algún crio al que en guerra le pusieron Jitler, porque yo conocí a un Lenín y a una Libertá

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.