26.12.06

Típicas proposiciones para año nuevo


Son lo que era el Calvo de la Lotería, antes de convertirse en un traidor y un desertor que nos ha jodido las Navidades como ya antes lo hicieron con su ausencia Las Muñecas de Famosa Se Dirigen Al Portal, la nieve, la mitad de los puestos de castañas asadas, Willow y Los Morancos. Son, junto al turrón, al frío y a los capullos que tienen vacaciones, lo que hace que sepamos que se termina el año y que hay que comprar montañas de regalos estupendos para que alguien nos rompa el corazón regalándonos ese típico libro que ya hemos leído, esa peli que ya hemos visto o algo que no nos interesa o que han encontrado a última hora en el último estrato del todo a cien más cercano al domicilio del regalante perpetrante.

Yo, como ya dije por ahí en este blog o en algún otro (no pienso ponerme a hacer memoria: Nooop), no soy muy dado a ese tipo de auto-retos pro-decepción a largo plazo por clásicos y típicos que sean (o tal vez precisamente por eso, imagino), también porque para mí el año empieza cuando se terminan las Fiestas del pueblo, que son muchos años ya en el que aquello marcaba el final de un curso universitario y el nacimiento de otro que, como intervalo temporal al que prestarle un poco de atención, era significativamente más importante, preciso y útil que esa división arbitraria que te parte el invierno en dos y total para nada. Pero me llama Elena por teléfono para amenizarse una tarde de sopor laboral (pobre, cuánta desesperación para recurrir a mí) y me termina convenciendo de que al fin hay propósitos por los que vale la pena caer en el tópico: Vamos a formar un partido político, el PI (no por el número, aunque, ahora que lo pienso, también, qué leches), el Partido Ibérico. ¿Propuestas? Primero, retomar el Peñón de Gibraltar. Luego conquistar Portugal, y finalmente darle Ceuta, Melilla y las Islas Canárias a los países que les caigan más cerca: Que son África.

En lo social la política que hemos pensado consiste en disminuir la población en un 90% para contribuir al descenso de la población mundial y garantizar que nuestros nietos tengan sitio para corretear y tal. La encargada de elegir quién vive y quién no sería Elena, así que si la conoces id mandándola flores y ganándoos su simpatía, y si no la conoces pues encantado de haberte conocido y mala suerte.

Yo no tengo claro cuál sería mi cargo en ese gobierno. ¿Presidente? Nah. Ministro de Algo. Un cargo nuevo, algo que deje perrear ("¿Qué haces?", "ah, hmm, eeeh, ¡algo!") y meter mano donde interese (evitar la llegada de los parquímetros y la zona azul al barrio sería también algo). Un cargo discreto y misterioso que me dejase retozar en la sombra del poder, malmetiendo, diciendo que si tal ministro ha dicho tal cosa y que si he visto a tu mujer, ¡qué guapa que es! (yo me la follaba) con el hijo de aquél.

Qué bonito futuro.

Más bonito aún el otro plan que hemos maquinado. Pero como implica botes de cloroformo, emboscadas, fotos guarras, pruebas de embarazo falsificadas y bodas de penalty no lo cuento aquí, que luego al final que si ja ja, que si no hay huevos, y las cosas se hacen y luego uno no puede ir por la vida teniendo en el blog la prueba de la premeditación y la alevosía.

Yo es que alevoso soy un poco.

En fin. Me esperan en la cocina. ¡Vota PI! ¡Porque SÍ!

4 comentarios:

  1. Eh, yo también soy basurero demagogoanarquista. Pero si nos cargamos al 90% de la población el poder opresor oprimirá un 90% menos. Como mucho.

    Y no eres un capullo, eres más que eso; eres ¡una florecilla!

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  2. Eh, que nadie ha dicho que África sea un país, si es lo que insinúas. Pero esos países SON parte de África. Y esto Iberia. v_v

    Por otra parte, Äfrica? :D

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  3. Yo paso de votaros... pero de todas formas... por si cambiara de opinión y tal... ¿donde dices que hay que mandarle las flores a Elena?

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.