Canción oficial del día de hoy, porque mi exhilio mostoleño por fin ha terminado... Bueno, no sé por qué escribo "por fin", tampoco estuvo tan mal, excepto por detalles como que el sillón que tengo aquí, que gira, rota, se balancea y hace feliz a mi espalda, todo mullidito él, se sobra y se basta para hacerle a cualquier alma sensible como la mía añorar esta oficina como si fuese el paraíso perdido. O detalles como poder disponer de mi conexión a internet sin tener que usurpar el ordenador de nadie, o como conocer a todo el mundo que hay a mi alrededor y tener la costumbre de comunicarme con ellos, porque algún día que el deber y el honor reclamaban a mi compañera mostoleña en otro lugar podía pasarme bien a gusto 7 horas y media sin comunicarme con nadie, siendo además esas comunicaciones las frases "hola, qué hay" y "bueno, pues yo me voy, hasta mañana", respectivamente. O como salir antes del trabajo, que aquí a las tres echamos el cierre, y poder levantarme media horita más tarde, con el permiso de esos gorriones que me despierto odiando todos los días: hoy un macho especialmente eufórico se ha anticipado a las alármas de teléfonos y equipos de sonido para sacarme de mis sueños, y yo no he podido evitar que me saliese el rencor y visualizase con cierto placer la imagen que produce un gorrión cuando es alcanzado por un perdigonazo, y el silencio y la paz de plumas flotando en el viento que se produce a continuación. Luego me he dicho que en realidad es un lujo poder disponer de un despertador natural, en fin, ese tipo de cosas que me digo para intentar no odiar al pajarillo, pero me jode, me jode porque sí, es útil como despertador porque es eficaz, pero es una putada porque no puedo convencer al pájaro para que me despierte a cierta hora. En fin. Me veo durmiendo en plan sauna con la ventana cerrada a cal y canto... o despertándome por la mañana y cerrando la ventana si aún es pronto, que quieras que no es una solución bastante buena. Y como al fin y al cabo el pájaro no tiene la culpa de ser como es, le termino perdonando.
Ya ves tú, como si yo tuviese el derecho o la posibilidad de perdonar a un pájaro. En fin, es una forma de hablar. Cambiemos eso de "le termino perdonando" por "dejo de tener alegres visiones sobre su muerte y posterior silencio".
Pero me voy del tema. Como decía ya estoy de vuelta a mi torre con vistas de todo Madrid, y encima hoy me está tocando enfrentarme de nuevo a mi némesis: Linux. Supongo que recuerdas la ilusión con la que yo me propuse pasarme a ese sistema operativo filosóficamente perfecto, y cómo terminé escaldado y frustrado porque, las cosas como son, la habilidad que hace falta para que el asunto funcione está más allá de mis artes y de las capacidades de mi viejo y moribundo ordenador de casa, que pide a gritos la jubilación... cuando no directamente el entierro de alguna de sus partes, como el monitor. Así que el entretenimiento del día de hoy es meterle el Mandrake y el Apache a un portátil (glups), que para más risa resulta que reniega de su unidad de cd, y que después de haber tenido que abrirla en plan delincuente, hurgando con un clip en un agujerito, no lee nada que le ponga en él, así que habrá que tirar de una unidad externa, lo cuál me da a mí que va a multiplicar por mil las risas que el Linux y yo nos vamos a echar.
En fin. Todo sea por pasar la mañana.
Ya, ya sé que me ha quedado un post bastante insustancial, y que quieres metafísica o paranoias o por lo menos algo mínimamente interesante, pero entiéndeme, es martes, todavía. Yo calculo que para el jueves ya tendré algún otro lóbulo cerebral operativo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Con la tecnología de Blogger.
Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.
0 réplicas:
Publicar un comentario