26.5.06

Sin título (aún)

Espero que por lo menos te sorprendan estas palabras aquí, viendo la hora que es y considerando el hecho de que yo ya no sólo no tengo acceso a Internet desde el trabajo sino que además, como luego me iré al campo, no lo tendré hasta mañana como muy pronto y hasta pasado si la agenda hace de acordeón encogiente y se apretuja mañana para dejarme sin respiros, como últimamente le ha dado por hacer.

¡Pero aquí estoy! Un plan audaz puede permitirme reparar el no haber escrito nada ayer aquí, con la única ayuda de un reproductor de mp3 y un asalto implacable al ordenador de mi compañera, que espero que no tenga marcada la página de Blogger como posible escondrijo del Maligno, y por ende como lugar del que proteger los ojos de aquellos empleados que son dignos de conectarse al mundo exterior.

Pero tengo que decirte que no es que tenga gran cosa que decir, en realidad, y tú que eres muy lista y me conoces muy bien problamente intuya que no, que hay algo que me está alegrando la mañana y que yo considero algo importante... pero claro, es algo importante para mí, y definitivamente algo que me apetece comprar. Del tiempo de, por fin, trabajo, estoy arañando segundos sueltos que estos últimos días he dejado de dedicar en exclusiva a preparar fotos viejas para subirlas al fotoblog (anoche dejé lista la programación del fin de semana, y esta mañana se habrá subido una y entre hoy y mañana deberían ir yendo tres más, que no son lo mejor que me queda por subir, pero así me reservo algo que considere más propio para empezar la semana con ganas), y me he dedicado a abrir ventanitas del word y a aporrear teclas un rato en él. Con dos resultados, por ahora: El otro día empecé a escribir una historia que ya está al punto de cocción para empezar a hacer algo con ella, la segunda cosa que más ganas tenía de escribir y la más fácil de las dos. Y hoy por fin he empezado con la otra, que definitivamente va a ser algo mucho más complicado y satisfactorio. En dos arrebatos he escrito algo más de dos mil palabras, y tengo ganas de dar saltitos de alegría, porque ya sé de qué va, ya sé lo suficiente de qué historias cuenta para empezar a contarlas y descubrir sus revueltas según se vayan escribiendo, ya conozco a sus personajes y sobre todo ya sé cómo quiero escribirlas. Porque escribir es un lío. Es como en el golf pero en complicado, es darle palos a una pelotita y encauzarla en un agujerillo, pero hay multitud de palos, circunstancias y maneras de actuar (digo yo, que en mi vida he jugado al golf ni creo que lo haga porque el agua debería ser para regar huertas y para beber y no para sostener conceptos burgueses ni hacer ricos a especuladores inmobiliarios). ¿Escribo en primera persona? ¿Tercera? ¿Segunda? ¿En pasado o presente? (¿por qué casi nadie escribe en futuro? Bueno, a mí se me haría cansado, creo) ¿Narrador omnisciente o implicado en la historia? ¿En qué tono? Así que por fin me he arrancado, y creo que he tomado medidas como para no decidirme a cambiar todas las opciones porque me canse de ellas o dejen de parecerme buenas. Así que como es viernes, si hoy bebes algo levántalo en dirección a mi portátil y brindemos porque ójala hoy haya nacido un libro.

2 comentarios:

  1. narrador omnisciente/ narrador behaviorista
    Si no lo pongo reviento :S
    Y por otro lado: ¡yuju! por fin se allaná el camino de la riqueza!!! vuelves a escribir lo que nos hace muy felices a los dos, a ti por sentirte artista y a mi por un futuro prometedor cargadito de dinero sin dar palo al agua :D
    Me encanta ser tu agente!

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  2. Ves qué bien, el primer paso de un buen agente es la confianza ciega en la obra maestra que se está cociendo en la cabezota del autor...

    ¿Dije cabezota? perdón quería decir sesuda cabeza P;
    ¡Enañobueno a los dos!

    PD: dejaré de decir tonterías, para que no pierdas el tiempo ese que dicen que es oro.

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Con la tecnología de Blogger.

Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.