8.3.06

La carne poco hecha

A mí siempre que en algún restaurante me preguntan si quiero el chuletón poco hecho, muy hecho o en algún punto concreto intermedio me agobian, porque me gusta de las tres formas. Lo mío es la carne. Y si pasas mucho tiempo con un tipo concreto de agresividad en el fuego, luego a veces cuando pruebas otra alternativa de nuevo te sientes como si te hubieses reencontrado con una vieja amiga; "así sabías, y por eso me gustabas".

Pues en la música, claro, también pasa, porque la comida tiene que ver con el hambre y ya sabemos que el hambre, para nosotros los injustamente afortunados, tiene que ver con la música. Así que hoy ha llegado la revista de Arise, y al abrir el buzón y verla me han crecido perceptiblemente los colmillos, hmmm. Siempre se encuentran cosas buenas en Arise, si a uno le gusta la carne sangrante, astillada y contundente. Y es que a veces da gusto volver a sentir esto, siempre es bueno recordar que hay música para gritar, dar saltos y vaciarse poros y pulmones.

Y ya estoy terminándome el primer plato: El último disco de Sepultura, a quienes imagino que tengo que ir a ver el 5 de abril en la Riviera, con unos tales In Flames.

Lo de "unos tales" era sarcástico, pero como no estoy muy seguro de si te he contado quiénes son In Flames, te cuento. A mí no me gustaban los grupos que gritaban. Pensaba "qué lástima de voz, ¿por qué renuncian a un instrumento tan bueno para simplificarlo a un grito?" Pero una noche escuché en la radio una canción que era un tropel de melodía y contundencia, que durante los alrededor de cuatro minutos que dura me hizo imposible parpadear. Al día siguiente tenía que ir a Toledo, y a la vuelta no paré hasta incrustarme en el centro de Madrid, encontrar y comprar ese disco, que se llamaba Colony y era de los tipos esos, In Flames. Había un tío gritando, pero ni podía fijarme en él, por culpa de esas guitarras, de ese sonido y de esa forma de hacer música. Resulta que eso era aquello que llamaban death metal, aunque alguien, muy hábilmente, lo había metido en la subdivisión melodic death metal. Y luego, cuando ya me sacié de guitarras, terminé descubriendo gritos que me salían junto con los de Anders Friden. Y pensé "qué maravilla de voz, ¿cómo podría alguien siquiera pensar en cantar esto de otra forma?" Y luego vinieron Dark Tranquillity, y Opeth, y luego vino el black melódico, la preciosa seriedad de Moonsorrow, la risa y el jolgorio de Finntroll, la solided de Gardenian, las travesías con Disillusion, las profecías de At The Gates y de Edge of Sanity y sus dos Crimson, y mil más, cada grupo una historia, una bomba de adrenalina y algunos conciertos memorables.

E In Flames fueron los primeros. Pero los grupos crecen, cambian, y a veces se alejan de lo que nos gusta, o simplemente hacen algo que está bien, pero no tan bien como lo que han hecho y sabes que pueden seguir haciendo. Y eso, bueno, decepciona, y eso me pasó a mí en su día tanto con In Flames como, antes, con Sepultura. Y ahora de pronto resulta que el último disco de In Flames, al que ya no quedaban optimistas esperando, fue lo que podía ser y no había sido en los dos anteriores, y que este nuevo de Sepultura ya no parece un parche para tapar el agujero que dejó Max Cavalera cuando se largó... y uno mira los calendarios y piensa que tiene una cita con los dos hijos pródigos a principios de abril.

1 comentario:

  1. Sisisisisi pero llevas dos entradas musicales y yo sigo esperando a los marcianitos... Ü

    Y la mejor carne como todo en esta vida es "al punto" otra cosa es que en el restaurante le sepan coger el punto ideal. ^-^

    ¿Asi que te vas al extremúsica? traeme un mechero de recuerdoooo ¡¡¡

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.