4.9.10

Ale, Timón y Jonathan

Tenemos el palacete invadido por una tropa mexicana.

Alejandro fue nuestro anfitrión cuando estuvimos pateando el DF, el verano del año pasado, y Timón y Jonathan los secuaces que se ha traído para complicarnos la autoimpuesta tarea de emborracharle (emborracharlos) de mala manera.

Total, que ayer fui a buscarles al aeropuerto, para traerlos a sus aposentos y demás.

La espera fue larga: la policía calibró mal la mirada entrecerrada de Ale y le entretuvo un rato preguntándole cuál era el motivo de su visita, que a dónde se dirigía, que dónde iba a ir después. Él les respondió que venía a pasar el rato tomando cervezas, que iba a casa de unos amigos cuya dirección no conocía, y que luego se iría a Viena, pero que no sabía decir ni cuándo ni cómo. Así que los policías le dijeron que se sentase en un banco un rato, como quien castiga a un niño en un rincón.

Luego me lo contaba en el coche, en los huecos en los que la conversación no la acaparaba yo con comentarios turísticos (a su izquierda, la Puerta de Alcalá) o Timón con sus chistes de gallegos.

Y nos los llevamos de cañas y tapas y luego de copas. Sacaron una cámara de fotos, hicieron las turísticas de rigor, las fotos de grupo de rigor, y fotos a las chicas guapas que les pasaban por delante, no tan de rigor.

Son unos tipos la mar de majos, la verdad. Anoche Timón y Jonathan me contaron que les había encantado el recibimiento, el alojamiento y demás, y yo les decía que sólo conocía a Ale, y que siendo el encanto de persona que es suponía que ellos, amigazos suyos, también lo serían, pero que habían superado la previsión de largo. Tras tal proclama brindamos, claro. Tampoco había que complicarse mucho para buscar anoche motivos para un brindis.

Lo de querer emborracharlos no es malignidad aleatoria, que conste. Es que como en México todo el mundo nos trató tan bien y nos dejó tan resacosos, queremos agradecerlo con lo mismo. Por ahora la cosa va mal: el jet lag juega a su favor (a las 6 de la mañana son lo que para ellos allá eran las 11 de la noche) y tienen aguante, los condenaos. Pero ya se irán despistando, ya, y yo además me estoy reservando, echándome siestas de tres horas y durmiendo de nueve en nueve.

Y mientras ellos se van acostumbrando a nuestro horario yo espero mi oportunidad.

3 comentarios:

  1. no me lo creo, Ar.

    venid mañanaaa!!! (si no hay mucha resaca; o si no tenéis mucha resaca vosotros, que ellos por lo que veo estarán tan frescos.)

    así que te bajas al Moro!!! buen plan...

    muaaaaaaka

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  2. Parecen buenos muchachos. Habrá que conocerlos.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.