22.12.06

2 meses


Estos días se cumplen dos meses de independencia compartida, fue el 20 de octubre cuando nos dieron el piso y la semana siguiente cuando nos mudamos a él. Decíamos que en plan provisional, porque al fin y al cabo no teníamos ni lavadora ni microondas ni tabla de la plancha, pero la etiqueta "provisional" se ha caído al suelo y se ha perdido en algún rincón porque seguimos sin lavadora ni microondas ni tabla de la plancha y ya ni nos acordamos, mayormente. Aunque al final tal vez sí consigamos un par de electrodomésticos para completar el kit.

Dos meses. A la semana de estar ahí aún había un cierto sentimiento de sorpresa pero el piso nuevo ya aparecía en cada pensamiento bajo el epígrafe "nuestra casa", por esa cosa gatuna que al fin y al cabo todos tenemos, e imagino que con especial rigor los que no procesamos el paso del tiempo. Dos meses y tampoco nos hemos dado muchos gritos ni ha habido fricciones que hagan pensar en este tiempo con nada que no sea una sonrisa. Yo, sinceramente, pensaba que a estas alturas de la función nos íbamos a llevar bastante peor, Irene y yo. Pero nada de eso. Hay cosas que se podrían mejorar, claro, como esa manía suya de no cocinar todas las noches (y no lo digo por pereza, es puro buen gusto gastronómico) o de no pasearse en sujetador cuando yo estoy despierto y con la Nikon preparada. Hay costumbres iniciales que tenemos que recuperar, como cenar y vernos una película, y costumbres que tenemos que domesticar pero mantener, como la de quedarnos hasta las tantas de la madrugada hablando y pasar el día siguiente em fase REM continua por la falta de sueño. Pero en general a mí me parece sorprendente haberme descubierto tan poco propenso a esa apatía mía doméstica que desquicia a quien vive bajo mi mismo techo, y más sorprendente aún que las decisiones dictatoriales que Irene impone de forma unilateral no me hayan hecho montar en rebeldía (o no tan sorprendente; al fin y al cabo cualquiera se mete con ella, y al fin y al cabo no es tan dramático dejar la tapa del wc bajada).

Así que entre unas cosas, como esta, y otras, como las que se adivinan imagino por debajo del resto de lo que escribo aquí o por lo que queda dentro y fuera del encuadre de las fotos, este es el verano más feliz de mi vida.

La gente habla de vacaciones que yo ya no puedo pedirme porque entré a trabajar en Marzo y ya me he fumado todos los días libres que tenía, la gente juega a la lotería, la gente gruñe, la gente compra, la gente huye, y yo estoy aquí quieto, yendo a trabajar, volviendo a casa, quedando para tomar unas cañas o para buscar corchos huidizos o tomar algún café que otro, manteniendo tertulias nocturnas, fregando cacerolas, leyendo en mi cama, viendo House en nuestra tele tirado en nuestro sofá, y pienso que quién quiere vacaciones y quién necesita lotería.

Qué asquito me doy a mí mismo.

5 comentarios:

  1. Por cierto, lo de bajar la tapa del water, ya no es que no sea drámático, es que es estético, indoloro, aséptico, pintiparado, chiripitifláutico y de todo....
    ¡Mola bajar la tapa, es guai

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  2. Pues sí que das agquito sí, y encima los fines de semana al pueblo ¡cómo te odio!

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  3. No sé si me dura la resaca de ayer, pero la foto me produce un efecto optico acojonante.

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  4. ¿Y qué efecto óptico es ese? ¿Ves pingüinos o algo así? ¿El ojete de Zauron?

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.