19.1.10

elitistas del mundo, alzad vuestra copa

Leo sorprendidísimo el –corto– debate que, en el post anterior, se han montado Lansky y Vanbrugh, sobre si el primero es o deja de ser un elitista. Resumo aquí, versionando para que se entienda sin el contexto:

–¡Eres un elitista! –dice Vanbrugh.

–¡No lo soy! –replica Lansky.

–¡Que te digo que sí! –rebate Vanbrugh.

–¡Que no, coño, que no! –se escurre Lansky.

Y yo parpadeo ante el intercambio de acusaciones y denegaciones, y afortunadamente también parpadeo cuando no se intercambian nada, porque si no se me secarían los ojos, y miro en Google si puede ser que a estas alturas de la vida aún no haya yo contado la aproximación Hannessiana al elitismo.

Y por lo visto no, aunque no me fío, porque Internet, vista desde las simas del mundo que habitamos los sectarios, no es tan grande como dicen voces más afortunadas o fantasiosas que por lo visto es.

Pues bueno, si he de repetirme me repetiré, como la cebolla, que por mucho que pueda repetir nadie deja luego de comer tortillas.

Érase una vez un mundo joven y brillante en el que un grupo de amigotes tuvimos bastante relación con una pintoresca colección de guiris a los que nos unían unos gustos algo retorcidillos y el nebuloso recuerdo mutilado por el Síndrome de Korsakov de un par de reuniones internacionales. Hablábamos mucho, por aquel entonces, y una vez alguien, nadie recordará quién, acusó a otro alguien de elitista, y se reprodujo una conversación como la que arriba reproduzco entre el representante oficial de la Conferencia Episcopal en este blog y su reverso tenebroso.

Y un tal Hannes rompió su silencio, curioso, para preguntar qué tenía de peyorativa la palabra elitista para que todo el mundo huyese de ella como de la peste. Y nadie tuvo muy claro qué responderle: es cierto que se suele asociar al elitismo con la prepotencia y el mirar por encima del hombro a la plebe, pero en su segunda acepción, un elitista es alguien “que manifiesta gustos o preferencias opuestos a los del común”.

Y como argumentó Hannes, él se consideraba a sí mismo una persona culta y curiosa, que había hecho lo posible por aprender de aquello que le interesaba, y que se había tomado un esfuerzo tremendo investigando entre las artes en general y en la música en particular aquellas que más le gustasen, no conformándose con lo que desde los medios mayoritarios se nos propone, y terminando, por contraste, siendo bastante impermeables a estos últimos.

“No sé por qué”, dijo Hannes, o algo parecido, “por qué eso debe implicar que me considero mejor que nadie, o por qué el hecho de que considere mis gustos mejores que los de los demás, cosa que obviamente son para mí porque son mis gustos, tiene que decirse como si estuviera cometiendo una blasfemia. La gente se pasa la vida viendo en televisión cosas que a mí no me interesan, leyendo libros que detesto y escuchando música que me aburre, y además es objetivo decir que tengo una formación cultural superior a la media, por la que estoy tremendamente agradecido, que he leído más, he visto más cine y escuchado más música y visto más arte, así que es evidente que sí, soy elitista, porque pertenezco a una minoría en lo que a gustos y educación se refiere. Y bien orgulloso que estoy de ello”.

Y desde aquel día cada vez que alguien nos llamó a alguno elitista le tuvimos responder que sí, que si pasaba algo.

No sé, dicen de la humildad que es una virtud, con ese tufillo rancio que desprenden ese par de palabras, humildad y virtud. Y yo creo que la humildad, cuando implica que uno no mire las cosas con objetividad, no deja de ser una muestra de hipocresía enmascarada, envuelta en su regalito del “no, lo digo porque no me toméis por arrogante”.

Y como Hannes yo considero que he recibido una buena educación. Sé que hay una cantidad ingente de cosas sobre las que no tengo ni pajorera idea, y sé tampoco que no soy ningún Einstein (Matemáticas es, en ese sentido, una carrera muy aleccionadora sobre lo mediocre que es uno comparado con los dos milenios de genios que le hacen estudiar), pero que estoy por encima de la media. Sé también que he leído más allá de los Dan Browns del mundo, y visto más películas más allá de Hollywood. Y el índice del contenido de mi querido iPod puede dar fe de que alguna curiosidad musical debo tener para que haya tanto grupo del que tan poca gente ha oído siquiera hablar. Así que yo personalmente sí que tengo que admitir que me considero alguien con un gusto más refinado de lo normal: hacer lo contrario sería insultar mi propio gusto y los años que me he pasado dándole de comer. Así que yo sí soy elitista, y como dijo Hannes, bien orgulloso que me siento de ello.

Y usted, señor Lansky, sospecho yo que debería hacer lo propio.

