2.3.07

libro al vuelo


La amiga Pip es una persona de esa clase de gente, tan radicalmente distinta a la mía, que no le crucifica a uno por ignorante y por listo cuando alude al humo y los espejos y se la contesta que lee demasiado Terry Pratchett (como hice yo aquí) cuando Humo y Espejos es un libro de Neil Gaiman. El caso es especialmente psicodélico porque cuando compró el libro en cuestión yo iba con ella, y yo me compré otro libro también de Neil Gaiman (Stardust. Si no lo has leído, corre a por él).

El caso es que hace un tiempo, más o menos cuando la ínclita versión hespañola de Mr. T, el señor Mr. J vino a visitarnos a Trantor (léase Madrid, si se quiere), la buena mujer me dejó el libro, que yo acogí con mucho cariño e inmediatamente escondí en algún lugar de mi habitación donde pudiese olvidarme de él por tiempo indefinido. Pero el derrumbe de una pila de cosas que tengo en la habitación (déjame que no diga de qué se trata, que luego esto lo lee la Guardia Civil y me meto en un lío por una tontería) lo dejó al descubierto así que hace unos cuantos días lo embutí en mi bolsito de revisor de tren y desde entonces lo he venido leyendo. Son cuentos, y algunos me dejan un poco frío, un par de ellos o tres o cuatro (que para algo soy un intelectual y un envidioso y un gruñón, leñe), bastantes son buenos y unos cuantos son simplemente brillantes, sobre todo el que, sospecho, va a ser mi favorito, El Barrendero de Sueños, que no copio aquí porque le tengo mucho cariño al señor Gaiman y no quiero pisotearle el copyright, pero lo que sí puedo hacer es dejar la dirección donde otros, con menos remordimientos, ya lo han copiado. Es increíble la capacidad de este hombre para reinventar la fantasía, para volverla creíble, para integrarla en el mundo real (épico también ese cuento donde una ancianita inglesa compra el Sagrado Grial en una tienda de deshechos de segunda mano), o lo que es lo mismo, para reinventar la realidad, volverla fantástica e integrarla en el mundo de los sueños. Nadie que yo haya leído tiene ese don para construir un mundo como el que él construyó a partir del Metro de Londres en Neverwhere, o para narrar la caída de una estrella fugaz como hizo en Stardust, etc etc.

El caso es que tenía que ser un libro suyo el que demostrase aptitudes poco comunes en el resto de los libros: Hasta ayer ningún libro que yo haya leído había salido volando de mis manos. Sucedió anoche en el metro, yo leía tan pancho cuando de pronto plaf, el libro salió volando, agitando las páginas como si fuesen alas... pero al metro escaso de recorrido ascendente la evolución demostró estar bastante más retrasada en el desarrollo de las páginas de lo que lo está, digamos, en el diseño de las alas de las aves (excepto en el caso de gallinas, avestruces, pingüinos y demás) y cayó al suelo entre la gente, con mucho escándalo. Claro, como ver un libro que vuela no es una cosa nada común aquello captó la mirada de medio vagón, y cuando el libro terminó su aterrizaje forzoso todas las miradas, menos una, se dirigieron más o menos hacia donde estaba yo, con las manos aún con la posición y gesto que tenían al sostener el libro aventurero, y llovieron sobre el tipo cuya mirada siguió por un momento enfocada en el libro, un caballero mayor de pelo blanco, ojos azules y mirada de niño al que van a castigar por rotura de ventana, que se giró hacia mí y musitó "lo siento" con muchísima pena, pues el detonante de todo aquello probablemente fue que su hombro golpeó el libro en el costado (y yo, como soy tan majo, me quedé inmóvil, mirándole con esa cara de odio helado que, sospecho, pone muy incómoda a la gente, hasta que el hombre cogió la indirecta, caminó hasta el libro y me lo trajo de vuelta). Y todo el mundo asumió esa cadena de causas efectos y el episodio quedó catalogado en la memoria colectiva de todos los allí presentes menos tu seguro servidor como choque de hombro con libro. Pero no. No fue un golpe fuerte ni seco como para lanzar el libro a esa distancia. Así que, por qué no, asumamos que el libro salió volando. Que el choque aflojó mis dedos y le dio la excusa. Así que advertidos quedáis, los libros, o al menos los libros de Neil Gaiman pueden volar.

Lo cuál me hace despreocuparme totalmente por el asunto de devolvérselo a su legítima dueña una vez lo lea; si las palomas mensajeras vuelven al hogar y tantos otros pajarillos migran, ya hará el libro lo que le parezca cuando vea que llega el momento.

(La foto no tiene nada que ver con esto pero es que me he bajado un programita para procesar las HDR sin tener que hacerlo con el Photoshop y me encanta cómo quedan. El fin de semana me voy al pueblo pero seguirán subiendo fotos HDR durante unos días. Y como me siento muy contento con la foto, pues yo me la autopublicito aquí).

6 comentarios:

  1. Está casi todo muy bien... la primera parte vuelve a darme la razón respecto algo que vengo sospechando yo desde hace unos post sobre tu persona.

    La segunda es una gozosa lectura en la que me has hecho recordar algunos pasajes de algunos cuentos con ese buen hacer tuyo y una muy divertida descripción de un vagón de metro con un hecho inexplicable acontecido en el.

    Pero la última parte no me ha gustado un pelo ¿eh? >_<

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  2. ¿No te ha gustado que me autopublicite?

    Qué rara eres :)

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  3. La amiga Pip y el pariente David tienen la mala costumbre, de ponerme verde de envidia por los libros que leen y que acà no se consiguen,ya recorrì medio paìs detràs de Terry y no sè porque se me ocurre que me va a pasar lo mismo con el señor Gaiman.
    David la foto es mm... fantàstica,
    sigue con el autobombo ^_^

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  4. Anda Pam, que ya te vale, has tardado como diez mil entradas en responderme, y para quejarte de algo tan sencillo como la falta de abastecimiento literario...

    Mándame un correo con tu dirección completa y todo lo que haga falta para que un paquetito llegue desde aquí hasta allá y algo de Gaiman y de Pratchet llega fijo.

    Gracias por los piropos a la foto ^_^ Por primera vez siento que soy capaz de hacer las fotos que me gusta hacer, desde que empecé: Hace un par de noches me sorprendí con ese pensamiento... y es así, fotos que he visto y que no sabía sacar de esa manera, ahora ya sí que puedo, es, no sé, genial, simplemente genial. Qué felicidad con tan poca cosa, con algo tan insignificante. Qué bonito es hacer fotos, caray.

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  5. Es que siempre tenìa la esperanza de encontrar los libros en algùn lado, pero ya te harè saber.
    David me alegra que seas feliz con poca cosa, yo solo te digo que tus fotos me causan una sensaciòn de... ¿còmo hace?¿còmo ve eso?
    Tu primo me prometiò una visita, ¿vas a venir junto?

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  6. jajaja así q fusilando con la mirada en plan "justiciero del transporte público" la prox vez que me suba en el metro estaré atenta a miradas de inquisidor (en el sentido histórico del término) y tendr´´e cuidado de no hacer volar libros!

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.