17.12.08

pastelitos de nata y chocolate

Probablemente la frase, “diga tren tai treeés” sea la que a más diagnósticos médicos ha precedido porque aunque jamás haya visto al doctor Greg House pronunciarla quién no la ha escuchado a su médico unos quinientos chopillones de veces es que no ha ido jamás a la Seguridad Social.

Eso hace que le tenga un cierto cariño al número. Eso y que siempre me recuerda las peculiares matemáticas de nuestro pueblo durante aquel año en el que nos empeñamos a decir “¿3 + 3? ¡Tren-tai-tréh!” y a obrar en consecuencia, desterrar el número 6 reemplazándolo con el 33 y viendo, embelesados, a que absurdas paradojas nos conducía aquello.

Bueno, vale, confieso: sólo era yo el que se quedaba embobado pensando en las paradojas. Los demás decían la tontería y pasaban a otra cosa. Tampoco es cosa de ir acusando al personal así por las buenas de ser tan bobo como los matemáticos podemos serlo cuando nos da el espíritu de superación.

En fin, que el 33 no es un mal número, pese a no ser primo, porque un número, para ser bueno bueno bueno, para mí, tiene que ser primo. Pero tampoco se puede pedir que todos los números sean primos, obviamente. Ni siquiera que se presenten muy a menudo; ya avisa el Teorema de los números primos de que entre 0 y x hay tan solo, aproximadamente, x/ln(x) números primos, es decir, que cuanto más avanzamos menos se prodigan los jodíos; en cuestión de fechas el próximo año primo es el 2011, luego el 2017 y ya nada hasta el par de primos gemelos 2027 y 2029 y paciencia hasta el 2039, 2053, 2063, 2069, etc (sí; he sido capaz de malgastar 5 minutos de mi vida en hacer un Excel que me mire qué años primos vienen. Si me pagarán poco en la secta, sin duda, pero caro les sale). En cuestión de edades yo, que hoy 17 de diciembre (17, primo, ¡yuhu!) cumplo 33 años entro en mi segundo año de la larga travesía prima del desierto que hay que pasar para llegar a los 41 y 43.

Así que hoy, por ser mi cumpleaños, me ha tocado cumplir con un rito de la secta que consiste en que en días como este el celebrante tiene que traer bollitos, pastelitos o similares para que todos, con grandes alabanzas a satán, nos pongamos pardos y podamos darle más pretextos a las amables doctoras para que nos digan que tenemos obesidad discreta. Para ello tuve que ir a buscarlos ayer por la tarde. No había problema: recordaba perfectamente dónde había una pastelería estupendísima en mi barrio, porque incluso yo, torpe geográfico congénito, soy capaz de retener algunas informaciones, qué te crees. Así que para allá que fui, escuchando Amon Amarth y avanzando con paso resuelto. Cuando llegué me planté en el escaparate dispuesto a salivar el 80% de mis reservas líquidas, y constaté conspicuamente consternado que ante mí no había pastelitos. Había zapatos. Mierda, me dije, han quitado la pastelería para montar una zapatería y yo no me he dado ni cuenta. Así que grité aterrado y mi compañero de piso, que estaba en Alcalá de Henares, me llamó, preguntando que qué era ese jaleo que se escuchaba desde Alcallá de Henares.

–Ah, ¿que hoy te vas a Alcalá? –pregunté yo.

–Sí, ya ves.

–Aaah.

–Bueno, tú, que qué eran esas voces.

Le informé.

–No te preocupes, hay otra pastelería cerca. Bueno, es una panadería, pero tienen algunos bollos.

