24.6.09

la rave de las ovejas

Terribles, los empleados, cuando no están los jefes.

La secta da a unos cuantos empleados un cursito de inglés. Paga a un guiri para que venga, y unos cuantos se encierran en un despachito a ver películas o jugar al Monopoli, en inglés, claro (hasta tirarán los dados en inglés, asumo). Ah, las clases de inglés. Yo en mi trabajo anterior sí que tuve un profesorazo de inglés. Lo dejé al poco de empezar, porque el tipo, Malcolm, se llamaba, nos dijo que un idioma se aprende de pequeño. Que de mayores a lo más que podíamos llegar era a desenvolvernos, y que a partir de ahí al anquilosado cerebro adulto progresar le supone un esfuerzo y una inversión de tiempo que nosotros, gente adulta con vidas divididas entre el trabajo y el vicio, no pensábamos buscar. Yo me di por aludido y a las pocas clases le dije Malcolm, fuck off, enough of this shit. Asintió y brindamos. Por aquel entonces ya solíamos dar las clases en el bar de debajo de la oficina, caña en mano. La verdad es que fue una pena dejarlo entonces, visto en retrospectiva, porque por los compañeros que siguieron perdiendo dos horas por semana con él, me enteré de que las clases se habían vuelto monólogos en los que Malcolm hablaba de sus problemas matrimoniales y de su inminente divorcio. Al cuarto o quinto vino hasta le empezaba a tirar los tejos a las compañeras. Me estoy yendo por las ramas.

Decía que aquí unos cuantos dan inglés, y como llega el veranito y, no sé por qué, las cosas estas del estudio tienden a hibernar en verano, hoy han dado por terminado el curso de inglés y por lo visto se han ido a celebrarlo. Tal cosa sólo ha sido posible porque entre los miembros del curso, claro, hay un par de sumos sacerdotes. Y como se da la circunstancia de que tales sumos sacerdotes son los jefes de nuestra ala, estamos sin jefe, y están los empleados revueltos.

En fin, ya se sabe, se va el pastor y las ovejas montan una rave, que decía el refrán.

A mí en principio no me importa que hablen, que griten, que corran por los pasillos tiroteándose por las grapadoras, que rompan vidrios e inunden los ascensores con la espuma de los extintores. Eso es normal, diablos, que todos somos humanos. Pero creo que están llevando las cosas demasiado lejos. Acabo de ir al baño y encerrado en él había alguien. No estaba haciéndose una pajilla. No estaba fumándose un chino. No. Estaba rezando, muy, muy bajito, un padrenuestro. Y hay ciertas cosas que, simplemente, son pasarse. Mañana me chivo. Al jefe que va, el tío beato.

4 comentarios:

  1. ¿¡Quién te ha toucheado!?, habrasevisto, ¡qué de golfos por el mundo!

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  2. ¿Y tú, cuándo empezaste a notar estos síntomas?

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  3. ¿Cuáles, los de mi excelencia en el ingléh? ¿No, no? Da igual, hablaré de ellos. A los 16 añitos, cuando me puse a copiar canciones de los Iron Maiden como redacciones de inglés. Y de sacar cincos pelaos pasé a sacar lustrosos ochos, fue estupendo aquello.

    ¡Y gracias por tu andanada de respuestas gustantes!

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Hola, me llamo David, tengo un blog, me gusta la música que no le gusta a nadie y las películas de Clint Eastwood, aborrezco las fotos de anocheceres y cada vez más libros. Escribo bobadas, sin pensarlas mucho, y cuentos del oeste que, que no cunda el pánico, no cuelgo aquí.