9 comentarios:

  1. Como tantas otras veces, el problema está en las interpretaciones. A menudo son tan dispares que ni el acuerdo ni el desacuerdo significan gran cosa, creo yo.
    A veces estas diferencias son fruto de errores o de leer (bien o mal) entre líneas. Y otras, en cambio, están más justificadas. Y para mí este podría ser uno de estos casos, porque el concepto de élite se refiere a una minoría selecta O RECTORA. De ahí que se relacione el elitismo con actitudes clasistas, despectivas y poco igualitarias en temas incluso políticos.
    De hecho, según la RAE un elitista puede ser un partidario del predominio de las elites. Lo cual, si no se explica muy bien, suena bastante mal.

    Pero también creo, como tú, que aun aclarando lo que has aclarado está muy mal visto no aceptar ser tan vulgar como todo el mundo.

    Así que... Así que nada.

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  2. Mmmh... "el representante oficial de la Conferencia Episcopal en este blog"... esta frase ofende mi elitismo. No tengo nada que ver con esos señores. No creo que me acepten como su representante y yo, desde luego, no acepto su representación. Menos aún "oficial". Nunca hago nada de forma oficial, va contra mis costumbres.

    ..."Su reverso tenebroso"... esa frase, en cambio, debería halagar el elitismo de Lansky, pero no creo que sepa apreciarla... últimamente le ha dado por decir que no es elitista... le debe de parecer distinguido... debe de pensar que así ingresa en la élite (pronúnciese "elit", con acento tónico en la i, por favor) de los que no van de elitistas...

    En cualquier caso, hay que buscar otra palabra. Esta es un cochino galicismo. No tengo nada en contra de ser elitista, pero cada vez tengo más en contra de llamarlo así.

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  3. Por la boca muere el pez, David, o de un martillazo en el fondo de la barca si es un congrio y estás al palangre. Como tú mismo dices un elitista es alguien que tiene un gusto opuesto al de los demás y yo, como todo el mundo, escucho las gymnopedies de Satie (y las cuelgo de mi último post) o una chorradita del contrabajo de Hadden, mientras leo a Montaigne y paladeo mi Lavaghulin de sólo 16 años, que no están los tiempos para despilfarros.

    Te mandaré a mis padrinos de la SGAE para que te cobren mis derechos de autor por montarte un post conmigo y encima con mi lado más favorecedor, que es el tenebroso. El meapilas de Vanbrugh creo que es más barato: lo hace casi todo gratis.

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  4. Creo que lo has entendido mal, Lansky. No es tu lado tenebroso, sino el mío. eres mi lado tenebroso, según David. No me parece un mal análisis.

    El tuyo de que "lo hago casi todo gratis", en cambio, sí. Te refieres, claro, a que no es posible convencerme con dinero de hacer lo que no quiero hacer, ni necesario pagarme por hacer lo que quiero hacer. Es sustancialmente cierto, pues, pero reconoce que la tuya es una manera singularmente torpe de describirlo. Por no hablar de lo de "meapilas". Por favor...

    En fin, quiero suponer que todo ello forma parte de tu nueva pose no elitista. Pero deberías intentar refinarla un poco. Seguro que puedes conseguir no ser elitista sin ser vulgar.

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  5. No acaparemos el debate, meapilas. Yo no soy tu lado de nada, diga David lo que quiera, y no le des más vueltas, lo de que sales casi gratis no es por tu renuencia a hacer cosas que no quieras hacer, (sino ¿por qué vas a trabajar, fantasma?)sino a hacerlas gratis, esto es: una puta barata. Ejemplo de la nueva gramática espapola (he dicho 'espapola), dos tomos, 120 del ala:

    "-Yú (tú en spanglis), chavalina, por cuánto dejarías que te folle"

    -"¿yo? -sorprendida, indignada-: por nada, asqueroso"

    -"Pues qué barata".

    (Clavadita a tí, sólo que en feo y con barbas)

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  6. Véase hasta qué desagradables extremos puede llevar a algunos el prurito del no elitismo.

    Cuanto más oscuro el reverso tenebroso, más radiante el anverso, claro.

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  7. Deslumbras de puro 'couché'

    (¿El David no va a aflojar ni una caña?)

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  8. Pi: chin chin, chin chin, ¿y qué pasó con esos planes de invasión capitalina?

    Portorosa: ¡acepciones a mí! Permítame, caballero, que cuando esté en mi blog use la que me parezca...

    Vanbrugh: olvídate de rechazar el puesto de representante obispal; en este blog los cargos van a dedo y los pone el tirano escritor. Nada que hacerle, pues, salvo comprarte una tiara, o un cucurucho de esos que se ponen en la cabeza. Y totalmente de acuerdo en tus apreciaciones sobre el metaelitismo no elitista de tu dark side.

    Lansky: estoy esperando a ver si os retáis a duelo y uno le rebana el pescuezo al otro, para minimizar el número de cañas. Como bien dices, no está la economía para muchos trotes, y hay que reducir gastos.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.