Algunos, repetí yo para mis adentros así, en cursiva. ¿Bastarían para satisfacer el ansia de la secta? Que aquí pecar da puntos, y la gula es pecado. Agradecí, colgué y corrí hasta la panadería/pastelería. Quedaban dos bandejas de varios tipos de bollitos de nata rellenos de chocolate y un par de desamparados croissants (croasanes, vaya). Un niño se aplastaba sobre el cristal frente a ellos y daba saltitos de impaciencia mientras lanzaba rápidas miradas a su madre, en las que se mezclaban a partes iguales las ganas y la imploración. Qué niño más majete, me dije yo. Y como la madre iba detrás de mí cuando me tocó el turno le dije “me llevo esas dos bandejas”.

–¿Enteras, tal cuál? –me preguntó el pastelero panadero.

–…No… –balbuceó el chavalín.

–Enteras, envueltas en un papel o algo –sonreí yo.

–…Nooo… –balbuceó de nuevo el chavalín, y siguió repitiéndomelo hasta que terminó el expolio, pagué, le sonreí y me fui, calculando mentalmente si el chaval ya estaba en edades de llevar navaja y pensando que qué bonito es ser adulto y poder llegar un día y cumplir el sueño de todo crío. Aunque sea al precio del sueño de otro.

9 comentarios:

  1. felicidades!!!!!!!!!!!!!!!

    pero, desde cuándo el médico dice :diga 33!

    eso es en las fotos!

    o a caso a tí, peq.pla., cuando te dan un diagnósitco te hacen la instantanea para ver el cuerpo que se te queda?¿??

    a mí, mi médico, me decía: di aaaaaaaaaaaa

    besos como peq.pla.

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  2. Conyo, que se me había pasado: ¡Felicidades! Bienvenido a esta tierna edad :-D

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  3. ¡Felicidades ligeramente atrasadas!

    A mí tampoco me han dicho nunca que diga 33, principalmente porque le escupiría en la cara tratando de decírselo mientras él empuja la lengua hacia abajo con el palito.

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  4. En las fotos es "pa-ta-ta", y los chorras dicen "cheese", como los estadounidenses, pero como no lo saben pronunciar, no salen sonriendo.

    En los tebeos de toda la vida, los médicos (también llamados "galenos" en las viñetas) te piden que digas 33.

    Luego, tengas lo que tengas, te sientan en la mesa y te dan en la rodilla con un martillito.

    Eso es lo que dicen y hacen los médicos (también llamados "galenos").

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  5. bueno rectifico ante tanta autoridad junta...

    pero es que es absurdo: desnúdese y diga 33! lo hacen para que gente como tú se quede pensando si 33 es primo o no y no le de importancia a estar desnudillo cuando venías a mirarte los dedos de los pies...

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  6. Pues felicidades, hombre.
    Qué cabrón. Podías haberle dado un curasán al pobre niño. Lo raro es que no te llevaste una patada en la espinilla con los bollos.

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  7. Pues, aunque tarde, ahí va también la mía: FELICIDADESSSSSSSSSSSS!!!!!

    Tienes una edad perfecta, disfrútala, aunque, el consejo está de más, está clarísimo que la disfrutas plenamente. Y, gracias, por compartirla aquí con nosotros.

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  8. Eres maaaaloooooo. Y con la edad va a más, veo...jurjur

    bss

    pd.- no me han llegado instrucciones de cómo llegar a tu guarida ¿¿???

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  9. Antes de nada y por zanjar la agria disputa: en las fotos se puede decir 33, o Ribadesella o Alburquerme (me encanta ese nombre), o nada, que es lo que yo suelo decir en las fotos, que no conservan sonido, ¡caramba! En el médico se oye lo del "diga 33" no cuando te meten el palito en la garganta, que sería un poco raro porque ahí sólo puede decirse lo que, de hecho, dice el docto doctor que digas, aaah, sino cuando te ponen el estetoscopio, siempre congelado, en la espalda, para escuchar cómo van tus pulmones, esas cosas con una dimensión fractal de 2'97.

    Y gracias a todos y no preocuparse nadie por el retraso. Más tardo yo en contestar.

    En cualquier caso se os quiere.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.