19.11.09

epistolando en la secta

Como nuestros líderes son unos flamantes tecnócratas, en la secta disponemos de agua corriente, papel higiénico y correo electrónico. Sólo lo usamos para actividades productivas y necesarias, como por ejemplo, hablar de la cena de navidad. En relación a ese tema se han enviado tres correos hoy, que corto y pego aquí debajo. Se propone al lector detectar cuál es el mío.

Correo #1:

Hola a todos!!!

Hemos pensado hacer una cena de Navidad. Como el mes de diciembre, entre compromisos y vacaciones, es complicado, hemos decidido fijarla para el viernes 15 de enero. Así tenemos tiempo suficiente para planificarnos y reservar un sitio.

Hay un Excel (muy mono él) que se llama Cena_2010.xlsx (...) para los que queráis apuntaros. Sobre el lugar, os iremos informando más adelante.

Os esperamos!!!!

Correo #2:

Perdonad que no haya contestado antes, pero hoy precisamente me he acordado que tenía pendiente el asunto y no quería dejarlo pasar más.

Y digo yo que, podríamos aprovechar y de paso celebrar el solsticio de verano, así que ¿no sería más normal una cena de navidad en Navidad en lugar de en primavera?

Bueno, bromillas a parte, se podría intentar algún día, aunque no fuera viernes o sábado que es verdad que suelen estar más solicitados, para hacerla. Por ejemplo, el 22 (si nos toca la lote la hacemos en el Ritz) o el mismo día 23 que seguramente aquí no se trabajará por la tarde. Más días posibles, el 17, 29 o 30 (estos últimos aunque haya gente de vacaciones, si están por aquí, tendrían posibilidad de apuntarse). Por otro lado, el no ser un viernes o sábado, también resulta más fácil encontrar sitio.

Creo que la cena de Navidad es la cena de Navidad. Guardar las tradiciones, aunque suene a caduco, también tiene su encanto y no está tan mal. Hacer la cena el 15 de enero, sería hacer una cena por hacerla, como la podríamos hacer el 30 de abril o el día que pensemos porque daría un poco igual. Además, no sé vosotros, pero normalmente, después de las fiestas uno acaba un poquito saturado y cansado de tanta comida y tanto sarao. Por ello, tenemos otro motivo más para hacerla antes.

En fin, no quiero alargarme, es mi opinión y mi propuesta. No sé qué dirá el resto de gente.

Correo #3:

No discutáis, no discutáis: como para cualquier cena que se de en el año N existe una navidad del año N+1 (en rigor, el 25 de diciembre del año N+1) y otra del N-1 (en rigor, el 12 de diciembre del N-1), cualquier cena es una cena [pre-navidad](N+1) y [post-navidad](N-1).

La distinción que hace el correo anterior del entorno [Navidad] me parece arbitrario; sugiriendo el 17, como día más temprano, parece indicar que se considera la Navidad la Bola Calendarística Abierta, digamos, de centro el día 25 de diciembre y radio 9 días. ¿Por qué 9 días? ¿Por qué no 8, 80 o 15.426? ¿De dónde sale ese nueve, qué pretende, qué insinúa, qué significa? ¿Acaso que si alguien cumple años ese día debería invitar a la cena?

Así que en lo que a definiciones se refiere yo, para no complicarme la vida con todas esas preguntas desatadas por la arbitrariedad, y ardoroso defensor de la exactitud en cualquier caso y situación (no hay nada que odie más en la vida que el Gato de Schrödinger) me niego a llamar navideña a ninguna cena que no suceda el día 25. Podría parecer algo muy restrictivo, pero si la cena de Nochevieja se retrasa unas cuantas horas, ya contaría, según mi criterio.

En cualquier caso es todavía pronto para que mis poderes adivinatorios funcionen bien; desde que recibí el correo he destripado ya dos docenas de pollos y sus entrañas no me aclaran nada del porvenir, así que no sé si mi novia y yo acudiremos o no, todavía. Según se acerque la fecha, el futuro se muestre menos brumoso y los pollos tiendan a ser más explícitos en lo que profetizan, os diré más que lo que puedo decir ahora, que es que a mí me haría ilusión ir, si los hados se muestran propensos, a cualquier cena pre-navidad o post-navidad.

Además el 15 de enero parece un buen día; así celebramos el 2596 aniversario del comienzo del sitio de Jerusalén por Nabucodonosor II.

A la treceava persona que acierte, gracias a un convenio firmado con ciertos simpáticos somalíes, le regalaré un pesquero gallego de bandera surcoreana.

5 comentarios:

  1. Me imagino la cara de perplejidad de los destinatarios de tu correo y es que me parto. Aunque igual ya están acostumbrados y se limitan a girar un dedo alrededor de la sien a tus espaldas.

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  2. Seguro que están acostumbrados. ¿Tú te crees que este es capaz de disimular, el resto del tiempo?

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  3. Yo lo sé, yo lo sé!!!

    A ver, comentad, comentad... que estoy esperando para ir a por el pesquero, que me hace ilusión, jo!

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  4. Estoo... ¿tienes idea de en cuánto se pondrá el rescate del pesquero este? ¿Los cuatro millones son tarifa fija, o fluctúa? Y ¿va a haber ametrallamientos esta vez, o solo paripé? Háblalo con tus somalíes, que lo negocien bien clarito con el CNI y me cuentas, que igual me interesa aventurar una respuesta. Pero si todos nos esperamos a ser el décimo tercer acertante, va a estar complicado...

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  5. A ver, ya han comentado cuatro, osea que se trata de repetir este comentario nueve veces (coño, otra vez el 9). Aunque, ¿si siempre lo firmo yo, no avanzan los ordinales de personas? O sea, filla de mar, que ya la pringaste. Salvo que cada comentario repe se firme con un seudónimo distinto, pero entonces no seríamos personas sino personajes. Aunque, de hecho, MP no soy yo, sino mi personaje.

    En todo caso, visto el premio y atendiendo al juicioso comentario de Vanbrugh, decido que no quiero el premio. De más está decir que la adivinanza es excesivamente fácil para cualquiera que ye haya leído mínimamente (Vanbrugh ha colgado unas cuantas mucho más difíciles, por cierto).

    Ah, me olvidaba, tiene trampa, porque no puede haber ninguna treceava persona que lo acierte.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.