Con una baraja se pueden hacer muchas cosas, desde castillos de naipes hasta echar el rato mientras se aprueba una carrera, pero su destino principal es servir para articular juegos obviamente llamados de cartas. Aún así hay formas y formas de utilizarlas, y no todas son siquiera equiparables sólo por usar la misma herramienta. Por ejemplo, no es lo mismo hacer un solitario que un truco de magia con cartas.
Con la literatura, pienso, pasa algo parecido (y según lo pienso me enredo a pensar que en la metáfora las palabras serían cartas y patatín patatán, pero no sé si habrá alguna conclusión útil que no sea una falacia al final de esa metáfora, así que me limito a proponerla). Hay cosas que uno lee como quien, aburrido, sin wifi, sin teléfono, sin televisión y sin nada que hacer se echa un solitario (y pienso en Dan Brown, en el Código Da Vinci, en Los Pilares de la Tierra, que no me los he leído, pero tengo mi derecho al prejuicio), y cosas que uno lee que entran en el imperio de lo mágico. Por ejemplo este principio de libro de relatos:
“En un tren de madera siempre puedes encontrarte con un soldado alemán, y puedes tener que saltar sobre la nieve si has olvidado tu pasaporte. Entonces te hallarías en medio de una Europa en guerra, con el tobillo torcido perdido en un bosque de niebla. Por eso ahora no los hacen así. No sería cómodo para los viajeros.”
Cada vez que lo releo me dan ganas de aplaudir, y me sorprendo pensando ¿pero eso es posible?, no ya sorprendido sino todavía maravillado. Es glorioso que se pueda. Ese inmenso poder de la literatura de rendirle a uno, de hacerle asentir al hecho de que, efectivamente, en los trenes de madera siempre puede uno encontrarse con un soldado alemán: es natural a ellos. Aunque antes del libro uno fuera tan bobo como para pensar que tal cosa es absurda.
El libro lo tengo gracias a la Muchacha, que es perversa y que, sospecho, era quien quería el libro en principio. Su truco para conseguirlo también es digno del aplauso al truco de magia: el lunes por la tarde me propuso que, de camino a casa de una(s) amiga(s) suya(s) con la(s) que había quedado, nos pasásemos por Tres Rosas Amarillas. Vale, dije yo. Llegamos y entró. Yo que estaba con Canita fuera no pretendía entrar, o al menos no entrar todo el rato que la Muchacha puede requerir para inspeccionar una librería de 20 metros cuadrados (que puede ser entre media hora y quince días), pero ella me llamó, y me preguntó ¿has leído a Carlos Castán? Yo, claro, dije que no. Y ella cogió Frío de vivir (y yo me dije “uy uy uy, ese títulooo”), lo abrió y me leyó el párrafo que copio.
Yo, envenenado, no tuve más remedio que comprarme el libro, y ahora, claro, ella lo tiene.
La acusé de lianta, de empujarme a hacerle la compra. Ella ponía cara de buena y lo negaba, mirando las nubes. A mí me da igual que la magia sea intencionada o inconsciente. Bastante tengo con aplaudir maravillado cuando la siento. Qué bonitos, los trucos de la Muchacha, y que bonitos los trucos de la palabra.
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ResponderEliminarEl comentario anterior ha sido borrado por spammer, por no tener nada que ver ni con este post ni con ninguno del blog, y porque considerando el autobombo una falta de educación tremenda, me ha caído mal.
ResponderEliminarAsí que cual operaria que llama un sábado por la mañana a las 9 para hablarnos de las bondades de Orange, al carajo se vaya.
Los trucos de la muchacha son bonitos, seguro; las mujeres, por regla general, están mejores dotadas que nosotros para la magia.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de maravillarse con la magia de las palabras, comparto plenamente lo que apuntas. Y, puesto a apuntar, me apunto el libro que citas.
PS: "Los Pilares de la Tierra", siendo malo, no lo es tanto (o, al menos, no tanto como el otro que citas). Y conste que no cuestiono tu derecho a los prejuicios.
...me encanta el título (me lo apunto!)...y sí, ésa fantástica picardía es algo que tenemos, jajajjaja
ResponderEliminarPD. Comparto prejuicio con best-sellers (la palabra ya suena fatal!!)aunque muy a mi pesar tengo que admitir que leí "Los pilares..."
últimamente, la saga de thursday next de Jasper Fforde es de lo mejorcito que he leído. Si no has leído nada de este señor, te lo recomiendo fervientemente. Es casi metaliteratura, divertido, emocionante, ... una joya.
ResponderEliminarMiroslav, mírote con el ceño fruncido. No será tan malo pero es lo que es, un paradigma besteslleriano. Y a mí me sigue dando mucha grima.
ResponderEliminarTu vida sin ti, eso, eso, vendamos a Castán. Y prejuiciemos, que es divertido.
Ender, me lo apunto, me lo apunto.