23.12.08

el cerco de rafael reig

El cerco de Rafael Reig sobre mi persona se cierra lenta pero inexorablemente.

Ayer caminábamos por Malasaña la Muchacha y yo, y ya nos tomamos la cosa con mucha filosofía. Íbamos andando, mirando las ventanas de los bares con ese odio tiritón del que ve a quienes están calentitos caña en mano y allí estaba, bigote y sonrisa.

–Mira, Rafael Reig –dije yo, con la voz rutinaria de quien asiste a una maravilla cotidiana.

–Ah, sí –respondió la Muchacha.

Y seguimos caminando porque teníamos prisa, y porque somos tímidos, y porque no somos nada mitómanos por muchas reverencias que se merezca Reig por sus cartas con respuesta.

Fuimos a casa de sus amigas mexicanas, que celebraban un amigo invisible. Un amigo invisible deprimente donde los haya porque yo no participaba, y en ocasiones como esa uno tiende a ponerse a lagrimear y a decir que él no tiene amigos invisibles.

–¡Eso es porque tu amigo invisible es invisible de verdad! –me intentó consolar María a Rayas– ¡Y no como los nuestros, que al final se ven!

Yo refunfuñé.

–Eso es porque tu amigo invisible existe.

Luego me obligaron a ejercer de Papá Noel e ir entregándoles su regalitos. Ellas daban palmas. Yo contenía mis lágrimas y ordenaba los regalos por orden alfabético, para no olvidar cuál era para cuál. Y me preguntaba qué pasaría si Papá Noel existiese, cómo se organizaría él, el listado de niños con el coñazo de ordenarlos por orden alfabético. La risa de la llegada del capitalismo a China, el tener que incluir críos con nombres escritos con rayitas y cuadraditos.

Si algún día hubo una criatura mitológica con superpoderes y la más mínima responsabilidad, comprendí, se habría pegado un tiro en cuanto Colt inventó su aparatito.

Pero yo me erguí sobre mi acordeonada espalda. Al fin y al cabo sólo eran cinco regalantes. En mi pequeño mundo yo podía hacerme cargo. Chúpate esa, Papa Noel. Incluso sin renos ni duendecillos ni nada. Incluso sin amigos invisibles. Casi no se me cayeron regalos al suelo ni nada. Sólo 3 de 5, para ser la primera vez no está mal. Lo que peor me sentó fue que María no se pinchase con el cactus que le regalaron. Lo mejor, que mientras a ella le regalaban ese cactus, ella le estaba regalando a la regalante una regadera. Viven juntas. Tratan de decirse cosas, hablando en idiomas distintos:

–Toma María, ¡una planta que no hay que regar!

–Toma Char, ¡una regadera para que riegues las plantas!

Luego intentan defender su cordura, como si tal cosa fuera posible, como quien defiende la existencia del Ratoncito Pérez, o la de Dios, o de la violencia en el Wrestling yanqui. Valientes y absurdas, tenaces y resignadas. Me caen bien las amigas de la Muchacha.

Aunque tengan amigos invisibles que les regalen cosas y yo no. Pero nadie es perfecto.

Dicho lo cual me voy al monte a celebrar el Yule. Pásalo bien, y cuídate del garrafón y del empacho en la medida de lo posible.

5 comentarios:

  1. ¡¡¡pero si a tí te cayeron bombones!!!!
    fuiste el mejor papa noel aunque no hicieses ni jojojo ni tu barba sea blanca
    aún
    felínavidá

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  2. Cuidado con meterse con el "wrestling yanqui" que da de comer muy honestamente a muchos escritores madrileños. O al menos a uno :-P

    La pasión por Rafael Reig es algo que no comparto contigo, me temo. Pero cambio mucho de opinión así que no me hagas demasiado caso.

    Feliz navidad, en uno de esos paseos malasañeros llamadme y me uno.

    Abrazos,

    Guille

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  3. pues, en un alarde de originalidad:

    ¡FELIZ NAVIDAD!

    (horror, me salió un pareado...)

    Seguiremos celebrando en 2009

    besos navideños

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  4. por cierto se ha muerto la planta de mi habitación...voy camino de convertirme en la asesina de plantas que se cuidan solas...
    estoy desolada...

    snif snif...

    besitos

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.