sieg heil, mein fhürer!
Con el tiempo a mí me han llamado de todo, la mayoría de las veces con razón, sospecho. Pero sólo una persona me ha llamado nazi y me ha imaginado esgrimiendo banderas con águilas, llevando puños de hierro y englobándome entre los que ganaron la Guerra Civil.
Todo comenzó con una discusión sobre Palestina en un foro de mi peña del pueblo (sí, otro foro; salgo a archienemigo por foro, mínimo). Había varios contertulios pero para lo que cuento nos quedamos con dos; obviamente uno de ellos soy yo, y el otro, el que sacó el tema, era un tipo que firmaba como el Liebre. Así que le llamaremos así.
Pues bien, el Liebre era un activista. Estaba en Amnistía Internacional o algún otro grupo de alegres pesimistas, y de cuando en cuando nos copiaba y pegaba los boletines que le mandaban a él de sus listas de correo, cosa que a mí siempre me quemó porque yo podría apuntarme a esos boletines pero no lo hacía por alguna razón, pero bueno, aquello era un foro de opinión y cada cuál puede plantar el tema que le de la gana porque todo el mundo tiene la libertad de no leer, inmenso y poderoso privilegio. Así que en aquella época en la que Hezbolá se dedicó a tirar cohetes chapuceros sobre Israel e Israel se dedicó a arrasar el Líbano, nos alegró las tardes con temas con títulos dramáticos que incidían en el dolor de árabes y palestinos y en la crueldad de Israel. Y a mí se me ocurrió preguntarle por aquellos misiles que tiraba Hezbolá. Respondió diciendo que era un grupúsculo terrorista minoritario que no tenía gran cosa que ver con nadie. Yo, advirtiendo que no intentaba disculpar a Israel de ninguna tropelía (al fin y al cabo es el país que más resoluciones de la ONU ha incumplido por méritos propios), le pregunté si no era sesgado llamar "grupúsculo" a una organización terrorista de fanáticos religiosos que contaban con un ministro en el gobierno y recibían armas y financiación iraní. Me respondió diciendo que sus armas eran toscas e inútiles, a diferencia del armamento israelí de última generación, mucho más mortífero. Yo le respondí que aunque el armamento fuese cutre y chapucero la intención al usarlo era la de matar, que si contasen con armamento como el israelí sin duda lo utilizarían, y que tan asesino es quien mata a alguien a mamporros como quien le dispara un hellfire a alguien desde un helicóptero. Y entonces llegó el siguiente voletín de AI y él vio el cielo abierto, copiándomelo íntegro y apelando al mismo como refuerzo y demostración de sus palabras. El boletín venía a decir lo que él solo que, obviamente, no hablaba de armamento de juguete ni disculpaba a los terroristas libaneses como si fuesen niños traviesos. Pero eso a él le daba igual, el boletín lo escribían los suyos y por lo tanto probaba sus palabras. Y ante esa actitud yo me encendí, porque siempre he llevado fatal esta corriente de soñadores que nos toca sufrir que con tal de imaginarse luchando contra el oprimido y defendiendo a la víctima son capaces de inventar maldades en los primeros (que no digo que fuese el caso, repito) y de olvidarlas en los segundos (que sí era el caso) a placer. Todo vale a la hora de sentirse parte del bando de los buenos, y si no que se lo digan al yanqui medio, quien realmente cree que su país lucha por la libertad y la democracia. Me pareció increíble que incluso leyendo un texto que, por realista, quedaba más cerca de mi pesimismo que de su activismo de fantasía lo considerase una serie de argumentos a favor de su visión del mundo. Viéndolo a posteriori la verdad es que no es tan raro.
En fin, escribió aquello presentándolo como una carta que copiaba a pesar de que la "forum politzei" presumiblemente le freiría a reproches por ella. Y como a mí siempre me ha gustado meterme en los papeles que se me adjudican le respondí algo que en esencia y resumiéndolo a la parte más afilada e irrespetuosa, que es la que ofende y la que cuenta aquí, decía que era un idealista de palo y que no fuese imbécil, cosa que obviamene le sentó como una patada en el estómago. Me da igual, decía. Me gustaría haber sabido tu opinión al respecto, pero caíste en las descalificaciones, decía, haciéndome pensar si habría leído todos mis mensajes anteriores. Y poco tiempo después dijo que se iba del foro, harto de mí, y de que por tener una opinión distinta se le avasallase (haciéndome pensar que todo había empezado, en realidad, porque yo tenía un punto de vista distinto del suyo). Y que mi firma de aquel foro, una cita de George Orwell que dice "si la libertad significa algo es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír" era falsa porque él sí había leído a Orwell y jamás había dicho eso. Yo le dije Chau. Pero el adiós era relativo; respondió con otra andanada en la que decía que no le gustaba que le faltasen al respeto ni le insultasen de forma gratuita, que éramos o era un prepotente, que le encantaba el debate limpio, aludía a insultos, humillaciones y descalificaciones innecesarias, gratuitas y nada fundamentadas, y que su marcha sería provisional a no ser que se encontrase expulsado, cosa que no le sorprendería, cuando nos pusiésemos todos a entonar el Cara al Sol. Yo ya tuve que releerme todo lo que le había escrito por ver si me había cagado en toda su familia generación por generación, y lo único que vi fue una discusión donde el amigo ignoraba cualquier opinión distinta de la suya y donde le decía, en un contexto, que no fuese imbécil, comentario que a mí me han hecho mil veces y que no siempre me he tomado como un insulto, la verdad, sobre todo si el contexto era que alguien me estuviese diciendo que no ignorase la mitad de la realidad para amoldarla a mi gusto. Y eso le contesté, maldito como él por el ansia de decir siempre la última palabra, diciéndole además que él ni debatía ni había debatido, que él predicaba, y que a mí eso me saca mucho de quicio. Me respondió que si no sabía enfrentarme con argumentos al menos no insultase, obligándome a otra relectura, y juro que los vi otra vez, ignorados como siempre que los leía, hablaba del dolor ajeno, de mi crueldad, y repetía que dejase de humillarle, faltarle al respeto e insultarle. Y me llamó gilipollas, cosa que realmente me dio igual pero que siempre resulta chocante cuando alguien acusa tanto un insulto condicional.
