17.7.09

¿renacer? ¡no, gracias!

El otro día (hace demasiado, lo sé, lo sé. Es que los malditos sectarios me están haciendo currar, y paso las tardes abstrayéndome con mis cosas, “¡oh, un avión!”, “hala, una farola!”, etc. Lo siento sobre todo por los comentarios a los comentarios. Volverán, palabra de niño con complejo de culpa) en un arranque de optimismo me eché la siesta. Fue una de esas tonterías que uno hace sin pensar demasiado: me dije “es que estoy muy cansado, a ver si se me pasa”, y me quedé frito, víctima de una de esas siestas que pretenden ser de media hora o una hora y terminan siendo de la suma de sus cotas, de hora y media. Y mi primer pensamiento al despertarme, hecho polvo, dolorido, quejumbroso y medio zombie (no, no infectado, Ender, no: zombie total, casi con denominación de origen y todo), fue “si esto es lo que sienten los niños al nacer no me extraña que lloren”. Lo segundo fue “si esto es nacer, quien pretenda reencarnarse o alguna pavada así es, lógica al margen, un imbécil.

Creo recordar (no voy a mirarlo: mirar la Wikipedia requiere tres clics que no estoy dispuesto a invertir ahora mismo) que el budismo contaba que nos vamos reencarnando y la idea es salirse de esa cadena macabra y dejar la reiteración. Lo que me hace pensar que Buda sabía de siestas. Y justo me digo eso mientras lo recuerdo en esas estatuas inmensas donde siempre aparece dormido y sonriente, y pienso que cuánta razón tengo y qué listo que soy. Y que sonríe, el pobre, hasta que se despierte y se cague en la puta dispuesto a matar por un café, a inventar religiones para ahorrarle ese dolor absurdo de la vida al volver a su rutina desde el abismo del no existir.

Si vuelvo a echarme una siesta, por favor, que no sea de menos de cinco horas, o que alguien me estrangule mientras duermo.

2 comentarios:

  1. Ya reflexionamos al olor de "la tortilla de David y Aroa que supervisaron Juan y Belén" sobre la maldad y las consecuencias de una siesta larga. Hoy he coincidido con un señor en el Circular a la altura del Hospital Clínico que me ha confirmado lo que temía desde hace tiempo: suponen un enorme peligro las corrientes, los cambios bruscos de temperatura y los aires acondicionados. El peligro aumenta si sufres estos males térmicos mientras duermes una siesta larga. Así que ojo.

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  2. No te preocupes, que si hace falta estrangularte yo lo hago gustoso. :P

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.