23.12.09

instrucciones para dominar el mundo

Ya que por fin alguien ha cometido la imprudencia de preguntar, aquí va el método para dominar el mundo que se nos ocurrió el sábado por la noche, tomando unas cervezas en Casa Federica.

Aunque, eso sí, no te vas a librar de leer mi divagante reflexión sobre vida inteligente extraterrestre: como luego me voy, por eso de la Navidad, y no volveré hasta el sábado, como pronto, la dejaré luego como ladrillo disuasorio, para que espante a todo el que se acerque por aquí y nadie se percate de mi ausencia. He dicho.

Procedamos pues: el plan para dominar el mundo consisten en montar una fábrica de lavadoras hijas de nuestro tiempo, es decir, con wifi, conectadas a internet. Sus ventajas serían tremendas: uno podría sacar la ropa mientras consulta los resultados de su equipo, por ejemplo, o mientras lee críticas de cine, o poner la lavadora por internet desde la oficina, o verificar si ya ha terminado desde la panadería o el estado de humedad de su ropa interior desde el sillón del salón, mientras ve por la tele la remozada cara de algún deshecho social.

Las venderíamos como rosquillas, a precios muy baratos y, novedad con respecto a la lavadora habitual, construidas con baratos materiales resistentes, nada de esas piezas high-tech pensadas para que tras una vida útil de 3 o 5 años la lavadora muera. No porque nuestro negocio no será vender lavadoras, sino dominar el mundo, y cuanto más aguanten las lavadoras, mejor.

Y la idea sería dejar en cada lavadora, latente, un virus que nos permitiera a nosotros, los futuros dominadores mundiales, controlarlas desde nuestros ordenadores. Una vez hubiéramos vendido un par de millones de lavadoras podríamos mandarle un email a la ONU, con copia a Obama y a Zapatero (a Aznar no, porque nos dan miedo sus abdominales y –más– asco su persona), diciendo que o se nos paga un billón de dólares (lo diríamos así por si cuela el error de la nomenclatura yanqui) o provocaremos calamidades y catástrofes de diversa índole. Y, como demostración de nuestro poder y de que vamos en serio, y por ser tradición en estos menesteres, arrasaríamos París primero conectando a la vez todas las lavadoras allí vendidas, con el repentino gasto energético que esto supondría, y con el movimiento sísmico que generarían todas puestas a la vez en centrifugado. Mientras no pagasen, además, podríamos presionar a los líderes mundiales haciendo que sus lavadoras no limpiasen, que les destiñesen la ropa, y que la dejasen húmeda y rota. Les hundiríamos así, pues ¿qué democracia libre seguiría a un pordiosero, a un tipo que apesta, a un hombre que no lleva la raya del pantalón bien planchada y que se viste con una camisa desteñida a la moda hippy?

Luego, cuando nos pagasen, nos construiríamos una guarida subterránea, quizá comprándole las tuneladoras a Gallardón o obligándole a cedérnosla bajo la amenaza de su lavadora, y pensaríamos si seguimos siendo archimalvados o si, asegurada la universidad de los descendientes que nos sigan en este valle de lágrimas, nos pasaríamos al lado bueno de la justicia. Porque podríamos poner a nuestras lavadoras a castigar a los talibanes, o negarles las mudas limpias a los dictadores del mundo, o montar cabalgatas de lavadoras vibrantes para solaz de los niños, en Reyes. Pero, insisto, estos bellos planes ya con un billón de pavos en el banco, y con un Ford Mustang en el garaje.

Por último una advertencia: al que me copie la idea lo demandaré. Este blog tiene una licencia de Creative Commons con la cláusula de que su contenido puede reutilizarse, pero se reserva el derecho del autor a ser el ejecutor exclusivo de los planes de dominación mundial. Y el que avisa (de esto, y del plan de las lavadoras), etcétera.

6 comentarios:

  1. La parte más coñazo de poner la lavadora, lo de buscar el calzoncillo sucio debajo de la cama del hijo guarro, y lo de acarrear la pila de ropa sucia pasillo adelante sin que se desempareje ningún calcetín; y luego sacar la ropa húmeda, y tenderla, y todo eso, no acabo yo de ver cómo se puede hacer por Internet, desde la oficina. ¿Lo tenéis estudiado?

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  2. cielos...

    No sé por qué, a pesar de que me has avisado por mail, no he podido con la curiosidad y he terminado de nuevo aquí... me das miedo.

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  3. Dominar el mundo?
    Pero ¿quién lo va a dominar?
    Eso que comentas es el primer paso hacia un peligroso dominio lavadoriano global. Sabiendo que has leído a Lem, y por lo tanto estás advertido acerca de ellas, que propongas este plan sólo puede significar una cosa: que tu voluntad ha sido subyugada por las lavadoras.

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  4. Eres un ladrón de ideas, Al menos acepta la autoría compartida o vamos a tener que demandarte :P y nos iremos a los EEUU donde ganamos la demanda fijo, así que el billon ese de dólares pa nosotros :)

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  5. Jorge: pues yo, claro, ¿quién iba a dominarlo si no? ¿Dónde está la gracia en trazar el plan para hacerlo si luego lo hace otro? Para tener ideas y que otros se lleven la gloria ya tengo mi trabajo en la Secta, ¡hum!

    Y alabados sean los cerebros robóticos de las lavadoras de Stanislaw Lem.

    Irene: estáis justo después de los publicistas de Citroën, en mi lista de gente a exterminar, que lo sepas.

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.