26.1.06

Bipartidismo

El bipartidismo es una cosa en la que de vez en cuando vengo pensando, sobre todo después de ver, elecciones tras elecciones, cómo el voto de IU va cayendo lentamente pero sin freno. El problema para el votante de IU, claro, es que no van a ganar ni de coña, entonces ¿qué sentido tiene votarles? Y no se vota, o se elige el peor de los males, y se vota al PSOE porque al menos no gane la derecha, o se opta por alguna otra solución que no he pensado, como tal vez comprarse un kalashnikov de segunda mano en algún comercio local para ir preparando una revolución, emigrar a Túnez y montar un chiringuito o renunciar a todo y empezar a ver Gran Hermano o lo que pongan.

Vamos, que virtualmente creo que estamos entrando, a nivel nacional y en ciertos ordenes regionales, en un bipartidismo, y a ti no sé, pero a mí eso me preocupa, porque cuando existe ese bipartidismo cada partido sabe de antemano que los radicales, los convencidos, les van a votar, porque no les queda otra. Pero para arañar más votos sólo puedes hacer una cosa, que es quitárselos al otro partido. ¿Y dónde están esos votos? Pues en el centro ese del que tanto se habla en algunas elecciones (sobre todo entre la derecha, que supongo que en parte lo hará por esto y en parte, sospecho, porque por lo visto la gente de derechas tiene alergia a esa clasificación, y siempre van por ahí diciendo eso de que ya no hay derechas ni izquierdas), al fin y al cabo en el centro es donde están los más moderados de cada partido, los más de derechas de la izquierda y los más de izquierdas de la derecha (o, traducido a un lenguaje de derechas, digo de centro, los más centristas de la izquierda o los más izquierdistas del centro). Y esto forma una tendencia a la homogeneización; los partidos tienen que volverse moderados, si exceptuamos algún que otro arrebato genuino como los que de vez en cuando les dan para alegría del Guiñol de Canal +, que suelen incluir montones de insultos y escisiones sociales entre los que reniegan de la política y quienes exigen linchamientos del insultante, de los insultados o de todo el mundo. La tendencia no es nada buena, basta mirar a EEUU: Republicanos a un lado, Demócratas al otro, y el resto es voto perdido. Y la diferencia entre los dos primeros no es especialmente significativa, se tiene algún gesto a favor o en contra de ciertas libertades, se alivian y recargan unos impuestos allí y allá, se ejecuta a unos cuantos presos más o menos, pero a nivel de estado todo sigue igual. Supongo que todo esto también debe ser consecuencia de alguna ley evolutiva llevada al campo de los partidos y los políticos: Si un partido quiere vivir mucho tiempo, no es tan mala idea encontrar otro que sea formalmente opuesto, pero esencialmente igual, y dedicarte a alternar con él las tareas de gobierno y oposición. Si quieres llegar a ese acuerdo, te interesa no ser muy distinto del otro partido.

Bueno, bastante deprimente todo, sobre todo en tiempos electorales.

Pero el caso es que últimamente, con todos estos líos del estatut catalán, estoy viendo que hay sitios donde las cosas no son así, donde hay más partidos que obtienen votos, y que consiguen su cuota de gobierno, y un poder con el que desestabilizar ese inmovilismo del monopolio compartido por una pareja e imprimir un cierto movimiento a la política: Los lugares con partidos nacionalistas. Veamos: Galicia, ha habido un cambio de gobierno al aliarse un partido nacionalista con la anterior oposición. Nada garantiza a estos últimos que en las siguientes elecciones vayan a poder seguir contando con ellos. Eso obliga a los dos partidos a aliarse, ¿y qué repercusiones tiene eso para los votantes? Dos partidos lanzando propuestas, que salen gracias al otro partido, que tienen que sufrir al menos un consenso: Más resultados con menos votos para cada uno. País Vasco: Bueno, supongo que tres cuartos de lo mismo, entre EA, PNV y los saltarines restos de Batasuna: Seas un radical, seas ultraconservador, seas quien seas, tienes una opción nacionalista que votar. Sinceramente, qué envidia, tanto partido. Y finalmente Cataluña, con CIU y ERC, tres cuartos de lo mismo. Estos partidos, al no operar a nivel nacional, tienen la gran ventaja de poder tomar decisiones que mandarían al fondo del mar a los grandes partidos nacionales: Carod Rovira ser reunió con ETA, le llovieron pedradas de media españa, y su partido ¿se resintió? No, sacó más votos, y consiguió hacerse socio de gobierno.

Todo eso inyecta en la democracia un flujo de sangre fresca y útil que corre, aunque sea de herida en herida, que no se queda estancada limitándose a pudrirse y mantener un status-quo inmovilista. Total que yo, que odio los nacionalismos, sé que si estuviese en Cataluña votaría a ERC y estaría más contento con mi voto de lo que lo estoy ahora. Y pienso si no sería bueno que las comunidades que no tenemos tradición nacionalista, como Madrid, montásemos partidos alternativos, no ya nacionalistas en el sentido de buscar una independencia, o tener erecciones pensando en ella, sino en el de aprovechar para tener un partido más cercano, más propio, que se ocupase más de las necesidades locales, no por pensar que seamos mejores o diferentes al resto de habitantes de más allá del borde de Madrid, sino porque tal vez lo suyo sea que cada comunidad tenga un gobierno propio, en vez de un espectáculo de marionetas donde el PP y el PSOE tienen metida la manita para tenernos entretenidos mientras continúan a lo suyo, con su constante ataque arañavotos y su secreto idilio de pareja estable.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.