30.10.09

ahí se marcha el tren, sin mí

Miradle, ahí se va, humeando, atravesando profundos valles boscosos, rumbo a paraísos que jamás serán los míos.

Ahí va el último tren que perdí. Ah, mis ansias por sufrir por fin una pandemia. Ah, mis suspiros por una baja laboral decente. Todas para nada, todos en vano.

Todo el mundo padeciéndola, pasando alegremente un par de días de fiebre y luego unos cuantos más de baja diciendo aquello de “¡pues vaya mierda de gripe, si la normal es peor!”, y yo aquí, sorbiéndome los mocos, mitad de pena, mitad de enfermedad cutrecorriente (bueno, más que mitad y mitad el reparto es 3% vs. 97%), descubriendo por qué al simple resfriado común de mierda (he tenido que ponerlo, lo de “de mierda”; con “simple” y “común” no bastaba) a veces se le llama trancazo.

Lloro, desconsolado, y la gente de la secta se acerca a darme palmaditas y esperanzas, “no te preocupes, David, seguro que la próxima pandemia global te infecta”, o “chico, quizá esta cepa del resfriado se extienda y se haga pandemia también por ahí lejos”, o “como no viniste el miércoles, te he mandado al correo el himno del Alcorcón” (esto último lo ha hecho Que No).

Y yo lloro, desconsolado, pensando la cantidad de veces que estos días me he podido medir la temperatura, entusiasmado ante cada décima de más, y como casi lloré, también pero de alegría, cuando por error creí ver que por fin superaba los 38 (y qué va, por debajo de 37, estaba).

En fin. Se fue el tren. Sin mí.

Y yo aquí, agitando mi cleenex saturado, infectado de la enfermedad más cutre el catálogo médico.

Qué vergüenza, qué ordinariez, un elitista como yo.

En fin. Se fue. Sin mí.

La muy pandemia hija de puta.

6 comentarios:

  1. Me ha parecido un relato tan desgarrador como demasiado sincero. Aprende a mentir, deberías camuflar la bajeza de tu enfermedad con una mascarilla en la que previamente hayas pintado una A rodeada por un círculo.

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  2. Hum, mentirle al médico, hmmm.

    ¡No es mala idea!

    ¿Tienes fiebre?, preguntaría. Ochenta y siete grados, diría yo.

    ¿Y de qué color son tus flemas?, preguntaría. Brillan en la oscuridad, le diría yo.

    ¿Y bebes tres litros de agua al día?, preguntaría. Ochocientos, y quince barriles de whisky de malta, respondería yo.

    Hum, la consecuencia de todo eso sólo podría ser divertida.

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  3. El único objetivo de la enfermedad es la baja laboral. Todas las otras causas son bazofia inventada por los médicos para darse importancia.

    Te entiendo perfectamente.

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  4. ¡Médicos! Gentuza (alguno amigo mío) que a los 'usuarios' nos llaman 'pacientes', anticipando que deberemos aguantar todas sus ocurrencias. Venga ya. Miente, sí, y sobre todo, mantente lejos de ellos.

    fdº: enfermo terminal.

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  5. Nán, asiento con lo primero pero no con lo segundo. Lo segundo sirve para luego hacer un montonazo de series para la tele.

    Lansky, yo pensaba que era una forma educada de decir que pastamos. ¿No era eso? ¿Puedo dejar de ir al parque a masticar algo de cesped antes de ir al médico? ¿En serio?

    (Y quién no es un enfermo terminal...)

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  6. pero como no veo ninguna serie de hospitales (y cuando estuve en la UVI di mil gracias por ello: no saber interpretar nada), ese aspecto me resbala.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.