15.7.10

el primer regalo (de los Delinqüentes), parte 1 (de supongo que 2)


La Muchacha y yo, aviso para que a nadie se le ocurra proponernos plan (algo seguramente contraproducente, pero en fin, luego que nadie diga que no avisé), tenemos pensado que mañana, en cuanto nos libremos de sus yugos laborales y de mis liturgias sectarias, comeremos y nos dedicaremos en alma y sobre todo en cuerpo a practicar el apoltronamiento en el sofá.

Es que con tanta boda (llevamos la insufrible cantidad de Una Boda, este verano, y ya estamos desfondados), con tanto partido de fútbol (mayormente yo), con tanta actividad social (por su culpa, que ella es la simpática) y con tanto traqueteo y tanto trasiego, la verdad es que apetece una tarde de modorra. Y para que fuese absolutamente ferpecta la tarde-noche, nos hemos ido a un inacabable y laberíntico centro comercial y hemos comprado un ventilador, y ya que estábamos una tostadora. La tostadora es muy bonita, sí, pero el ventilador, ¡ah, el ventilador!

El ventilador es retro, pequeñito, brillante, estupendo. Allí estábamos la Muchacha y yo, delante de sus plateadas aspas y de las de sus congéneres y rivales, analizando modelos. Decía ella:

-Este tiene un soporte, se puede colocar más alto, podemos ponerlo en el cuarto sin tener que encaramarlo a la cómoda -no cito literalmente porque ella no es pedante y jamás usaría un verbo como encaramar en el pasillo de los ventiladores de un centro comercial infinito y borgiano.

-¡Pero es que este es tan bonitooo! -respondía yo, abrazado al que al fin hemos tenido que comprar.

-Y estos cuadrados son muy potentes y no hacen nada de ruido -continuaba ella, pasando a otro modelo.

-¡Pero es que este es tan bonitooo! -respondía yo, abrazado al que al fin hemos tenido que comprar.

Y así con todos. Y al final se ha impuesto la belleza frente a la eficiencia, la estética frente al pragmatismo. Lo superficial a lo esencial, digamos. Yo me he sentido tremendamente orgulloso, porque si alguien me dice hace tres años que ahora iba a vivir con la Muchacha, poseer una camiseta de la selección española y comprar un ventilador por lo bonito que quedaría en cualquier esquina de un palacete en lugar de por su coeficientes de potencia, volumen de aire desplazado, consumo y sonoridad, no me lo creo.

Cuanto he cambiado ¡y qué bonito que es el ventilador!

6 comentarios:

  1. Es que la belleza es eficiente, coño, a ver si nos enteramos.

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  2. Ay Perplejo, ya me estaba preocupando yo, y la verdad es que ha sido un alivio leerte y pensar ipso facto "no: contraejemplo -> la cola de los pavos reales", je.

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  3. Perplejo, permíteme un matiz: la eficiencia es bella, más bien.

    (Y, David, las colas de los pavos reales, perézcannos a nosotros bellas o solo cursis, lo que son fundamentalmente es eficientes, para la finalidad a la que sirven: atraer a las pavas reales y propiciar la propagación de la especie).

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  4. Aroa: pues claro que le hago ojitos. ¿No ves que su superficie brilla y refleja, y permite ver a la Muchacha?

    Lara: ¡hasta las pelusas de debajo del sofá!

    Vanbrugh: pero también atraen a los depredadores y a los zoólogos cursis, ¿no?

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.