13.5.10

breve pero larga historia de amor con baile a medias al principio

En la verbena legendaria de un pueblito de montaña, bailaron por fin. Pero a él no le había sentado bien que ella le dijese que no las otras cuatro veces que antes, aquella noche, la había invitado a bailar. Así que mientras se agarraban y daban vueltas la miró muy serio, con el orgullo al rojo, y le preguntó:

-¿Por qué no has querido bailar antes conmigo?

Digna como ella sola, un paso más tarde, ella replica:

-Pues porque no me apetecía.

-¿Y si a mí no me apetece bailar ahora contigo, qué?

-Pues no bailes.

-Pues no bailo, ea.

Y ante el pasmo de la concurrencia, porque en los pueblos todo se sabe, pero hay cosas que no se ven llegar (o irse. O volver), se fueron cada uno por su lado.

El lado de ella fue Madrid. El de él, un poco más lejos.

Vuelve desde Argentina cuatro años después de aquel medio baile, cansado de cortar filetes y de aguantar gilipolleces cuando juega al fútbol con los compañeros. Tanto toquecito, tanto toquecito, y cuando te quieres dar cuenta tienes veinte punterazos en la espinilla, gruñirá al final de esta historia.

Se cruzan de nuevo en Madrid. Terminan el baile a medias, y luego dan otro, y otro, y otro. Al año, son novios. Al año, están casados. A los dos años, nazco yo.

Treinta y cuatro años más tarde la Muchacha y yo los llevamos a cenar a un restaurante. "Los camareros son raros", dice mi padre, queriendo decir "gays".

No es que mi padre sea un antiguo, es que el mundo cambia, y las cosas ya no son lo que eran, dicen él y mi madre, sin pena ninguna. Pero siguen diciendo "raros", por costumbre, y en cualquier caso el peinado de uno de los camareros sí que es bastante raro, las cosas como son.

Además, le digo yo, tú todo tu odio lo centras en los argentinos, que te pasaste años soltando pestes sobre Solari, con lo bueno que era.

Y mi padre se indigna, y gruñe en contra de los argentinos, toquecito por aquí, toquecito por allá, patada a la espinilla (y yo, la verdad, veo ahí la esencia dual de la selección argentina, y asiento en secreto), y nos cuenta su historia en Argentina, y como es así contando historias se interrumpe, da rodeos, nos habla del después, y mi madre le mira sonriente y le brillan los ojos, y nos habla del antes, y nos cuentan entre los dos la historia del baile a medias, que yo jamás había oído antes.

Acabamos de dejarlos yéndose para casa, tan contentos, sabiendo que van para allá pensando que qué gusto dejarnos en casa, tan contentos. Y yo, aunque me suena raro, cierro la puerta sospechando que si consiguen resistir hasta entonces bailarán cuando lleguen a casa, en el pasillo, y si no lo harán en el ascensor o por la calle, si no están ya, ahora mismo, bailando en el portal del Palacete.

La moraleja, evidentemente, es que los bailes hay que terminarlos: si no los intereses suben, y suben, y suben, y en fin, hay que tirarse la vida entera pagándolos. Y por eso en cuanto pueda me dejo un baile a medias con la Muchacha.

7 comentarios:

  1. ¡Jo, qué cosa más bonita, David!

    La historia de tus padres es preciosa, y tu reflexión sobre los bailes pendientes, y la manera de contarlo, con los intereses y eso.

    Qué bien que haya gente que esté bien. Como vosotros.

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  2. Me encanta cuando te pones tierno y consigues no ser sentimental. Con lo dificilísimo que es eso.

    Besos,
    X.

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  3. Hay que ver, llevo toda la mañana trabajando, con desgana, con el ceño fruncido, pensando en mis cosas (en las malas, claro) y por entrar aquí y simplemente leer unas palabras, se me dibuja una sonrisa en la cara y hasta me parece que hace mejor día.

    Gracias por alegrarme la mañana

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  4. Portorosa, gracias. Qué retorcido que sea interesante lo del interés. Y gracias, y espero que igualmente, lo de estar bien.

    Xavi, casi no se nota que te gusto.

    Jorge, ¿ves?, me viene al pelo tu respuesta, observa: hasta un don nadie es capaz de escribir algo en un rato que alegra el día, ¿pero cuántos escritores son capaces de hacerte sufrir, de agobiarte, de contagiar desesperación? ¿Ves lo grande que es Cormac McCarthy?

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  5. Ains (suspirillo)

    Deja los bailes a medias que quieras, pero no te vayas cuatro años a Argentina, jajaja

    Preciosa historia. La de tus padres (y la vuestra) me devuelve la fe (a ratos perdida) en el amor.

    pd.- por casi alusiones: que no, que La Carretera es aburrida y no angustiosa, que esa novela (si es que lo es) está sobrevalorada, que no hay quien la aguante...

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  6. Eso no se hace, hombre! me has hecho llorar!

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  7. ¿Llorar, porque un corolario de esa historia fue un servidor? ¡Mala, Pi, mala!

    No llores, mujer, con esto. Partiendo cebollas pues bueno, pero leyéndome a mí nooo.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.