La cosa siguió así un tiempo. Pataleta por su parte, pataleta por la mía. Pataleta por su parte, pataleta por la mía. Me gusta pensar que al menos las mías eran coherentes, que yo seguía discutiendo y que él se limitaba a repetir ad nausean lo de las humillaciones, los insultos y demás, foto fija que le venía muy bien para construirse un caparazón de víctima, pero al final no dejan de ser pataletas, más rebuscadas, más frías o más coherentes pero pataletas al fin y al cabo.
Pero la cosa empezó a salirse de madre. Él empezó a inundar el foro de mensajes y, no contento con ello, a llamar por teléfono a gente que me conoce para explicarles lo increíblemente mala persona que soy. La gente, obviamente, se empezó a asustar, a no cogerle el teléfono (normal. Escuché un mensaje que dejó en un buzón de voz, y estaba desquiciado, amenazándome rabioso a mí y a quien se le pusiese por medio). Los tachó de crueles, proclamó su lástima y su decepción; éramos todos iguales. A mí empezó a pintarme como un fascista, me dio su dirección para que fuese con mi bandera del aguilucho, mi cruz gamada y mis cadenas y mis puños americanos, objetos estos que, imagino que está de más decirlo, disto mucho de tener. A mí aquello me hizo reírme, así que postee el gif animado que adorna este párrafo y dije simplemente "sieg heil!" y le copié la letra del Always Look at the Bright Side of Life de los Monty Phyton. Contestó con amenazas veladas de ir a la guardia civil a denunciarnos por apología del fascismo por poner un video de Hitler y ese texto que "ese texto que supongo, cree que está escrito en un idioma que desconozco", y reincidiendo en la idea de que quedásemos para resolver el asunto a puñetazos.
Así que se le baneó del foro y lo sacamos de nuestras vidas.
La moraleja de esta historia, en lo que a mí respecta, es que soy un bocazas que para llevar adelante una discusión es capaz de saltarse un par de tapias y pisar un par de rosales. Aunque siga pensando que yo fui el único que en realidad trató de discutir algo. En lo que a él respecta, la moraleja es que debería ser un poco más hábil y no enzarzarme como me enzarzo con según quién. Porque la historia terminó ahí pero por un momento todos los implicados tuvimos un pánico considerable a que hubiese un final mucho más bestia. Lo anecdótico de la historia es que por primera vez en mi vida alguien me llamó nazi, y cuando lo dijo, lo pensaba; aunque viniese de alguien así, no deja de ser inquietante.
O tal vez la moraleja de la historia, lo que a mí desde luego me parece más revelador sobre mí mismo, sea que no puedo terminarla ni darla por completa sin decir que George Orwell, en su prólogo a la edición de 1946 de Rebelión en la Granja, escribió "if liberty means anything at all it means the right to tell people what they do not want to hear". Idea esta que, espero, George Orwell no pusiese en práctica con gente como el Liebre.
o_Ô ¡Qué historia!
ResponderEliminarEres como una especie de pararrayos de gente esquizoide es dici eres un paraesquizoides con piernas.
MI buzón... y lo que decía giraba en torno a meterte cosas por agujeros de tu cuerpo.... en fin, miedo dio, si, a mi por lo menos :S
ResponderEliminarCon patas, Pip. ¡Con Patas!
ResponderEliminarLa culpa es mía. No sé darle largas a la gente, siempre tengo que contestar... claro, cualquier otro se hubiese bajado del carro mucho antes, imagino.
Vero, guapa, ¿no habíamos quedado en que no me responderías hasta el jueves? Ahora como no puedas dormir me voy a cargar yo las culpas...
Y aún me siento bastante mal por haberme metido en ese lío y que te salpicase así, de esa manera :(
En fin. Es un tema jodido. ¿Se puede creer alguien que mi intención era escribir esto en plan coña? Pero no ha habido manera, y me ha dejado exhausto. Pero nada, nada. Mañana tenemos en el menú a un piltrafilla que sí que va a dejar escribir algo divertido (de escribir, que nadie se haga ilusiones) sobre él.