12.2.06

Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere...

Me siento un jovenzuelo romántico y bobalicón mutilando margaritas: Que si sí, que si no, que si sí, que si no... Cada alternativa es quedarme en el trabajo o dejarlo. Y pasa como con las margaritas, al final sabes que sale que sí, así que lo haces tan feliz, tienes tu dosis de fluctuación, finges un poquito de emoción y la margarita termina tranquilizándote. Pues aquí yo ya sé que voy a terminar dejando el trabajo, naturalmente, así que el que si sí, que si no es más bien un debate sobre el momento de decir adiós y basta.

El caso es que esto empieza a fluctuar así muy deprisa. Mañana hará una semana de la charla tranquilizadora con mi coordinadora, y ya estoy otra vez como antes, pensando que no, que no. Es que es un suplicio, caray, el trabajo estaría bien si no fuese porque trabajamos para políticos, que pasan más tiempo pidiéndonos tablitas con ciertos colores que leyendo los informes que les hacemos. Y yo, en vez de hacer lo que debería hacer, o lo que querría hacer, pues termino copiando y pegando, metiendo datos en tablas e intentando traducir lo que quiere decir mi coordinadora al lenguaje de las cosas comprensibles.

Y van cayendo hojas de la margarita, y casi todas dicen que va a ser cosa de irse.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.