27.8.09

Chichen Itza, Yucatán: esto se acaba

De despedida, las últimas pirámides, las últimas ruinas.

De despedida la verdad es que no tengo mucha gana de escribir, la verdad.

Sólo me viene a la cabeza una palabra: saciado. Nos vamos saciados de aquí. De pirámides en ruinas, de selva, de playas increíbles, de los amigos de la Muchacha, de recorrer país y de ver doce de sus mil caras, un puñado de sus rinconcitos.

Y conste que saciado significa saciado, satisfecho. Nunca harto. Cómo podría ser, si precisamente para acá vimos otro Ford Mustang blanquito, descapotable, esperando, en un cruce, a que me hartase de mirarlo. Ya la Muchacha, resignada, ni me pega ni grita cuando nos encontramos uno de esos coches sublimes y a mí me da el arrebato místico.

En fin, en el fin: Chichen Itzá. Fuimos en un tour organizado, una van, que llaman aquí, con 10 personitas de diversas procedencias. Dos ingleses altos, dos uruguayos, dos portugueses, dos mexicanos, una de Seattle (lo dijo así, porque sabe que todo el mundo sabe dónde está Seattle. Y porque, sospecho, los gringos son aquí un poco como los franceses en España, pero peor, aunque con más higiene, dada la compulsión de la buena mujer por el uso del gel antibacterias).

A la ida no nos hemos dado cuenta de mucho. A la vuelta la furgoneta nos ha ido dejando a cada uno en nuestros respectivos lugares de alojamiento. Así hemos entrado en el complejo residencial vasto y concéntrico de la gringa, y en otro lugar parecido, un bastión de campo de golf y garitas de seguridad y verjas donde se metían los portugueses. Así de raros parecían.

Hemos tomado el café a la vera de un último cenote. Uno inmenso que había en mitad de Valladolid, donde nos hemos dado un chapuzón en aguas de 30 metros de profundidad, entre pececillos y guiris y nativos (no muchos, cinco o diez en total), mientras por encima de nuestras cabezas revoloteaban los murciélagos entre estalagtitas y donde el cenote estaba descubierto relumbraban y arrancaban ecos los relámpagos y los truenos. El café traía sorpresa: el bar incluía el número musical de una especie de Kelly Family a la mexico-hippieña. Cuatro chamaquitas güeras cantando a varias voces, con su presunto padre detrás, melena al viento y barba luenga, camisa de colorines y guitarra en las rodillas. La Muchacha no se ha podido resistir y ha tenido que comprarles el disco que vendían.

En las pirámides nuestro guía se llamaba Sergio, y lo decía todo primero en inglés y luego en español, o al revés. Todo. Cuando ha empezado a tronar ha dicho "hey, it's coming a thunderstorm,..., eh, viene tormenta". El ",...," era el espacio que le costaba a su disco duro mental engranar la transición idiomática.

Nos ha llevado hablándonos todo el rato de los cenotes, técnica, geológica e hidráulicamente hablando, y de los cosméticos hechos a base de bichos aplastados. Entre una cosa y otra no nos ha dicho ni el nombre de la pirámide principal de Chichen Itzá. Cuando cruzábamos al lado de otro grupo guiado escuchábamos, de pasada y con envidia, historias de esqueletos enjoyados, de duras batallas en la jungla, cosas por el estilo. Encima, cuando hemos pasado al lado de una excavación, la Muchacha, curiosa, le ha preguntado ¿y qué sacan de aquí?, a lo que el tipo ha mirado pensativo y ha respondido finalmente "piedras".

Decía que había sido guía en Chichen Itzá más de 2500 veces.

Al terminar el viaje nos han pasado una hojita de evaluación. Hemos puesto la valoración de José, el conductor, por las nubes. A él le hemos dejado una nota diciendo que menos cosméticos y más evisceraciones. Y nos hemos ido corriendo hostal adentro, muertos de miedo, sabiendo que leería nuestra notita en cuanto le diéramos la espalda.

Ahora nos vamos a cenar, y en cada esquina vigilaremos, no sea que aparezca para hablarnos de la importancia de la geología y la cosmética. Y cuando terminemos dormiremos, y cuando despertemos cogeremos aviones y pasará un día que allí serán dos, y ya estaremos en España.

De la impaciencia por sentirla, ya se nos vienen escapando los primeros ramalazos de nostalgia de aquí.

5 comentarios:

  1. "Ya la Muchacha, resignada, ni me pega ni grita"

    ejem, podría demandarte por esto

    aaaay, irse, volver, empezar, reencontrar...

    la palabra de verificación es quedarosenméxicoavivir, uoh! què señal

    ResponderEliminar
  2. No, que los que también hemos vuelto y estamos a punto de irnos tenemos ganas de veros. :-)

    Besos,
    X.

    PD: ¿Esta noche o mañana?

    ResponderEliminar
  3. Están missing

    No es broma, el palabro es "mequededl"

    Si pensamos que cometió un error al teclar la últoma palabra y debía haber sido "mequededf", esto es brujería de las buenas.

    ResponderEliminar
  4. nomequedé

    mañana aterrizaremos en la city
    que, por ahora, estamos haciendo escala en los respectivos pueblos, para que no sea tan dura la vuelta Caribe-crudarealidad

    ResponderEliminar
  5. Por fin terminé de rebotar por montes y ciudades periféricas y pueblitos, boing blong pam pim.

    Listo para la vida urbanita. Las cañas, la cruda, el trabajo, etc. ¡Empecemos por las cañas!

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.