1.2.10

te jodes, Isabel

El fin de semana la Muchacha me llevó a Granada, a jugar a pisar en la tierra las huellas de los pies de Lorca y de Boabdil.
Yo pisé algo de lo que un perro alegre decidió desprenderse sin muchos miramientos y pensé: seguro que Lorca, antes de mí, y Boabdil, antes de él, también los pisaron.
A Federico Gardía Lorca me le imagino ligeramente fastidiado y al rato riéndose con la cara que pone en aquella postal que tuvimos que comprar. Es una foto de coña. Sale un avioncito de juguete, y en él, de piloto, un Lorca con la cara desencajada de juego y de jolgorio. Tras él, Buñuel, con una cara circunspecta que provoca la misma risa, con una altivez totalmente fuera de sitio, algo cansada, algo funcionarial, tremenda sobre el avioncito.
Granada es una ciudad preciosa, qué duda cabe, y sus callejas son una maravilla, pero es una ciudad esencialmente triste, si se piensa bien. Tanto olivo, tanta maravilla arquitectónica, la fortaleza, su lujo y sus jardines, ese cielo y esas vistas, con esos montes ahí, tan bien puestos, son el marco espectacular donde nosotros vamos a rendir tributo a las derrotas, a la muerte, al triunfo del bando cutre de la historia, que siempre parece que gana porque sus victorias son las más sonadas: visitamos el sancta de los árabes en España, aquellos ilustrados que llegaron y lo llenaron todo de fuentes y de huertas y de traducciones de los clásicos al árabe y que fueron arrasados por los integristas que llegaron de Bagdad dando la brasa con la media luna y por los cafres que bajaron del norte dando la monserga con la cruz. Y visitamos la casa de Lorca donde fue a refugiarse y donde lo fueron a buscar los garrulos que, en fin, era un maricón, cómo no iban ellos a fusilarlo en una zanja misteriosa.
Pero está bien, esa necrofilia turística. Bien mirado estamos celebrando a los perdedores y los derrotados, sí, pero nos importan un pito los otros, los que los ganaron, los que los conquistaron y convirtieron o fusilaron y enterraron. Vale, Isabel la Católica, vencerías al moro, lograrías que los de la sotana y la cruz mandasen en toda la península, pero mira, ahora, aquí yo, que soy ateo, te cuento que lo que primero que recordamos de ti es que apestabas. Y vale, fusileros que matasteis a Lorca, os quedaríais a gusto, y mira tú por dónde, ahora vuestros hijos reniegan de vosotros, y aquellos que tanto asco os daban viven tan panchos.
Así que a aguantarse y esconderse, fachas miserables y monarcas cristianos. Aquello que vencisteis, aquello que pretendíais erradicar es lo que perdura, lo nuestro, lo que sigue vivo. Y Lorca sonríe en nuestra postal, y gente dispara abducida fotos a la Alhambra, y son los derrotados quienes se llevan los aplausos, y a quienes nos llevamos dentro, y quienes en parte somos, o queremos ser. Te jodes, Isabel, en tu nicho patriotero de los libros de Historia.

3 comentarios:

  1. E Isabel podría contestarte que si, que en parte tienes razón pero que quizás no te has dado cuenta de que de Los Otros aún quedan muchos y eso también perdura y que las ganas de erradicar siguen y no se quedan en el siglo XV ni en los libros de Historia.. es la pena..

    http://www.elpais.com/articulo/madrid/pasan/negros/Queremos/mantener/rollito/espanol/elpepiespmad/20100201elpmad_2/Tes

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  2. Triste consuelo para Boabdil que la invasora apestara. Triste consuelo para Lorca que los maricas hoy celebren el día del orgullo gay.

    Quiero decir, triste reparación la de la historia, como la Renfe, siempre con retraso.

    (Ya no te voy a comentar más. Adios)

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  3. Qué bueno, qué buena y cierta reflexión, Deivid. Es verdad.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.