18.7.08

los serrano, un hito en la historia de la televisión

Pero no sólo hubo tertulia emilianobodorrista y malabares de cigarro, aquel sábado en el pueblo. La noche anterior la Muchacha y yo habíamos ido a una fiesta de cierta revista en la que ella, digamos, colabora, y que no cito por respetar la intimidad del medio y sus autores y colaboradores (*). Uno de estos era un tipo, de profesión guionista, que nos estuvo iluminando sobre su mundillo (ese tan loco que uno sólo alcanza a entrever a través de mesas cojas y pajas mentales) y sus siempre graciosos chascarrillos. La conversación fue fluyendo de manera natural hacia las regiones más destiladas de la cutrez y lo ridículo, y terminó profetizándonos que el final estaba por llegar: esta semana se emitiría el último capítulo de Los Serrano, y ya nos advirtió que sería algo histórico, lo más chapucero y ridículo que jamás había perpetrado una “ficción nacional”, como a veces se llama a las series de aquí.

Nos resumió el capítulo: La Teté y el hijo macarra fugados, el pequeño, en modo farruquito, robando un coche y atropellando a un tipo, y el padre que, superado por todo esto, decide matarse tirándose por un puente: el fin de fiesta perfecto para una serie que empezó como comedia familiar. Y luego el crescendo final: tras tirarse por el puente, el padre se despierta en la cama, con su mujer muerta hace un tercio de serie al lado, y toda la familia tal cual estaba en el capítulo uno. O fingiendo estar tal cual, porque han sido 147 capítulos y creo que 5 años, y los niños crecen. Nos avisaba de que le habían dicho que era brutalmente  ridículo ver a los ya no tan pequeños haciendose pasar por niños, con el pijamita apretando las turgencias de Teté, que han ido creciendo según pasaban los capítulos, o la hija mayor, que como está rodando alguna peli no podía aparecer, y que los guionistas idearon encerrada en el baño y respondiendo cosas del estilo de “¡ahora voy, ya salgo!” cuando alguien le aporreaba la puerta. 147 capítulos a la mierda, fingidos y obviados porque todo, absolutamente todo, se ha convertido en sueño.

Yo la verdad es que lo vi tan lamentable que no pensé que pudiese ser real. Así que escuché al guionista pensando que le habían tomado el pelo y al día siguiente, aparte de asistir a las proezas malabares de mi tocayo, conté aquello, porque recordé que una vez, hace mil años, creí entender que Bodorrios había dicho algo de que a veces la veía.

Y me olvidé del tema. Hasta que ayer nos fuimos la Muchacha y yo a cenar a casa de una amiga y a servirle de apoyo a ver si a la tercera podía ver sin dormirse Rebobine por favor, y en ello estábamos cuando me llegó un mensaje de Emilio que decía que Estaba Ocurriendo. Y paramos la película para asistir al despertar, al descojone, a la huida campo traviesa de los guionistas. Según El País, la productora ejecutiva se disculpa diciendo que al ser la serie tan larga y tener fans tan fieles, cualquier final iba a ser frustrante, así que (esto ya no lo dice, lo imagino yo), y también según El País andan los fans indignadísimos. Aunque yo la verdad es que me quedo contento por haber asistido al mayor ridículo que jamás he visto en la tele, y pensando que aquí tenemos otro ejemplo de justicia poética funcionando, con su moraleja perfectamente clara: al final a quien le gusta una serie lamentable le puede caer su correctivo. Pues mira que bien. Eso viendo The Wire no pasa.

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(* ¡Fascinante mundo este de las notas a pie de página! La revista en cuestión se llama Punto y Coma, o tal vez “;”. Y digo yo que aunque sea a esta humildísima escala habrá que citarles, para hacerles promoción, o al menos intentarlo)

 

 

 

 

4 comentarios:

  1. Pues yo me emocioné mucho con el final.

    En serio.


    Devoto que es uno de Belén Rueda

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  2. Y yo que dejé de verla cuando se iban a divorciar (por tremendo bizcocho, claro, que la Lucía no era pendeja), porque yo también me iba a divorciar, jajajaj.
    ¡Y lo mío no es un sueño!!
    Oye, que me estoy enganchando a Dexter en el canal nacional, así que me tiembla el pulso para preguntarte cosas!!!!!

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  3. Pues yo tenía el récord de no haber visto un solo fotograma de esa serie, así que no lo iba a romper por ver el final. Hasta he leído el post así como entre líneas para no enterarme de nada relativo a la serie.

    Espero PI que todo fuera para bien. En Madrid hay una iglesia en la plaza donde estaban los cines Luna que ahora tiene (la plaza) un nombre larguísimo, pero todos la llamamos la Plaza de la Luna.

    Lo gracioso es que por costumbre, los novios entran por la puerta de la iglesia (la Luna) y salen por la sacristía que lleva directamente a la calle ¡¡Desengaño!!

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  4. Martín, eso es porque eres un dechado de emocionabilidad, o algo así.

    A mí es que Belén Rueda me hace pensar en heridas y cortes por incisiones oseas, o sea, y me da susto. Pero eso es porque yo soy un dechado de sustibilidad, comprendo.

    Pi, la vida tiende más a lo pesadillesco que a lo onírico, a veces, y casi siempre con la persona equivocada. Lo siento.

    De Dexter, hablaremos, hablaremos, y me alegra que te caiga bien nuestro psicópata favorito. Pedazo de cabecera que tiene la serie, ¿eh?

    Nán, hombre, de lo ridículo siempre está bien enterarse, eh.

    Buenísimo lo de la calle Desencanto. Qué cosas, los nombres.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.